Archive | agosto 7th, 2017

Edición impresa A21 agosto 2017

La portada del número de agosto de A21 la encabezan las asignaturas pendientes de la ‘playa de Madrid’ .El pantano de San Juan es uno de los mayores motores y escaparates turísticos de nuestra comarca. A los problemas habituales de cada año, esta temporada se suma la polémica entre administraciones sobre quién debe hacerse cargo del pago a los más que necesarios socorristas, pues hasta ahora se han producido dos fallecimientos por ahogamiento. Este verano el pantano además sufre un bajo nivel de agua, fruto de los trasvases que se están llevando a cabo para abastecer la ciudad de Madrid para consumo humano. Por otro lado recordar a nuestros lectores que los únicos lugares autorizados para el baño son el citado pantano de San Juan en San Martín de Valdeiglesias y la playa del Alberche a su paso por la localidad de Aldea del Fresno.

Recortes en la lucha contra incendios

La presidenta de la Comuinidad de Madrid, Cristina Cifuentes visitó el pasado día 12 San Martín de Valdeiglesias. A bordo de un helicóptero se presentó en el puesto de vigilancia de Valdeyerno donde pidió la colaboración de todos “para detectar y prevenir incendios forestales” pero no hizo mención a los importantes recortes que su gobierno ha impuesto en la lucha contra el fuego en la región que cuenta con un 54,6% de terreno forestal.
La alcaldesa de San Martín de Valdeiglesias, María Luz Lastras aprovechó la visita para pedir que se dote al parque de bomberos con los medios necesarios para ejercer su labor, así como la recuperación del retén forestal que ha sido eliminado tanto en San Martín como en Pelayos de la Presa.

Otros temas destacados son el Jubileo multitudinario de Villamanta, la amplia información sobre la Fiestas Patronales que celebrarán y han celebrado nuestros municipios, la entrevista realizada a a Mario Vargas Llosa en los cursos de verano de la Complutense celebrados en San Lorenzo de El Escorial y los enormes daños que causaron las tormentas de julio en nuestra comarca.

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El sueño del tren en una noche de verano

  • En los años treinta, este proyecto inacabado, hablaba de Valdeiglesias como una zona de “incomparable belleza” y auguraba que podría superar en interés a la Sierra de Guadarrama.

Creemos equivocadamente que solo en este tiempo se hacen obras, estadios, autopistas o aeropuertos que, después de una gran inversión, ni siquiera son terminados, y aún peor, no se ponen en funcionamiento jamás. Nuestra comarca sufrió en la primera mitad del siglo XX un proyecto inacabado que probablemente hubiese modificado la zona: el ferrocarril de Madrid a San Martín de Valdeiglesias, yendo hasta Arenas de San Pedro. Aún hoy quedan restos de esa explanación y entrañables vestigios como las estaciones de Pelayos de la Presa y San Martín de Valdeiglesias (esta última utilizada para otros usos en la actualidad). Estas dos poblaciones estuvieron conectadas por vía ferroviaria un solo día; el de su inauguración, a mediados de los años 30.
La historia puede contarse en clave romántica, o más realista con sus claroscuros. La romántica dice que en 1891, el Ministerio de la Guerra decidió construir una línea ferroviaria desde Madrid a San Martín de Valdeiglesias y prolongarla hasta Fuentes de San Esteban (Salamanca). Y que en paralelo, y posteriormente, se consiguió construir una línea ferroviaria desde la estación de Goya (Madrid) hasta Almorox; línea que transportó viajeros a la “playa de Madrid”, que no era otro sitio que Aldea del Fresno, hasta finales de los sesenta, que posteriormente desapareció en 1970. Cien mil viajeros se calculaba que podían circular, según previsiones oficiales de 1930.
Pero la verdadera historia del tren a San Martín, con su extensión a Arenas de San Pedro, en realidad, comienza en 1927, cuando la dictadura de Primo de Rivera decide sacar un ramal desde la línea mencionada, a la altura de Villamanta, hasta Arenas de San Pedro. Las obras de explanación no debieron empezar hasta finales de la década o principios de 1930 y se mantuvieron hasta el inicio de la guerra civil en julio de 1936. Se explanó la línea hasta el valle del Tiétar, se logró avanzar en el desfiladero de Picadas, con la construcción de puentes, túneles y viaductos, alcanzando San Martín, La Adrada y Casavieja.
“El proyecto sólido de este ramal al Tiétar fue el iniciado en 1927. La línea de Almorox estaba aislada, y el oeste de la capital necesitaba entrada de mercancías por esa zona. Primero era el transporte del vino, pero el proyecto no solo era económico sino también paisajístico”, afirma Gustavo Vieites, historiador ferroviario y autor de un libro fundamental: El ferrocarril de Madrid a Almorox.
Poco más de seis años de trabajo permitieron avanzar mucho: Pelayos, entonces sin teléfono ni telégrafo, y San Martín contaron con sendas estaciones terminadas. Todo parecía que tendría un final feliz. A mediados de los años treinta, las autoridades ferroviarias, políticas y locales decidieron inaugurar la línea. No en vano, este tramo de seis kilómetros estaba tendido, con vía métrica (un metro de ancho): fue un sueño en una noche de verano. Se trajo una locomotora por carretera, desde Almorox, y se preparó una fiesta en San Martín. Se baraja que la fecha de dicha inauguración se situaría entre 1934 y 1936. El tren no volvió a circular.

