
- La región cuenta con más de 105.000 licencias, de las que el 55 % autorizan la práctica de la pesca.
- El sector genera en España actividad económica por valor de 3.500 millones de euros y 54.000 puestos de trabajo.
La Comunidad de Madrid cuenta en la actualidad con más de 105.000 licencias de caza y pesca, de las que el 55 % corresponde a autorizaciones para el ejercicio de actividad piscícola en la región. De las casi 16.000 licencias interautonómicas, 11.875 son de pesca. Se trata de un permiso único válido en las ocho comunidades autónomas que lo tienen implantado y que, junto con la Comunidad de Madrid, son Aragón, Asturias, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Comunidad Valenciana y Murcia.
El sector genera un flujo económico de unos 3.500 millones de euros al año y contribuye a la creación y mantenimiento de 54.000 puestos de trabajo en España, empleos vinculados directamente a la actividad cinegética y a otros ámbitos, como el turismo, que se derivan de la misma, además de contribuir a la dinamización socioeconómica del medio rural y a la conservación de la naturaleza.
Así lo señaló el 1 de marzo el consejero de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio, Pedro Rollán, en el transcurso de una visita a Cinegética 2018, la principal feria del sector de la caza y la pesca que se organiza en España y una de las más destacadas de Europa.
Rollán destacó que la presencia de la Comunidad de Madrid en este evento, que se ha celebrado en IFEMA hasta el domingo 4 de marzo con 34.000 visitantes, se centra en la divulgación de los espacios naturales y de las especies protegidas de la región, así como en la difusión de aspectos de la gestión medioambiental que se lleva a cabo.
En la Comunidad de Madrid, tanto la caza como la pesca son actividades reguladas que solo pueden desarrollarse en los lugares y periodos autorizados. En la región hay 768 cotos de caza y 16 cotos de pesca.
JORNADA DE UNA PAREJA DE LIEBRES EN POLVORANCA
Las observo gozosas y felices,
son pareja, retozan y se aquietan,
y acezantes otean y se inquietan
mezcladas junto al bando de perdices.
Sin temores a perros y escopetas,
el parque lo recorren por entero,
manteniendo atalaya en un otero
y viendo el circular de bicicletas.
Después se difuminan por los pinos,
dejando huella en los cruces de caminos,
y haciendo discreción de dónde encaman.
Y al aproximarse lenta la noche
y cerrar la jornada con un broche,
gañen las liebre y su amor proclaman.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho