• Almadekántaro es una apuesta por los oficios, la identidad y el trabajo hecho con dedicación, lejos de la producción rápida y despersonalizada.

Karmele Angulo, vecina de Fresnedillas de la Oliva es la principal impulsora de una de las ferias de artesanía más importantes de la comarca a través de Almadekántaro. ¿Qué es exactamente?
Almadekántaro es un movimiento que defiende la artesanía como un valor cultural, social y económico. Un movimiento que apuesta por los oficios, la identidad y el trabajo hecho con dedicación, lejos de la producción rápida y despersonalizada.
Los días 6 y 7 de diciembre celebráis un nuevo mercado en Fresnedillas de la Oliva. ¿Qué podrá encontrar el público que se acerque esos días?
En esta tercera edición de la Feria de Navidad, quienes nos visiten podrán encontrar artesanía auténtica, piezas creadas con oficio y una relación cercana entre quien hace y quien visita. Sobre todo, encontrarán algo que define todo lo que hacemos: somos comunidad. Una comunidad comprometida con los valores del artesanado y con la creación de productos nobles.
Siempre hablas de que detrás de cada pieza hay una historia. ¿Por qué es tan importante esta filosofía?
Porque una pieza artesanal no nace de una máquina; nace de una persona con todas sus circunstancias personales, pero también con su recorrido vital y su momento. Cada pieza es reflejo de su técnica, de su tiempo, de su memoria. Entender su historia es valorar el trabajo y dignificar el oficio. Esa implicación entre el artesano y el producto artesanal es una característica de nuestra comunidad que cuidamos.

En un mundo acelerado, ¿qué significa apostar por la artesanía de calidad?
Significa elegir piezas que duran, procesos respetuosos y productos que nacen de manos expertas. Es apoyar un modelo de consumo más consciente y más humano.

¿Cómo seleccionáis a las artesanas y artesanos que participan de vuestra feria?
Buscamos autenticidad, calidad en los materiales y una trayectoria cuidada.
Cada persona que participa comparte una visión clara: la artesanía como forma de vida, no como tendencia pasajera. En cada objeto tiene que verse esa profunda relación entre el creador y la obra, el compromiso con la técnica y los materiales y el amor al trabajo manual, además de una buena técnica en cada área.

Llama mucho la atención la cantidad de personas conocidas que os acompañan y apoyan el proyecto. ¿Qué papel tienen figuras como Rozalén, Gabino Diego, Karmele Larrinaga o Hovik?
Son personas que valoran profundamente la cultura y los oficios. Su apoyo ayuda a visibilizar el trabajo de las artesanas y a recordar que la artesanía forma parte del patrimonio cultural de un país. No vienen por imagen: vienen porque lo sienten. Quiero aprovechar para agradecerles públicamente a todos ellos el apoyo que nos han dado y el compromiso que tienen con este proyecto.

Me has dicho que Almadekántaro “no es solo un mercado, es una comunidad”. ¿Qué hacéis para que la gente lo sienta así?
Lo esencial es la cercanía. Escuchar, acompañar, reconocer el trabajo de cada persona. Esa forma de relacionarnos es lo que hace que quien viene quiera volver. No solo nos encontramos en la feria. Entre una feria y otra estamos en contacto, compartimos un andar y un estar en el mundo.

Karmele Angulo.

Fresnedillas de la Oliva es la cuna y el centro de este proyecto. ¿Qué aporta el pueblo?
Aporta territorio, identidad y un entorno perfecto para que la artesanía se exprese con naturalidad. Y el mercado aporta movimiento cultural y un punto de encuentro para creadoras y visitantes.

A nivel personal, ¿qué supone para ti organizar este mercado?
Supone entrega y emoción. Ver reunidas a tantas creadoras y al público apoyando lo local me confirma que este movimiento tiene sentido y futuro.

Para terminar: ¿Por qué nadie debería perderse el Mercado de Artesanía Almadekántaro el 6 y 7 de diciembre?
Porque cada pieza tiene alma, porque apoyamos lo real y porque somos comunidad. Un espacio donde encontrarnos y celebrar lo que nos hace únicas.