Un túnel en la explanación que se hizo para el tren.

La guerra, los destrozos causados en la vía, se aducen como causantes de que el proyecto no continuase. Sin embargo, inmediatamente después de la guerra, todavía hubo un intento de acabar la obra.
Alejandro Mendizábal Peña, ingeniero jefe director de la Explotación de Ferrocarriles del Estado, intentó proseguir la construcción de la línea. Con visión futurista, como apunta Vieites, todavía se afirma en 1941 lo siguiente: “dos finalidades ha de cumplir [la línea]. La primera abastecer a la capital de todos los productos de la riquísima zona; la otra facilitar el acceso a la Sierra de tan incomparable belleza y utilidad saludable para el vecindario madrileño”, afirma con vehemencia Mendizábal sobre las consecuencia de la traída del tren a una zona como el Alberche. Y pide la prolongación por el valle del Tiétar para conectar la línea con el tramo ferroviario de Cáceres y Portugal. Antes, durante la República, un delicioso folleto (que posiblemente fuese publicado en torno a 1934-35, según el autor del presente artículo), había augurado que la terminación del ferrocarril lanzaría el turismo de viajeros y “superará al que actualmente tiene lugar hacia la Sierra de Guadarrama”.
Tres años después, Mendizábal reconoce la dificultad de la empresa: “todavía no se han podido restaurar los grandes destrozos”, causados por la guerra, especialmente en el tramo de Almorox hacia Navalcarnero, “mayores” que en otras zonas. Y constata que dos de sus propuestas: penetración de la línea a Madrid capital (la estación de Goya estaba entonces a las afueras de la capital, antes de cruzar el río Manzanares por el puente de Segovia) y la prolongación al Tiétar siguen “pendiente” de estudio y ejecución. Vana ilusión.
Probablemente estas fueron realmente las razones de que los trabajos no se reiniciaran después de la guerra. Los diferentes proyectos del tren a San Martín adolecían de una planificación seria y rigurosa. Primero fue una línea militar, utilizada como prácticas; luego de traída de mercancías desde Almorox pero con escasos viajeros y siempre deficitaria, y cuando termina habiendo un enfoque visionario pero realista –“facilitar el acceso a la Sierra de tan incomparable belleza” a los madrileños-, las circunstancias y sobretodo la apuesta del Régimen franquista por el automóvil y el transporte por carretera lo hacen descarrilar.
Aún en los años sesenta, vagones ferroviarios de la obra permanecían en un terraplén caídos muy cerca de San Martín divisándose ya las almenas del castillo al fondo. Recuerdo infantil. Luego se desmontaron los raíles. Se pusieron nombres ferroviarios a las calles de pueblos sin tren, se acondicionaron estaciones y otras se abandonaron, pero el tren siguió sin sonar: “¡Papá, tren!”.
Enrique Jurado, periodista y presidente de la asociación cultural Alberche-Albirka.

Estación de San Martín de Valdeiglesias.

