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Sin presupuesto para Virginia

Se suspende la adaptación de Orlando, de Virginia Woolf, producida por Teatro Defondo.

Falta de presupuesto. Esto es lo que ha alegado el Ayuntamiento de Valdemorillo para no programar finalmente una de las funciones que tenía apalabradas para representar el próximo 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en su localidad, dentro del Festival 7 Villas de la Comunidad de Madrid. La adaptación de Orlando, de Virginia Woolf, producida por la compañía de Teatro Defondo, finalmente no se podrá disfrutar en la Casa de Cultura Giralt Laporta, según el consistorio, “por razones económicas”.
Sin embargo, Pablo Huetos, el productor de la compañía y muchas otras personas, incluidos algunos de los medios de comunicación más importantes de nuestro país, tienen una opinión diferente, según un comunicado difundido por la propia compañía teatral. Se ha querido “denunciar que se persiga una obra de la literatura universal y a una autora reconocida mundialmente”.
Y es que Huetos cree que detrás del motivo alegado por el Ayuntamiento valdemorillense se encuentra en realidad una cuestión ideológica. “Intentar demonizar la cultura y reducirla a etiquetas tendenciosas es solo el primer paso hacia la censura y la quema de libros que no se ajusten a la ideología dominante”. También afirmaba que “estoy seguro de que quien ha decidido no programar esta función no la ha visto, porque es una adaptación que puede gustar a cualquier persona, del espectro político que sea. Esto es arte, no ideología. Si nos hubiesen dicho que la adaptación no les gusta o que nos apartamos mucho del original o que es un bodrio, lo habríamos entendido mejor”.
Se da la circunstancia de que esta versión de Orlando, en la que se cambia al protagonista masculino del original y se le convierte en mujer, estaba aceptada originalmente por el equipo de gobierno anterior, formado por una coalición del Partido Popular y Ciudadanos. Ahora, la responsable de cultura de Valdemorillo pertenece a VOX. Desde A21 hemos intentado hablar con la concejala de cultura, Victoria Amparo Gil Movellán, aunque finalmente tuvimos que intentarlo con Jorge Manuel Mirat (2º teniente de alcalde y líder de VOX en la localidad), quien nos indicó que sería mejor contactar con el departamento de prensa local, desde donde nos han informado del motivo oficial, ese cambio de presupuesto que también ha influido, afirma, en que durante este verano no vaya a haber cine de verano en Valdemorillo.
Aun así, tanto la compañía como la prensa nacional hablan de veto ideológico y de censura, como hemos encontrado en informaciones de Europa Press, Cadena Ser, La Razón, 20 Minutos, El Mundo, Público, El Confidencial, La Vanguardia y muchos otros medios.
Sea como fuere, Teatro Defondo afirma que seguirá haciendo su trabajo y girando con una función que lleva más de 100 representaciones en toda España y ha ganado diversos premios y distinciones por toda la geografía nacional.
De hecho, dentro de este Festival 7 Villas propuesto por la Comunidad de Madrid y que provoca que el precio del caché de la obra se reduzca a un tercio de su valor real para el ayuntamiento contratante, hay otra función de esta misma compañía que a día de hoy sigue en curso, aunque no sabemos si finalmente se realizará o si no se ajustará al presupuesto de cultura previsto para el nuevo curso.

