DULCE
La decisión de abdicar no debería descartarse en absoluto, es más, sería una decisión beneficiosa para el propio rey. Su delicada salud, sus cada vez más “puestas a punto”, y los graves problemas legales y familiares con su yerno Urdagarín, problemas que podrían salpicar a su propia hija la infanta Cristina. El propio rey de España, uno de los hombres mejor informados de este país, tampoco sabía nada del trabajo de su yerno. Si a todo eso le sumamos el incomodísimo escándalo, tras saltar a la luz pública la “especial” relación con la princesa alemana Corinne Zu Sayn, abdicar en el príncipe Felipe le quitaría del primer plano público, evitando más escándalos familiares o económicos. La reina Sofía estaría encantada de jubilar a su marido y dejar atrás el mal trago de los pitones públicos y consentidos. Nuestro monarca está mayor, con muchos frentes abiertos y con una España cada vez más complicada y caótica. Juan Carlos I ya ha cumplido su papel en la historia y debe de ceder el testigo a su hijo Felipe. Necesitamos una nueva etapa en nuestra monarquía, una transición que acompañe a la transformación social y económica que sufre nuestro país y que va a necesitar un liderazgo de personas nuevas, preparadas y limpias.
SALADO
A todo el mundo le llega un momento en el que debe tomar la decisión de jubilarse profesionalmente y dar paso a las nuevas generaciones. No creo que ese momento vital le haya llegado al monarca Juan Carlos I.
Nuestro rey ha cumplido, con nota, un papel importantísimo en la historia reciente de España, contribuyendo decisoriamente en el mantenimiento y promoción de nuestra joven democracia. Por otro lado, el soberano Juan Carlos I, ha sido el mejor embajador de nuestro país y ha velado durante muchos años por los intereses políticos y económicos de España en el exterior.
Se dice que el rey Juan Carlos tiene una de las mejores agendas del mundo, una valiosa red de poderosos contactos e influyentes amistades. Creo que el rey todavía debe prestar un último servicio importantísimo a España, antes de retirarse, nuestro monarca debería liderar un camino urgente que busque la colaboración y el dialogo entre las diferentes fuerzas políticas. España se enfrenta a una explosiva situación social y económica, un escenario peligroso agravado por el descrédito profundo y generalizado de la clase política, el mundo financiero, la justicia y el propio sistema.