
Una pareja de vecinos de Villa del Prado, Félix y Ana, se han desplazado hasta Guatemala en un viaje muy especial para participar en un proyecto de voluntariado llamado Redes de Sabiduría. Llevaban varios años en contacto con una organización religiosa que trabaja en varios países centroamericanos ayudando a jóvenes de las aldeas que no tienen medios para estudiar, dándoles alojamiento, comida y la posibilidad de conseguir una formación que les facilite conseguir un trabajo cuando regresen a sus aldeas.
Han vivido en Cubulco, municipio del departamento de Baja Verapaz, situado a 200 kilómetros de la capital guatemalteca, lugar tranquilo en plena naturaleza. Su voluntariado ha consistido en habilitar una nave para conseguir el espacio donde alojar a las muchachas. Han fabricado camas de madera, instalado la electricidad, fontanería, pintura, etcétera.
Por las tardes se reunían con los niños, leyéndoles cuentos, ayudándoles con los estudios. Les hicieron una mesa de ping-pong para que jugaran. Con una simple cuerda les enseñaron cómo saltar a la comba, algo tan sencillo entusiasmó a los críos. Enseñaron a leer a varias personas adultas, aunque tuvieron especial problema con las mujeres; Félix cuenta el caso de una señora que empezó a leer y su esposo sintió celos y la prohibió ir a las clases pues es una sociedad muy machista.
Visitaban las aldeas para hablar con las familias y convencerles de que sus hijas fueran a estudiar a este centro. Los lugareños son muy tímidos y temen que si las muchachas estudian, cuando regresen no van a encontrar novio. Está mal visto que la mujer tenga más conocimientos que su marido. La mayor parte de las chicas estudia magisterio, es este el trabajo más demandado.
Para Félix ha sido una experiencia muy enriquecedora. Ha visto mucha pobreza, mucha suciedad, calles plagadas de ratas, algo similar a como se encontraba España al finalizar la Guerra Civil con infraviviendas que en Guatemala llaman chancas.
Le gustaría volver con otro proyecto para ayudar porque dice que se aprende muchísimo. Resume su experiencia: “me he venido con el corazón lleno, pero al volver a España he sentido el choque, las prisas, la mala educación, la falta de amabilidad”. Le duele seguir escuchando las frases típicas, “ese sudaca que se vayan a su país, que aquí no hay trabajo”. Por ello sugiere que “estas personas deberían ir allí para comprobar por qué se tienen que venir”.
La mayor parte de los hombres van armados con grandes machetes y tocados con sombrero. Los descendientes de los mayas se identifican por sus rasgos indios, van vestidos con mucho color y muchos de ellos hablan todavía aquellos dialectos. Están muy discriminados y viven en aldeas y casuchas que tienen cuartitos en los patios que usan como letrinas. No tienen agua potable por lo que la limpieza y la salubridad son difíciles de conseguir. Viven en casas de adobe en la cama es una jarapa en el suelo. Duermen vestidos.
La alimentación es muy básica: arroz blanco cocido con frijoles y tortillas de maíz. El café lo toman todos, incluso los niños en biberones.
Hay muy pocos hospitales y se encuentran en una situación muy precaria, sin material para curar, ni medicamentos que los propios enfermos deben comprar en las farmacias y aportar para su administración o cura hospitalaria.
Las distancias no se miden por kilómetros sino por horas. No siempre se tarda lo mismo aunque las distancias sean iguales. El modo de desplazamiento lo condiciona, a veces en carros o a veces andando. Compraron una moto para dejársela a las monjas y que las pudieran utilizar para moverse entre las aldeas.
Como en buena parte de Centroamérica, campan por toda Guatemala unas organizaciones mafiosas llamadas Maras, famosas por su extrema violencia. Entre algunas de sus andanzas vieron parar a los autobuses para pedir al conductor el pago del impuesto. Si no lo pagan pintan una carita triste en la luna delantera del autobús y si pagan la carita es sonriente De esta forma son marcados para atentar contra los que no cumplen con la extorsión.
Todas las tiendas tienen rejas y despachan a través de los barrotes, incluso están protegidas por vigilantes y policías. Hay mucha inseguridad. Los camiones que transportan material llevan personas armadas para proteger la mercancía y los coches llevan las lunas tintadas por seguridad.
El sueño de todos es emigrar a “Los Estados”, como ellos llaman a Estados Unidos. Por ello hay muchos niños solos que no conocen a su padre, se marchó en busca de una mejor vida aunque muchos de ellos la perdieron por el camino. Los que consiguen llegar a veces rehacen su vida con otra mujer y dejan de enviar dinero, por lo que las mafias que les prestaron la suma para pagar el viaje le quitan a la familia lo poco que tienen para cobrárselo.
Hay muy diferentes apariencias, los guatemaltecos originarios, descendientes de los mayas están discriminados, viven en pobres aldeas y tienen trabajos precarios, sus apellidos y nombres son en su lengua originaria, que muchos de ellos hablan todavía.
Los que están mezclados con los españoles son más claros, con apellidos castellanos. También los hay totalmente de raza blanca, descendientes directos de los europeos que son los que ocupan lo más alto de la sociedad, tienen los mejores trabajos y son respetados por toda la población.
El pueblo guatemalteco es cariñoso, amable, generoso. Te ofrecen lo poco que tienen, incluso su comida del día y supone para ellos un gran desprecio si no se lo aceptas.
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