- Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste.
Hace tiempo que el cambio climático ha dejado de ser un asunto lejano, casi un acto de fe, y sus consecuencias empiezan a ser perceptibles a nuestro alrededor. Como en el caso que nos ocupa. ¿Sabías que el encinar empieza a retroceder en la Sierra Oeste de Madrid?
La variación del régimen de precipitaciones como consecuencia de la emergencia climática —cuyo cuestionamiento se encuentra, afortunadamente, casi en vías de extinción—, es lo que provoca que el encinar deje de estar a gusto entre nosotros. Y ese malestar conduce a que se desplace de forma lenta —no esperes nada abrupto en el movimiento de un bosque— aunque inevitable hacia el noroeste, hacia la España más atlántica y húmeda.
Y es que el encinar, el bosque más representativo del clima mediterráneo, es inviable por debajo de los 300 milímetros (mm) anuales de precipitación, el rango al que ha descendido el volumen de lluvias en puntos de la Sierra Oeste como Valdemorillo, donde el encinar ocupa el 40% de su término municipal y donde se recogían hasta hace poco un promedio de entre 400 y 500 mm de precipitación al año.
Esto, entre otras cosas, lo hemos aprendido de la mano del profesor de paisajismo y autor de varios libros de botánica J. Ramón Gómez Fernández, en la segunda edición del ciclo de conferencias de ‘Octubre Salvaje’, organizado por Verdemorillo.
Como también hemos aprendido que el encinar no tiene necesariamente que tener encinas. Esto es así porque necesita para su formación un proceso de facilitación que posibilite la llegada de los árboles finales. Parte de este proceso lo conforma el conocido como ‘cortejo florístico’, que no es otra cosa que el nacimiento previo de un conjunto de especies acompañantes —entre las que se encuentran el madroño, el labiérnago, la madreselva o la cornicabra— que ayuda a preparar el terreno. Si el nivel de presión que soporta la zona durante esa fase de facilitación es bajo, ese terreno puede evolucionar hacia encinar. De lo contrario, el potencial encinar se alejará buscando una localización más propicia.
Así que sí, podemos hablar de encinares en los que todavía no ha aparecido la encina, la última en llegar al bosque mediterráneo al que da nombre. O, dicho de otra manera, podemos contemplar un prado repleto de grandes gramíneas y tener la seguridad de que, si no intervenimos, en ese territorio finalmente crecerán encinas.
Curiosamente, el mismo ‘cortejo florístico’ que aparece preliminarmente también lo hace en la fase de degradación del encinar, cuando el medio pierde potencial para albergar la encina. Es la antesala de la fase de sustitución, caracterizada por la presencia de la aulaga la jara, el romero o el tomillo. ¿Te suenan? Son plantas —o señales de aviso— que puedes apreciar ya en Valdemorillo si eres paseante habitual de sus campos, y que alertan de la degradación de los encinares de la zona.
Por el profesor Gómez Fernández sabemos que no es la primera vez que los encinares de Valdemorillo sufren, aunque ahora lo hagan de forma distinta y, a lo peor, irreversible. Porque antaño, esta zona fue suministradora de leña para la capital —por su cercanía y por la calidad de la leña de encina— y además frente de guerra. Un combo perfecto para producir una merma de la población de encinas y de su tamaño.
Aunque estos son los motivos concretos de Valdemorillo, la guerra y la producción de leña, lo cierto es que los encinares maduros escasean en todo el país por su frecuente explotación en régimen de monte bajo o dehesa. La talla de los ejemplares de un bosque desarrollado debería alcanzar hasta 20 metros de altura. En cambio, actualmente es difícil encontrar encinares con árboles por encima de los 12 metros.
Verdemorillo es una asociación ecologista vecinal que actúa para preservar la biodiversidad de la comarca de Valdemorillo desde tres frentes: la divulgación, la denuncia y la realización de proyectos de conservación. Si deseas saber más sobre éste u otros temas entra en www.verdemorillo.org
Alicia García Flores es periodista y socia de Verdemorillo.
LAS ENCINAS DE CENICIENTOS
Cerro de Colino encinas
y encinas del Encinar,
adorno de las colinas
junto al verde del pinar.
Encinas de Cenicientos
siempre leña de su hogar,
nacidas en sus cimientos
y arboledas de su lar.
Por los cerros cenientales
el chaparro es montaraz,
y de lejos son vestales
muy jóvenes y en agraz.
Jornaleros sin jornales
sobre la nieve invernal,
allegaban sus caudales
de un chaparral ceniental.
Con el hacha y el podón
y mula que sola va,
entre copos de algodón
la tarama el pan le da.
Y limpio se hallaba el monte
y los incendios muy raros,
y en el cerro un horizonte
de los encinares claros.
Chaparos bajos y encinas
que dais sombra al caminante,
descorred vuestras cortinas
y decidme qué hay delante.