Reivindicar la Estación de Pelayos como albergue de turismo activo

La comarca no logró tener tren, pese a estar tendidos los raíles, había jefes de estación sin tarea definida y depósitos de agua para las locomotoras de vapor. Aun quedan restos de aquello que pueden recuperarse para actividades turísticas y deportivas. Estamos a tiempo de convertir esa vía ferroviaria inacabada en una verdadera vía verde del Alberche medio: desde Almorox al puerto del Cojo (en donde incluso existe aún la fachada del túnel ferroviario), pasando por Picadas, La Poveda y San Martín de Valdeiglesias. Parcialmente la vía verde existe, y cientos de ciclistas y caminantes recorren Picadas o Pelayos. No se necesitaría demasiada inversión para ampliar la vía –la explanación ferroviaria lo permite-, acondicionando el camino, haciendo una pasarela en el puente de San Juan (como propone el arquitecto Alfonso Segovia) y sobre todo restaurando la Estación de Pelayos, hoy en semirruina. Todo menos dejarla caer, o asfaltando lo que debe ser un vía verde en condiciones con tráfico sin motor. La única de la Sierra Oeste.
Hoy es el momento para recuperarla para la comarca y convertirla en un albergue turismo activo. Incluso hay una asociación que lleva su nombre. Solo hace falta voluntad política e interés ciudadano para empujar el proyecto. El próximo 28 de octubre la asociación Albirka invitará al historiador ferroviario Gustavo Vieites a dar una conferencia en San Martín.

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Hospital Virgen de la Poveda: Mirando las estrellas

  • Este mes la doctora Celia Ibáñez, especialista en Psicooncología y cuidados paliativos del Hospital Virgen de la Poveda, nos trae un relato verídico y emocionante de cómo una niña de cinco años afrontó la muerte de su padre.

