La Comunidad de Madrid está a la cabeza de la libertad de apertura en días de fiesta. Con la crisis se abre el debate de las ventajas e inconvenientes de ampliar todavía más la libertad horaria.

DULCE

La libertad de horario es buena para todo el mundo, especialmente para el consumidor. La vida de hoy en día ha cambiado los hábitos de compra de forma completa y la gente elige comprar cuando sale del trabajo o los fines de semana en compañía de la familia, justamente cuando el pequeño comercio suele cerrar sus puertas. Los comerciantes deben adaptarse a las costumbres de los clientes y no los clientes adaptarse a los horarios de los empresarios. 

En un momento de crisis como el que vivimos actualmente es urgente un verdadero cambio de costumbres y servicio en el comercio minorista. Tal vez sea mucho más rentable y provechoso abrir un domingo y cerrar un lunes o un martes, o abrir más tarde por las mañanas y permanecer abiertos al mediodía o cerrar más tarde. Las medidas liberales de la Comunidad de Madrid han permitido que la apertura de locales comerciales haya crecido un 1,6 por ciento en la última década, mientras que en el conjunto del territorio español ha caído un 1,8 por ciento. Para bien o para mal, nos guste o no, el comercio debe adaptarse a nuevos hábitos como, por ejemplo, la utilización de Internet, de lo contrario, simplemente desaparecerá de las calles, lo que supondría una mala noticia para todos.

SALADO

La libertad de horarios comerciales que pretende aprobar Esperanza Aguirre va a ser la puntilla que lleve a la ruina al pequeño comercio. Madrid es con diferencia la Comunidad que más libertad de horarios tiene en toda España y esta medida, lejos de beneficiar al pequeño comercio, lo ha llevado a una situación insostenible. En demasiadas ocasiones olvidamos que el pequeño comercio es el que verdaderamente crea empleo estable y que por obvias razones, capacidad financiera, personal, etc.,  les es imposible competir con las grandes superficies, verdaderas beneficiarias de estas medidas. No es casualidad que todas las asociaciones de comerciantes se muestren en contra. 

Si de verdad se quiere ayudar al pequeño comercio se le deben proporcionar medidas fiscales que promuevan la inversión y la contratación de personal, además de acciones formativas gratuitas sobre materias tan necesarias hoy en día como marketing, uso de nuevas tecnologías o venta por Internet. Otro tema no menor es la conciliación de la vida familiar y laboral, si se pretende que se abra los domingos, ¿cuándo podrán disfrutar de sus familias? Nunca, pero algo tan básico parece no importarle a nadie.