
- Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste.
Los guardianes indispensables de la salud de nuestros ecosistemas.
Las aves necrófagas, también conocidas como aves carroñeras, desempeñan un papel fundamental en el equilibrio ecológico y la salud de, prácticamente, todos los ecosistemas. Estas aves, que se alimentan principalmente de animales muertos, actúan como “saneadoras” naturales, ayudando a eliminar rápidamente los restos de animales muertos en la naturaleza.
Su función es tan importante que se han merecido un día en nuestro calendario. Todos los primeros sábados de septiembre se celebra el “día mundial de las aves necrófagas”. Veamos porqué:
Una de las funciones más importantes de estas aves es la prevención de la propagación de enfermedades. Cuando un animal muere, su cuerpo puede convertirse en un foco de infección en el que bacterias, virus y parásitos que podrían afectar a otras especies, incluyendo a los humanos.
Buitres (leonados y negros), quebrantahuesos y alimoches consumen estos cadáveres antes de que las enfermedades puedan propagarse, actuando como un sistema natural de control sanitario.
Además, estas aves contribuyen al reciclaje de nutrientes en el ecosistema. Al consumir la materia orgánica muerta, aceleran el proceso de descomposición y liberan nutrientes esenciales que regresan al suelo, favoreciendo el crecimiento de especies vegetales y manteniendo la fertilidad del terreno. Esto es vital para la salud general del ecosistema y, por ende, para la biodiversidad.
El declive de las poblaciones de aves necrófagas en varias partes del mundo ha demostrado el impacto negativo que su ausencia puede generar. Sin estas aves, los cadáveres permanecen más tiempo en el ambiente, lo que no solo aumenta el riesgo de enfermedades, sino que también altera las cadenas alimenticias y puede provocar un aumento en la población de otros animales oportunistas menos eficientes en la limpieza, como ciertos mamíferos.
Además, las aves carroñeras tienen un valor cultural y científico importante. En muchas culturas, estas aves son símbolos de renovación y equilibrio. Desde el punto de vista científico, su estudio ayuda a entender mejor los procesos ecológicos y la dinámica de los ecosistemas.
¿Cómo han llegado a esta especialización en su alimentación?
Las aves necrófagas han desarrollado adaptaciones únicas que les permiten sobrevivir en su entorno y cumplir un papel crucial en los ecosistemas. Estas adaptaciones son tanto físicas como comportamentales y son esenciales para su dieta basada en la carroña.
Una de las adaptaciones más notables es su aguda visión. Estas aves pueden detectar restos de animales desde grandes alturas, lo que les permite localizar fuentes de animales en vastas extensiones de terreno. Además, su capacidad para volar a gran altitud les ayuda a cubrir grandes áreas en busca de carroña.
En cuanto a su fisiología, estas aves tienen un sistema digestivo altamente especializado. Su estómago es extremadamente ácido, lo que les permite descomponer y digerir carne en descomposición sin contraer enfermedades. Esta adaptación es crucial, ya que su dieta puede incluir patógenos y bacterias que serían peligrosos para otras especies.
El pico, aun siendo característico de las rapaces, es bastante grande y robusto y está especializado en desgarrar tejidos y carne. En cambio, las garras, a pesar de ser grandes, no tienen capacidad de prensión y su única función es la de sujetar.
Presentan un plumaje adaptado a su estilo de vida. Los buitres, por ejemplo, tienen plumas que les ayudan a mantenerse limpios. Suelen ser menos densas y más escasas en las áreas del cuerpo que entran en contacto con la carroña, lo que facilita la limpieza y reduce el riesgo de infecciones.
El comportamiento social de algunas especies es fascinante. Muchas de ellas, como ocurre con los buitres leonados, son altamente sociales y se agrupan para alimentarse, lo que les permite defenderse de otros competidores y maximizar la eficiencia en la búsqueda de alimento. Esta cooperación social es clave para su éxito como carroñeras.
Especies de carroñeras en la Península Ibérica
España es un enclave crucial para la conservación de las aves carroñeras europeas, en nuestro país se reproduce el 98 % de la población europea de buitre negro, el 94 % de buitre leonado, el 82 % de alimoche y el 66 % de la población europea de quebrantahuesos.
Uno de los grandes atractivos para el turismo de naturaleza en España son estas aves, ya que en gran parte de Europa están extinguidas o sus poblaciones son muy reducidas y mucho menos diversas.
Buitre negro (Aegypius monachus)
La más grande de todas las rapaces. Mientras que en otros países europeos la especie está extinguida, en España podemos presumir de tener la mayor población de buitre negro del continente, aunque en número de ejemplares está bastante alejado de su pariente más próximo, el buitre leonado. De hábitos más bien solitarios, la pareja anida en copas elevadas de árboles.
Buitre leonado (Gyps fulvus)
De las carroñeras, es la especie más extendida en nuestro país y la segunda más grande, tan solo superado por el buitre negro. A diferencia de este último, posee un carácter más social y gregario, anida en riscos y cortados, formando colonias más o menos grandes.
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
Quizás, la especie más amenazada de todas y con poblaciones muy exclusivas en zonas del Pirineo, aunque parece que los programas de reproducción y de introducción en otras áreas peninsulares están arrojando buenos resultados. Se alimenta, como bien indica su nombre, de huesos.

Verdemorillo es una asociación ecologista vecinal que actúa para preservar la biodiversidad de la comarca de Valdemorillo desde tres frentes: la divulgación, la denuncia y la realización de proyectos de conservación. Si deseas saber más sobre este u otros temas entra en www.verdemorillo.org
Textos y fotografías: Chema Iniesta. Educador ambiental y miembro de Verdemorillo.