Nuestra comarca ha podido disfrutar de su tradicional Semana Santa recuperando en gran medida la ansiada normalidad tras dos años de limitaciones a causa de la pandemia. Procesiones, actos litúrgicos y romerías pudieron celebrarse al aire libre, pues incluso la meteorología fue favorable la mayor parte de los días. Los municipios de la Sierra Oeste se llenaron de visitantes deseosos de participar en tan señaladas fechas consiguiendo así acercarse al ritmo habitual anterior a la COVID-19 y sirviendo de buen augurio de cara a una temporada estival en la que, una vez más, será fundamental para su economía el turismo.

Download (PDF, 24.22MB)

El auge del populismo de derechas

Algo no deben hacer bien los políticos progresistas de la vieja Europa si pierden la confianza del pueblo llano después de hacer frente a una pandemia y a una guerra dentro de sus límites geográficos. Parece mentira, pero lo cierto es que Marine Le Pen ha estado a punto de dar la campanada en las presidenciales francesas. ¿Cómo es posible que la ultraderecha siga ganando terreno en un país que sufrió en carne propia la barbarie del nazismo? Los franceses se han olvidado del pasado y han comprado una opción que se presenta con una cara más amable al electorado, centrándose en las cuestiones básicas, en la economía y en el malestar social de unos votantes hartos de la desigualdad intrínseca al mundo capitalista globalizado en el que vivimos. Se han aliado primero con democristianos y liberales –formando el “círculo burgués”, en palabras del líder del AfD, Jörg Meuthen– para desmarcarse después adueñándose de añejos lemas de la izquierda al cargar contra las élites adineradas.
En España la ultraderecha ha hecho tres cuartos de lo mismo sin limaduras ni blanqueo de cara. Vox predica el autoritarismo aferrándose a una constitución que no le gusta, pues quiere disolver el mapa autonómico liquidando la apuesta del 78 para una España diversa; pretende que los ciudadanos colaboren con la policía en la identificación de inmigrantes ilegales y propone una expulsión colectiva (contraria a los convenios sobre derechos humanos); justifica el franquismo y propugna la derogación de la Ley de Memoria Histórica; niega que exista la violencia machista y pide cambiar esa ley por otra de violencia doméstica que no juzgue el sexo del agresor; además demoniza el matrimonio entre personas del mismo sexo y se opone de plano al aborto. Sus políticas económicas son difusas y difícilmente factibles, reduciendo el problema al despilfarro del sueldo de los altos cargos y de las subvenciones prometiéndoselas (eso sí) solo a ganaderos, agricultores y transportistas, mirando impúdicamente a la galería.
Lo más preocupante es que su amenaza, al igual que la de Le Pen, es real, no un mero amago. De la mano de Mañueco ya han llegado a un gobierno autonómico en calidad de socios y, lejos de bajarse el sueldo, lo primero que han hecho es dotar al nuevo presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán (Vox), con una retribución anual de 101.555,28 euros brutos, 15.000 más que Pedro Sánchez. Debe ser que, a pesar de su talante monárquico y católico, aquello de predicar con el ejemplo no va con ellos.