Cuando hace ya varios lustros comencé a tratar personas en sus últimos días de vida, todo lo aprendido me parecía relevante: tantos conceptos teóricos asemejaban ser árboles que dificultaban ver el bosque. Aquí, distinguía un pino, allí, una encina, pero no era inmediato sentir las interrelaciones de este complejo ecosistema.  La experiencia hace que se comprenda cómo funciona el mundo, hubo de ser una pequeña maestra de tan solo cinco años quien, apartando las ramas me mostró vívidamente qué era la compasión.
Una mañana cualquiera, leyendo el informe del nuevo ingreso: 35 años, tumor cerebral, casado, tienen dos hijos una niña de 5 años y un bebé de 6 meses, ya se ha despedido de todo, no quiere hablar con ningún miembro de los equipos sanitarios que le han atendido.
A media mañana llegó a la unidad de paliativos: “Soy Pablo, me voy a morir, no quiero hablar con nadie de vosotros, ponedme medicación para dormir; si tenéis que dar información porque es vuestro trabajo, hablad con la chica que me acompaña, vendrá ahora, se ha quedado dando los datos”. Nunca más volvió a hablar tanto… con nosotros.
La chica era Palmira, su esposa, una mujer joven, con grandes ojeras y los ojos preñados de lágrimas. Cansada, nos relató la historia de Pablo: nació en un pequeño pueblo, se separó de sus padres después de una muy mala experiencia en un colegio, nadie le creyó y huyó a Madrid, con sólo 16 años comenzó a vivir solo. Formó pareja, llegó a estudiar en la universidad y consiguió un buen trabajo. El día que su mujer se puso de parto de su segundo hijo, él llevó a su primogénita con los abuelos maternos y se fue con Palmira al hospital. Allí en las urgencias se desplomó, todos creyeron que era la emoción, pero las pruebas confirmaron un tumor. Nunca quiso coger a su hijo… Rápidamente tomó conciencia de su final e intentó hacerlo sencillo.
Olivia, su hija mayor, pasaba todas las tardes jugando con su padre a las peluquerías en el parque y por la noche a miraba las estrellas desde el telescopio del salón. Palmira nos contó que Pablo se había ido separando emocionalmente de todos, ya no interactuaba con ellos, no preguntaba por los amigos, no quería visitas en casa; le había dicho que prefería que lo olvidaran cuanto antes para que no sufriesen tanto con su deterioro. Con su hija Olivia era distinto: no pudo decirla adiós cuando salió de casa camino del hospital.
Olivia quería ver dónde iba a vivir su papá, llegó muy pizpireta preguntando sobre los horarios de comidas, menús, baños, televisión, los telescopios y el parque, todo lo que su padre necesitaba para estar bien. Desde el equipo le dijimos que su padre no podía hablar mucho y que pasaba mucho tiempo dormido por causa de la enfermedad.  Entró a verle a la habitación, trepó por la barandilla y le abrazó, comenzó a relatar toda la semana de colegio que había tenido. Él no contestó, sólo derramó una lágrima… “papá estás muy triste, yo sé que te ríes si me ves jugar, me quedo aquí jugando al puzle en el suelo”, y así lo hizo. Después valoramos cómo estaba. Olivia: “Estoy bien, papá está triste y tengo que hacer algo por él, vosotros le ponéis medicinas y yo juego a su lado”. Eso era; aquella era la realidad de la compasión, de ese sentimiento que te mueve desde lo profundo, que se da cuando te acercas sin miedo, sin culpa, sin dolor, cuando te acercas al otro y conectas con su emoción, con tu emoción. Si eso se da no es posible reprimir la necesidad de hacer lo que esté en tu mano.
Además gracias a Olivia descubrí que es contagioso… Una de las tardes de puzles, pasé a verles, Olivia intentó de nuevo hablar con su padre:
– Papá dicen todos que te tienes que morir, ¿es verdad?
Pablo abrió los ojos, la miró y la llamó:
– Ven aquí conmigo- Olivia se subió a la cama con él, se acurrucó en su hombro- Me tengo que ir, el tiempo aquí se me agota, me iré a un sitio donde ya no me podrás tocar ni besar, pero siempre estaré contigo.
– ¿Tampoco jugarás más a las peluquerías con mis amigas?
– No Olivia, ya no volveremos a jugar en el parque, pero te acordarás mucho de esos días porque están en tu corazón y también en el mío.
– Y… ¿quién me llevará al cole?
– Ahora será mamá y los abuelos los que te llevarán y llegará un día que vayas con tu hermano. Muchas personas nos quieren y van a ayudarte cuando me eches de menos.
– ¿Tú estarás bien?
– Yo estaré bien, iré al cielo y cuando seas muy mayor y hayas tenido tus hijos y tus nietos vendrás conmigo.
– Ah, pues entonces si vas al cielo pídete una estrella de las grandes para que cuando nos muramos mamá, el hermano, los abuelos y yo podamos ir a vivir allí contigo de nuevo; yo quiero vivir siempre contigo.
– Haremos una cosa, viviré en una de las estrellas que se ve desde la ventana del salón y por las noches, como hacemos ahora juntos, mira el cielo y allí a lo lejos estaré esperando que me cuentes cómo te ha ido el día. Puede que no me veas pero estaré allí deseando escucharte y mandándote un beso de dormir”
– Entonces, no te vas del todo…
– Puede que alguna noche, en sueños, podamos jugar de nuevo a las peluquerías.
Así, Pablo tuvo compasión de esa pequeña, que le mostró su fragilidad y sin necesidad de caretas.  Él empatizó con ella y sintió la necesidad de dejarla herramientas que pudieran ayudarla a afrontar su dolor.
Cuando Pablo falleció, su esposa entre lágrimas, recordó aquella tarde con Olivia y cerró su historia, vivenciando que no todas las personas tienen la suerte de haber tenido un gran amigo, un gran amante, un gran padre, un gran marido y que ella había disfrutado 18 años de él.
Siempre estaremos agradecidos por aquellos momentos que compartieron con nosotros.  La fotografía de Olivia se grabó de forma indeleble en todos los que tuvimos la suerte de acompañarlos en este periodo de sus vidas. Este es ya un capítulo de mi biografía, el regalo de acercarse a la esencia.
La última vez que hablé con Olivia me contó que pese a los 10 años que han pasado ya, ellos siguen cada noche mirando las estrellas desde el salón.

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Embalse de San Juan: de “gallina de los huevos de oro” a “pollo sin cabeza”

  • 14 kilómetros de playa abandonados por la Administración.

El embalse de San Juan, publicitado como “14 kilómetros de playas a 60 km. de Madrid”, se convirtió en un reclamo urbanístico/turístico inmediato, las fotos reflejaban un entorno casi paradisíaco: pinos, agua, barcos y a tiro de piedra de la capital. No había duda, la gallina de los huevos de oro se había posado en el Alberche, junto a Cebreros, San Martín de Valdeiglesias y Pelayos de la Presa.
Cada uno de estos 3 municipios ocupa una parte de sus orillas, y a cada uno le repercute de manera diferente. En el término de Cebreros y a pie de agua, se encuentra la urbanización “Calas de Guisando”, con viviendas de alto standing y rigurosos controles de acceso que no impidieron que el fuego de 2003, originado en el vertedero municipal, afectara su entorno, algunas parcelas e incluso propiedades. Situado en la cola del embalse, contempla cada verano cómo las aguas que le rodean bajan a su nivel histórico de río, rodeado de barrizal más o menos seco.
San Martín de Valdeiglesias es quien más relación mantiene con el embalse. El espacio de la Virgen de la Nueva es la principal zona de baño de los vecinos, a la que llegan por una estrecha y sinuosa carreterita. Este único acceso es compartido por la “Urbanización Costa de Madrid” un ejemplo del modelo urbanístico de finales de los 60 que evidencia que aquel “todo vale” hoy conlleva “todo son problemas y de difícil solución”.

