• Prohibir tomar decisiones es la forma más común de violencia económica.

• El 72% de las víctimas de violencia económica también han sufrido amenazas y humillaciones.

La violencia económica se ha convertido en una forma de maltrato frecuente entre las mujeres víctimas de malos tratos. Un reciente estudio revela que 4 de cada 10 víctimas de violencia económica sufren también maltrato físico y más del 70% soportan maltrato psicológico en forma de amenazas, aislamiento o humillaciones.

Son los resultados de la encuesta realizada a cerca de 2.500 mujeres, dentro del estudio “La deuda de ser mujer: Radiografía de la brecha financiera en pleno siglo XXI”, de la divulgadora y experta en finanzas personales, Laura Encina.

Este estudio revela que el 52% de las encuestadas reconocen haber experimentado violencia económica de manera frecuente; lo que saca a relucir que este tipo de violencia no se produce con episodios aislados, sino de forma sostenida y estructural, convirtiéndose en parte de la dinámica de la pareja y haciendo la que la mujer desarrolle una dependencia económica crónica del hombre.

Esta violencia económica se acompaña, en muchas ocasiones, de otras formas de violencia. De hecho, el 72% de las encuestadas que fueron víctimas de violencia económica, reconocen haber sufrido también violencia psicológica. Una violencia que llegaba a tal punto que el 24% de las encuestadas afirma haber tenido pensamientos suicidas a raíz de su situación. “Esto se debe a que, al sufrir violencia económica, la mujer siente que ha perdido el control sobre la propia vida y sobre su futuro. Si a eso se suma el calvario diario y la manipulación, la devastación mental y moral es total”, explica Laura Encina, autora del estudio.

La encuesta también revela que el 39% de las víctimas de violencia económica también han sufrido violencia física. “Esto refuerza la teoría de que la violencia económica no es un componente aislado, sino que forma parte de una situación de maltrato integral, buscando limitar las posibilidades de la víctima para escapar del hogar y de la relación”, analiza Encina. Esta limitación de la libertad se ve reflejada en el hecho de que casi la mitad de las encuestadas (47%) confiesa haberse sentido atrapada en una relación por motivos económicos.

“Exigir recibos, pedir el cambio al céntimo o demandar explicaciones detalladas de cada gasto, por pequeño que sea, no son formas de ahorro, son tácticas que usan los maltratadores para anular la autonomía de la víctima a través de micro control” detalla Laura Encina. “Con estos comportamientos le están mandado a la mujer un mensaje claro -aquí mando yo y el dinero es mío- “, añade. “Y muchas veces es cierto que el dinero es ganado únicamente por el hombre, porque el 71% de las encuestadas reconoce que su pareja ha impedido que se desarrollen profesionalmente, usando la necesidad de cuidado de los hijos como excusa para convencerlas de abandonar su vida laboral”, apunta Encina.

El control y la violencia económica pueden ocurrir, también, cuando las mujeres disponen de ingresos propios. Y es que esta encuesta saca a relucir que el 69% de las víctimas de violencia económica no disponen de una cuenta bancaria propia, incluso aunque tengan ingresos. Esto supone que las víctimas no pueden recibir su salario o subsidio de forma independiente ni manejar su dinero sin control del maltratador.

“Incluso cuando la mujer consigue romper la relación, la violencia económica continúa a través del impago de pensiones o la aparición de préstamos o deudas que se contrajeron a nombre de la víctima sin que ella lo consintiese” explica Laura Encina. “Y las instituciones no ayudan. De hecho, más de la mitad de las víctimas (62%) han necesitado apoyo institucional, pero no lo han solicitado por sentir vergüenza y agotamiento ante el laberinto burocrático. Esto es algo que debe cambiar urgentemente”, añade la autora del estudio.