Como un elefante en una cacharrería

Probablemente, la transgresión sea una de las palabras que más haya que usar a la hora de hacer cultura. Sí, es cierto, a nadie le gusta molestar porque sí, ni ir más allá de la raya a la hora de crear por apetencias extrañas. Pero romper fronteras, cambiar la perspectiva, mirar hacia ese lado al que otros nunca miran y gritar lo que nadie ha gritado nunca es lo que define, en buena parte, la cultura y el arte, así, con mayúsculas. Por eso, es tan doloroso y extravagante que haya quien se crea con la potestad de apaciguar esa transgresión, de limitar ese deambular fronterizo, de mirar un poco más allá. Y en nuestro país, desgraciadamente, lo estamos viendo en ejemplos cada día más alarmantes. Hay un intento de limitar la cultura y la libertad de expresión demasiado evidente. Además, algo que me llama muchísimo la atención es que esos golpes de autoridad, o de dignidad mal entendida, lleguen desde aquellos que llevan años proclamando que hay poderes que nos quieren adoctrinar o que hay quienes quieren decirnos cómo tenemos que vivir, quienes nos advierten frente a esos intentos flagrantes de dirigirnos hacia una misma meta que, afirman, nos alienará y convertirá en una masa obediente y sumisa. Esto podría ser gracioso de no ser tan irritante. Los mismos que nos dicen a todos cómo tienen que ser las familias, cómo nos tenemos que comportar, cómo tenemos que ver el mundo, cómo tenemos que actuar en según qué situaciones, cómo y a quiénes tenemos que amar y cómo tenemos que seguir las doctrinas de esas instituciones y personas que sí les parecen aceptables, esos mismos son los que nos dicen que otros nos están adoctrinando.
Y lo hacen suspendiendo eventos, intentando vetar la libertad educativa, procurando censurar el pensamiento divergente y tomando el control de aquellos rincones en los que es más sencillo controlar qué vemos, qué disfrutamos y qué vivimos en nuestro mundo cultural y social. Lo hacen sin ningún tipo de control ni, por lo menos a mi manera de entender, inteligencia, como elefantes torpes en una tienda de porcelanas.
Esta misma mañana debatía con un amigo sobre la palabra censura, qué es y qué no es censura. No es sencillo afirmarlo con claridad, pero sí que me parece sencillo pensar que todo elemento cultural que discurra por todos los cauces legales, constitucionales y democráticos que alguien decida no programar o que no nos deje disfrutar por creer que es contrario a sus propias ideas, simplemente por eso, para mí es censura. Y sí, también en mayúsculas.
Y además de censura, es un insulto a nuestra inteligencia como espectadores. Creo que la mayoría nos damos cuenta de cuando alguien está elaborando un mensaje para convencernos de algo. Somos todos mayorcitos y no necesitamos de personas que nos adviertan de según qué cosas. Hay asuntos que se ven sin ningún tipo de problema, de verdad.
Una obra de teatro puede ser subversiva, dolorosa, hiriente incluso, pero si en su realización no se incumple ninguna ley, ¿qué puede provocar? ¿Pensaremos? ¿Saldrán aquellos que la lean, cual seguidores de deportes masivos, a la calle para gritar, cantar, romper mobiliario urbano o pegarse con las autoridades pertinentes? De una función teatral, habitualmente, no se sale gritando ni con ansias de escalar semáforos o farolas. Habitualmente no es así. De una función teatral se sale hablando. A veces en silencio, otras contento, en ocasiones triste, puede que emocionado, en el peor de los casos indiferente y, con suerte, de una función teatral se sale pensando.
Quizá ahí radique el problema, en este último verbo. Puede que exista quien crea que eso de pensar algo que yo no pienso es peligroso e insano. Sí, los intolerantes suelen pensar así casi siempre. Un pensamiento de personas cobardes o inseguras. También de aquellos que saben que no tienen razón, que para tenerla o aferrarla, necesitan acallar las voces de los demás. Quizá estemos en un país de cobardes e inseguros, de personas que piensan que opinar de manera diferente es peligroso, insano y censurable.
Creo estar seguro de que no es así, los españoles no hemos demostrado nunca ser cobardes como pueblo ni como nación. Tampoco de dejarnos convencer fácilmente y con maneras burdas, por eso me extraña que se censuren libertades, expresiones, ideas y funciones teatrales. Y, ¿sabéis qué? Personalmente, creo que hay pensamientos, ideas y opiniones que no merecen ni escucharse y mucho menos propagarse en voz alta, pero incluso así, incluso pensando que hay ideas que no merecen existir, soy capaz de escucharlas y, con un gran esfuerzo, respetar a las personas que las esgrimen.
Estoy convencido de que habrá quien piense que todo esto que digo tendría que prohibirse, tacharse, censurarse y tirarse a la basura. Espero que, aun pensando eso, todas esas personas que lo crean sean capaces de aceptar estas palabras como acepto yo tantas y tantas palabras e ideas que me parecen trasnochadas, antiguas y fuera de tiempo y de lugar.

Javier Fernández Jiménez.

Una Respuesta para “Sin presupuesto para Virginia”

  1. ÓSIP MANDELSTAM
    A Alexandr Soljenitsin

    Nunca a los soviets cantó
    ni exaltó o cantó al tirano,
    y en su verso cotidiano
    una ética se implantó.
    Contra el tirano apuntó
    con su prosa y con su rima,
    y sumergido en la sima
    de la tundra siberiana,
    sobre la helada sabana
    Ósip murió en el Kolima.

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