En el peor San Isidro de los últimos veinte años, sacar algo positivo se convierte en una tarea ardua y difícil. Pero puestos a hacerlo me quedo con que esta feria ha sido la del triunfo de la verdad. El triunfo de la verdad de un ganadero íntegro y honesto, de un ganadero de los que ya no quedan, Fernando Cuadri, quien lidió el día 1 una gran corrida de toros; encastada con todos sus matices y dificultades, pero con tres toros para haber encumbrado a los toreros, primero, tercero y quinto. Una corrida excelentemente presentada, honda, cuajada y muy seria. En definitiva, una corrida de toros.
Roberto Cordero Navarro
También ha triunfado la verdad de Sebastián Castella y de Javier Castaño. Cada uno en su registro. Castella jugándosela de verdad, sin trampa ni cartón y Castaño recuperando la lidia completa, de principio a fin, luciendo al toro y dando grandeza a todos los tercios de la lidia.
Sin duda estos han sido los hechos más destacados de una feria larga, anodina y triste, muy triste. Donde han abundado los saldos ganaderos y los toreros sin alma. Sin duda el resultado de la misma nos debe hacer reflexionar sobre muchas cosas. Una, si San Isidro tiene que ser una feria de las oportunidades o una feria de toreros consagrados (yo creo que lo segundo) y otra, si tiene que haber tanto festejo sin alma y que resta más que suma como ha ocurrido este año. Pero eso será objeto de otro artículo.