Actualmente, el sueldo de los alcaldes y concejales es potestad exclusiva de cada municipio, con la crisis en los presupuestos municipales se abre este debate.

DULCE

En los tiempos de austeridad impuesta que sufrimos, los políticos locales deben ser los primeros en dar ejemplo de esta austeridad. Actualmente cada alcalde es libre de ponerse el sueldo que quiera, dándose auténticos disparates sin sentido, como que alcaldes de algunas ciudades ganen más que un ministro o que el propio presidente del Gobierno, o que alcaldes de pueblos pequeños parecidos tengan grandes diferencias salariales inexplicables. 

Es necesario que el Gobierno, o a través de la Federación Española de Municipios se imponga un baremo de máximos y mínimos en función de la población, el presupuesto anual o la situación económica del ayuntamiento. Con una sencilla baremación se evitarían agravios comparativos entre pueblos y despilfarros considerables en la administración local.

Puede que la palabra de moda, austeridad, lleve a algunos representantes públicos a dar un necesario ejemplo y bajarse unos sueldos que en algunos casos son inauditos, además de cobrar dietas insostenibles y cobros diversos que deberían incluirse en el salario como la asistencia a comisiones. Cuando alguien decide meterse en política tiene que tener un sueldo digno, pero nada más, la vocación de servicio público debe imperar sobre cualquier otra cuestión, especialmente la económica.

SALADO

Se trata de un tema que se presta a demasiado populismo y demagogia. La inmensa mayoría de alcaldes de nuestro país no tienen sueldos desproporcionados y ya no digamos si nos vamos al ámbito rural donde muchos son poco más que mileuristas e incluso algunos ni siquiera cobran, por el pequeño tamaño de sus pueblos y la falta de presupuesto para cobrar algo. 

Los municipios deben mantener su autonomía municipal e imponer algún tipo de baremo, sería coartar esa independencia. ¿Por qué no se plantea este debate con los diputados de las 17 autonomías? Los diputados cobran sueldos muy distintos, pero estas diferencias, en algunos casos muy llamativas, no parecen estar en el calendario de nadie, es mucho más cómodo polemizar con la administración más débil y carente de recursos. 

El trabajo de alcalde es en muchos casos casi vocacional, el sueldo que cobran la mayoría de ellos no compensa la dedicación que requiere, ya que, sobre todo en los municipios pequeños y medianos, se es alcalde las 24 horas, cualquier momento es bueno para que los vecinos les consulten. Existen otras prioridades como una nueva Ley de la Administración Local que distribuya de forma justa los ingresos de los impuestos