Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste.
Hablemos de alergias, un tema tan primaveral como común, porque la probabilidad de que ya tengas o vayas a desarrollar una alergia a alimentos, medicamentos o factores ambientales es muy alta. Ojo al dato: si la población afectada hoy oscila entre el 20 % y el 25 %, será del 50 % en 2050, según la Organización Mundial de la Salud.
Es decir, una de cada dos personas —¡4.000 millones en el mundo!— padecerá alguna patología de este tipo en algo más de dos décadas. Y a este incremento exponencial contribuye, y de forma determinante, el combo dañino que forman la contaminación y el cambio climático.
Los expertos llaman ‘democratización de las alergias’ al proceso que extenderá a todas las regiones del planeta una dolencia que hasta hace poco se circunscribía a los países desarrollados. Y que no deja de ser un error del sistema inmunológico, una reacción exagerada ante sustancias inofensivas, como el polen, y a cuyo desarrollo contribuye tanto la predisposición genética como los factores ambientales.
¿Sabes, no obstante, que la incidencia de alergias es menor si creces en el medio natural y en contacto con animales, pese a tener una mayor exposición a alérgenos ambientales? Y eso es algo parecido a un rayo de esperanza para quienes residimos en la Sierra Oeste, ¿no te parece?
Te contamos. Aunque el sentido común y algunos estudios científicos apuntaban a una (lógica) asociación entre vivir cerca de parques o en el campo y un mayor riesgo de padecer alergias por sobreexposición al polen y otros alérgenos, nuevos estudios matizan, y mucho, esta tesis.
Así, investigaciones en Alemania y Suiza con niños de ciudad y niños de entornos rurales muestran que los primeros desarrollan más alergias que los segundos. A lo que se añade que los menores criados junto a mascotas también tienen menos riesgo de padecerlas.
Bienvenidas sean estas conclusiones cuando la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) advierte que durante esta primavera las alergias durarán más tiempo y serán especialmente intensas en ocho provincias de España, entre las que se encuentra Madrid, donde la concentración de gramíneas se estima que estará entre 5.000 y 7.000 granos/m3.
Las altas temperaturas registradas en la región desde finales de enero y las abundantes lluvias de febrero han adelantado los picos de polinización, según la SEAIC. Y, como consecuencia, el polen se puede mantener más tiempo en el ambiente y puede provocar que los síntomas de la alergia sean más persistentes en nuestra comunidad autónoma.
Por registros como éste de Madrid, cada vez más estudios internacionales centran su atención en el polen y su relación con la emergencia climática. Como el de unos científicos indios que vinculan la contaminación y el calentamiento global con el aumento de la producción de polen y de sus propiedades alergénicas. En su publicación argumentan que “las nuevas condiciones atmosféricas alteran el patrón de liberación de polen y pueden cambiar el momento y la magnitud de la liberación de polen en las plantas con flores. Como el polen es responsable de las alergias respiratorias en los seres humanos, el cambio climático puede afectar negativamente a la salud humana en personas susceptibles”.
Por último, queremos apoyarnos en otra investigación, Cambio climático y pólenes alérgicos, para poner en valor la importancia de preservar la biodiversidad, no como un ‘capricho de ecologista’, sino porque nos va la salud en ese empeño. El estudio señala que la aparición de nuevas plantas invasoras en hábitats seminaturales suma su potencial alergénico, —con frecuencia más alto y al que no estamos habituados— al de nuestras especies tradicionales.
Es el caso de la invasora Cortaderia Seolloana, a la que probablemente conozcas como plumero de la pampa, que, además de provocar reacciones a las personas que padecen alergia, alarga hasta tres meses más al año el periodo de alergias a gramíneas: mientras que las gramíneas propias de la península ibérica polinizan entre mayo y julio, el plumero lo hace entre agosto y octubre
Así que, sintámonos afortunados de vivir en esta ‘barrera natural’ para las alergias que es la Sierra Oeste y preservemos lo naturalmente nuestro. Ojo, que una barrera natural puede mitigar el riesgo, pero no lo elimina totalmente. ¡A cuidarse!
Textos: Alicia García Flores. Periodista y socia de Verdemorillo. Fotografías: Didgeman, Naobim, cenczi (Pixabay).