Otras urbanizaciones de su término, aunque se acceda por Pelayos de la Presa, volcadas hacia el agua son “La Javariega” y “San Ramón”, esta última con embarcaderos privados, acceso restringido y un eterno conflicto con “Costa de Madrid” al bloquear su vía de escape en caso de emergencia.
También a San Martín pertenece la zona de “El Yelmo”, que a pesar de no ser considerada como zona de baño es conocida como la “playa nudista de Madrid”. Su acceso es por pistas forestales que salen directamente de la M 501.
Pelayos de la Presa es el municipio por el que se accede a la zona de “El Muro”, la más cercana a la parada del autobús y la más masificada. Sin embargo, su término apenas roza el agua, nada más pasar el muro de contención, es suelo de San Martín, tanto hacia la presa como hacia el Club Náutico.
Tras esta somera descripción de los “14 kilómetros de playas” queda exponer por qué la gallina de los huevos de oro se ha convertido en un pollo sin cabeza.
Para empezar el Embalse de San Juan es el único de la Comunidad de Madrid que no tiene un Plan de Ordenación (P.O.E.) como obliga la ley. La excusa oficial es que afecta a dos Comunidades Autónomas y eso lo complica. La verdadera complicación es que todas las Administraciones Públicas que tienen competencias sobre este espacio no trabajan en conjunto, no plantean una mesa donde se establezca el cuidado de la zona como objetivo común, aportando lo mejor de “cada casa”. Se prefiere la situación actual, de “pío, pío que yo no he sido” cuando surge un problema y balones a tejado ajeno por si acaso.
Ejemplo claro de esta política nefasta son las recientes declaraciones del Sr. consejero de Salud de la Comunidad de Madrid (el de los abanicos de papel para los niños en las escuelas durante la ola de calor) en relación a los dos últimos ahogados en San Juan: “Los ayuntamientos que conforman el pantano tienen que tomar decisiones serias en cuanto a acotar la zona de natación, la zona de seguridad, poner las profundidades adecuadamente, los consejos correctos y, por supuesto, tener socorristas”.
Añadió: “También nosotros en el gobierno estamos adelantando y haciendo un estudio para ver si podemos tener la dotación que ya existe del SUMMA112 en el pantano los fines de semana y festivos, ponerla también los demás días”. (La Vanguardia, 31 julio 2017).
Puestos a echar balones fuera, estas actuaciones quizás tendría que habérselas reclamado a la Confederación Hidrográfica del Tajo, con competencias sobre el agua y su zona de policía, justo donde se producen los ahogamientos, y que además es beneficiaria de las tasas que cobra por las embarcaciones. ¡Qué despiste!… si son del mismo partido.
En esa misma estrategia, y como contestación al Sr. consejero de Salud, el Grupo Parlamentario Socialista reclama a la Comunidad de Madrid que limpie las zonas recreativas de San Juan y Picadas y ponga más vigilancia.
Este partido de pin-pon sobre responsabilidades se acaba rápido por esta temporada. San Juan está al 48% de su capacidad nada más empezar agosto, llegar al agua desde la orilla original ya es una expedición y en muchas zonas el desnivel es casi vertical, lo que descarta muchos espacios frecuentados semanas atrás.
La falta de una gestión comprometida por parte de todas las administraciones implicadas queda reflejada en datos, como la recogida de residuos que realizaron voluntarios de Greenpeace el 3 de septiembre de 2016 en la zona de El Muro:

  • Longitud de la orilla limpiada: 300 metros.
  • Anillas de plástico (de 6 packs): 21.
  • Bolsas de plástico: 476.
  • Botellas de plástico: 544.
  • Colillas de cigarrillos: 2 botellas de 2 litros llenas.
  • Envoltorios y envases plásticos (Tuppers, cajas, otras botellas): 46.
  • Fragmentos de plástico pequeños, incluyendo cubiertos y pajitas de plástico: 3 botellas de 2 litros.
  • Tapones de botellas (plásticas y no plásticas): 423.
  • Latas de bebidas: 1168.
  • Otros: Una nevera, restos de pesca, hilos, una red, boyas y anzuelos.
  • Esto sin mencionar los residuos orgánicos encontrados, resultado de la visita acumulada de miles de personas sin acceso a servicios públicos.

