Categoría | Editorial

Un sangrado doloroso y absurdo

Hace pocos días la prestigiosa revista Time publicaba: “Cualquiera que sea el número que se mire, España se encuentra en una espiral de muerte, un círculo autodestructivo de recesión y austeridad, que está enviando a uno de los miembros más importantes de Europa a una edad económica oscura”.

Según la encuesta del  CIS  (Centro de Investigaciones Sociológicas) del mes de marzo,  solo el 26,7% de los votantes del PP confía en que el Gobierno mejorará la situación económica del país, mientras que el 35,7% de estos mismos votantes considera que la situación de incertidumbre seguirá constante y un 27% piensa que empeorará. Es decir, la mayoría de los ciudadanos que ha votado al PP no cree que sus decisiones sean capaces de mejorar la situación económica de España.

El principal factor que hace peligrar la situación financiera de un país es, como ha reconocido el ministro De Guindos, que la economía no sea capaz de crecer, pues hace que los ingresos del Estado sean menores, el consumo se hunda y con él la mayoría del tejido empresarial, aumentando vertiginosamente los índices de paro y unas desigualdades sociales que tarde o temprano terminarán por estallar.

Es llamativo y produce perplejidad que por un lado desde Europa y los principales organismos financieros internacionales se estén jaleando las medidas de austeridad del Gobierno de Rajoy para alcanzar un  casi imposible déficit del 5,3% del PIB, y por otro lado los inversores nos castiguen día tras día por nuestra incapacidad para sobreponernos a una situación de recesión económica, promovida y alimentada por las propias medidas de austeridad tomadas.

Estamos sufriendo impasiblemente el intento de exportación del modelo alemán al resto de la Unión Europea, sin tener en cuenta que ni España ni la mayoría de países de la Unión tienen la capacidad exportadora de Alemania, ni su capacidad innovadora, ni mucho menos su sistema de protección social. La estructura ideológica neoliberal que está detrás de toda esta avalancha de austeridad, desregulaciones y reducción de salarios está creando un problema grave de recesión y parón en seco de la demanda en toda Europa, con consecuencias económicas y sociales catastróficas en los países más débiles.

Es evidente que se necesitan medidas de austeridad, un gasto más eficaz y controlado, pero es absurdo intentar conseguir este objetivo en tan corto periodo y con unas medidas que solamente promueven la desinversión, la destrucción económica y el paro. La realidad es tozuda y va más allá de ideologías económicas, los fríos datos demuestran cómo las medidas de austeridad enloquecidas están haciendo a España y a todos los países donde se están aplicando mucho más débiles y no más fuertes como intentan convencernos machaconamente. Veamos ejemplos con datos reconocidos por el propio Gobierno, se espera una contracción en el PIB de un 1,7% para este año, aunque cada vez más economistas hablan de cifras cercanas al 3%, un nivel de desempleo en aumento que llegará en mayo al 25% (600.000 parados más para final de año) y un nivel de morosidad que se acerca al 8%. Si añadimos a esta ecuación los recortes históricos y salvajes en materias tan sensibles y vitales para el desarrollo de un país como la enseñanza, la sanidad, la inversión en infraestructuras, la investigación científica o las políticas de empleo  es totalmente fantasioso e inverosímil que se pretenda crecer con esta cimentación. Cada vez más expertos cuestionan abiertamente estas políticas suicidas, pero Alemania, la verdadera cabeza de esta Europa mercantilista, no se da por aludida y los gobiernos siguen sus políticas a rajatabla, caiga quien caiga y empobrezca a quien empobrezca.

La política económica adoptada se parece cada vez más a la técnica de los médicos en la antigüedad, que todo lo curaban sangrando a los enfermos, con lo que se debilitaban cada día un poco más y terminaban muriendo, en muchos casos por la propia terapia aplicada.

Cualquiera que quiera saber más sobre los resultados de la terapia de austeridad solamente tiene que ir a las hemerotecas y observar el resultado de aplicar 30 años de medicina austera (desde la década de los 80) con el objetivo de pagar una deuda externa impagable. Las injustas e inmorales medidas de austeridad aplicadas  por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en  gran parte de África, América Latina y algunos países asiáticos, destinando al pago de la deuda los escasos recursos con los que contaban, llevaron a la pobreza a millones de personas, como constataron más tarde numerosos  informes de diversas agencias de la ONU. Parece que la historia se repite y el saqueo le toca esta vez a algunos países de Europa. El terreno se está abonando adecuadamente inoculando en la población, mediante una hábil manipulación mediática y política, una mezcla letal de miedo, apatía y enfrentamiento. Un sangrado del siglo XXI que empieza a dar sus codiciados frutos a una pequeña élite, que se está aprovechando de unas sociedades adecuadamente debilitadas.

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