Estamos con Antonio J. Aumesquet Nosea, biólogo y promotor de la Bodega Aumesquet Garrido, situada en el término municipal de Cadalso de los Vidrios (Madrid, territorio que ha sido elegido conscientemente por la calidad de su terreno para el cultivo del vino. Es una bodega pequeña, lo que en Francia llaman bodegas de garaje, algo importante para poder apreciar el esfuerzo personal que realizan los promotores, desde hace años les atraía la idea de hacer vino, después de varios cursos de enología miramos en este territorio por el tipo de uva (garnacha) y la orografía y calidad del terreno. Invirtieron todos sus ahorros para hacer realidad este sueño.

Aquí es cuando empieza la odisea, pues la Administración es una trampa continua. “nos embarcamos en un proyecto del que a veces dudas profundamente puesto que no es fácil ponerlo en marcha y nos encontramos con dificultades a todas luces innecesarias”. Asfixiados económicamente y con otras dificultades añadidas, se encuentran con una Administración desconcertante. “Deberían ponerlo facilísimo para la gente que quiere invertir y crear riqueza en el territorio”. Tardaron mucho tiempo en darles licencias y otro gran problema es que no están integrados los diferentes departamentos, por ejemplo sanidad que además son los últimos a revisar, “cuando ya has hecho la obra y tienes que empezar a tirar paredes y hacer otros arreglos que si los hubiéramos tenido previstos desde el principio te ahorras un montón de dinero”. Así pues terminaron la construcción en el 2006 aunque toda la documentación en regla la consiguieron en 2008.
Cada año van innovando, “aunque siempre me he sentido muy satisfecho de los caldos obtenidos”, depende mucho de la materia prima que es muy buena pero cada año realizan “algún experimento”. Por ejemplo este sacarán un crianza con solo 4 meses de barrica por el que tienen mucha ilusión. Afecta también la forma de hacer el vino. “Yo lo dejo de cuatro a seis meses con las lías (restos de levadura) que van cayendo al fondo y que generan una serie de aromas y propiedades que repercuten en el resultado final”. Otro proceso es la relación del tiempo y uso con los hollejos que afectan a los colores y los taninos que dan el cuerpo al tinto. Procesos complejos y alternativas de producción que diferencian el resultado de los caldos. Un trabajo artesanal, artístico, cuyo premio es la aceptación del público.
Otro tema que complica la cosa es la Denominación de Origen, pues hay que tener en cuenta que esta comarca se encuentra en la confluencia de tres provincias, “yo tengo uva en las tres”, que son del mismo tipo, con la misma calidad de terreno y la misma meteorología. Ahora se plantean solicitar la D.O. de Madrid ya que tiene sus ventajas a la hora de la comercialización. “Rioja tiene parte de Navarra y del País Vasco, aquí debería pasar lo mismo, como comarca natural”. Debería ser con el suelo y el clima, no tiene sentido que sea la provincia porque Madrid tiene zonas muy diferentes, no se parece nada la de Arganda a Navalcarnero o a la nuestra.
Aunque en la comarca se están introduciendo otras variedades, a esta bodega le atrae principalmente la garnacha, aprovechando la antigüedad que tienen las cepas que son las que mejores caldos generan. Hay cepas de 50 o 60 años y el resultado es excepcional. Es una uva más difícil, para sacar un vino de calidad y que luego tiene una graduación alcohólica alta, necesita una observación más compleja. Pero precisamente por eso lo valoran tanto los consumidores finales. A nivel de aromas tiene menos olores de frutos rojos, llegan más los olores a regaliz y a flores, olores más cálidos. Tiene un paso de boca muy dulce.
Un proyecto que nace de una ilusión, es un sueño que se está haciendo realidad” y que ahora tienen que centrar en el marketing”. Hay un potencial muy importante con el enoturismo, entre todos deberíamos ser capaces de unir recursos: hostelería, bodegas, patrimonio cultural, etc. “Deberíamos crear conciencia del vino de la tierra como recurso, como patrimonio cultural”.