La Confederación Hidrográfica del Tajo, en lugar de proteger la calidad de las aguas de un embalse mayoritariamente destinado a consumo humano, tanto a pueblos y urbanizaciones cercanos como, mediante trasvases, al abastecimiento del Canal de Isabel II, se pliega sin pudor a las peticiones de los usuarios de las embarcaciones a motor:
30.09.2005. “Teniendo en cuenta las numerosas peticiones formuladas por los usuarios del Embalse de San Juan resuelve ampliar a 900 los permisos –600 a motor, 300 a vela-.
20.02.2014. “Debido a las peticiones de los usuarios y considerando que los avances tecnológicos en los motores fuera borda hacen que estos sean más seguros y menos contaminantes, esta CHT resuelve establecer la potencia máxima de 240 CV para los motores fuera borda (antes 150 CV).
20.02.2014. “Teniendo en cuenta las numerosas peticiones formuladas por los usuarios del Embalse de San Juan relativas a que sea autorizado el aumento de cupo de embarcaciones a motor, se resuelve ampliar a 1.000 el número de embarcaciones (700 a motor y 300 a vela).
2.10.2014. “Considerando que para las embarcaciones de mayor potencia el canon es de 4 € por caballo de vapor, lo que hace que la cantidad a abonar tenga un exceso de progresividad, se aprueba modificar el precio, disminuyendo el último tramo de los motores a fin de que sea más asequible para los usuarios (pasa a 3 €).
Esto sí que es un ejemplo de comprensión y solidaridad de la Confederación hacia los usuarios de las embarcaciones a motor, con especial mimo hacia las de mayor potencia. Para que luego digan que la Administración no tiene corazoncito.

Picadas.

Ante la degradada situación actual de toda la zona, fruto de la incapacidad de poner en valor el entorno, sin haber evaluado la capacidad de carga del territorio, sin gestionar la seguridad de visitantes frente a los riesgos del agua, sin elaborar planes de evacuación para la multitud de visitantes, queda preguntarse si al Embalse de San Juan le queda mucha trayectoria. Y no solo por lo difícil que parece ser revertir el estado actual, sino porque el evidente calentamiento global, las disminución de lluvias, la mayor demanda de agua, conlleva que el Embalse de San Juan se reconvierta poco a poco en el río Alberche.
Picadas (embalse del Alberche a continuación de San Juan) acumula otra importante secuencia de despropósitos. Un atractivo entorno visible desde el puente de la M-501, con una parada de autobús a menos de 200 mts, ambas orillas son “áreas recreativas” donde las únicas indicaciones señalan que no se puede acampar, hacer fuego o arrojar basuras. Pero NO SON ZONAS AUTORIZADAS PARA EL BAÑO.

Depuradora.

El agua no reúne condiciones sanitarias para ello (allí mismo desagua la depuradora obsoleta de residuales de San Martín de Valdeiglesias y Pelayos de la Presa), no existe ningún tipo de vigilancia y auxilio para los bañistas, cuando el agua es llamativamente fría al venir del fondo de la presa de San Juan. Los accesos a estas zonas, en especial a la del margen derecho (“la depuradora”), generan un punto conflictivo en su incorporación a la M-501, tanto por su peligrosidad como por el efecto tapón. Y como ya es habitual, en caso de emergencia, la evacuación de personas y vehículos dejaría en evidencia que son “ratoneras” de difícil gestión.
A pesar de todo ello, año tras año se repiten las escenas de multitud de personas bañándose en esas aguas e incluso entre semana acuden empresas con grupos de chavales para realizar “actividades en la naturaleza” cuando en realidad los llevan a chapotear a la salida de un depuradora con todos los riesgos que ya se han descrito.
Tan fácil como identificar la zona como BAÑO NO AUTORIZADO y ejercer vigilancia para que se cumpla. Esta sería una labor de prevención que cualquier administración responsable debería poner en marcha ya mismo, pero parece que da miedo la palabra “prohibir” y se prefiere la postura de cruzar dedos, invocar al “ángel de la guarda” con superpoderes y esperar que llegue el final del verano sin demasiados desastres. Lo de “prevenir, mejor que curar”, no se entiende ni, por supuesto, se aplica.

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