- Por alegrías, entre tarantos, bulerías, tientos y la soleá, el mejor flamenco elevó la grandeza de su eco en el Auditorio de la Giralt Laporta.
Más de medio siglo de arte y pureza atesora la voz de Alfonso Salmerón, voz que se elevó potente, suave, elegante, con el eco del sentimiento que es alma del flamenco. Acompañado por el certero acorde de la guitarra de Antonio Amaya, el cantaor emocionó al público de Valdemorillo a su paso por las tablas de la Giralt Laporta haciendo de la velada del pasado 15 de noviembre un auténtico encuentro con lo mejor del flamenco. Acompañado a la guitarra por Antonio Amaya, el cantaor plasmó la majestad de su cante en un recorrido por los distintos palos, arrancándose por alegrías y tientos, fandango y bulerías, para cosechar las ovaciones y aplausos de todos los asistentes.
Y es que no faltó la soleá, ni los tarantos y tarantas, en una actuación que Salmerón aprovechó para desplegar toda la expresividad y dramatismo del flamenco en los acentos de una voz inigualable, revestida por la experiencia y sensibilidad de este almeriense de cuna, maestro cuyo nombre y ha compartido cartel junto a otros artistas del auténtico cante hondo.