Cuando entramos en la iglesia nos sorprende su majestuoso retablo hispano-flamenco, de 32 tablas de principios del siglo XVI, más 2 lienzos barrocos, del XVII, representando a los arcángeles: San Miguel (a la izqda.) y San Gabriel (a la drcha.).
Con un cuerpo central (con 3 calles verticales y 3 pisos horizontales), encuadrado por dos fajas verticales: con 7 ángeles a cada lado, con instrumentos musicales, ejemplo de ello podemos observar a un ángel con un órgano portátil, u otro con objetos de la Pasión de Cristo/Arma Christi, con El paño de la Verónica /la Santa Faz.
En la base: el llamado banco o predela, con la representación de los 12 Apóstoles, como Los cimientos del cristianismo.
En la franja lateral que encuadra el retablo, vemos:
• El escudo de los Reyes Católicos, con el águila de San Juan. La reina Isabel tiene una gran devoción por el evangelista, al que se representa con un águila, incorporando este símbolo a su escudo de armas, y aparece la granada (este detalle de la conquista de Granada nos indica que el retablo es posterior a 1492).
• Y, en la parte superior del retablo, podemos observar los emblemas del franciscano Cardenal Cisneros: la cruz TAU en forma de T (cruz de los franciscanos como señal de los elegidos, que Dios llama para una misión) y el escudo de las cinco llagas, representan las llagas de la Pasión de Jesús.
• Entre 1506-1507 coinciden en el poder el Cardenal Cisneros como Regente de Castilla (tras el fallecimiento de Isabel la Católica y Felipe el Hermoso) y siendo rey Fernando el Católico. Por tanto, se supone que durante la Regencia comenzó la instalación de las primeras tablas del retablo. La Corona de Castilla se perfila como donante del retablo, como lo ratifica el historiador Elías Tormos: “era donación de los Reyes Católicos”.
Los temas del retablo giran, casi todos, en torno a la vida de Jesús (como la Transfiguración en el Monte Tabor…), y de la Virgen (como la tabla de la Anunciación…), la tabla central está dedicada a la Asunción de María, titular de la iglesia parroquial, rodeada de ángeles, y a punto de ser coronada por Dios Padre. Con una imagen inusual de la Virgen vestida de rojo (por la pasión de su hijo, no lleva la túnica azul porque todavía no ha sido coronada, ni lleva a su hijo en el vientre, como en la Anunciación, ni le acoge en su regazo como en la Piedad). En la base de la tabla, hay 11 apóstoles, en primer término; a la derecha, San Pedro, y, a su izquierda, San Juan Evangelista con la palma, que, según los Evangelios Apócrifos, recibe de las manos de María para que la lleve a su entierro –independiente de esta descripción, nos está indicando que la datación de la obra es anterior a la finalización del Concilio de Trento (1545-1563), en las últimas sesiones es cuando se trata el tema iconográfico y marca la norma de que no se debe basar la iconografía católica en dichos evangelios–. A los pies de la Virgen se ve una pequeña figura, es el apóstol Santo Tomás, que recibe en sus manos el cíngulo de la Virgen. Se refiere esta representación a la misma leyenda en la que se dice que el apóstol Tomás no estaba presente a la muerte de María, por estar predicando en la India. Allí tuvo la visión de María subiendo al cielo y, al rogar que esta le diera la bendición, ella le arrojó el cinturón que ceñía su vestido y, luego, Tomás mostró a los apóstoles.
Otra tabla singular es La Misa de San Gregorio, donde apreciamos la evolución de la pintura del medievo al renacimiento con la búsqueda de la perspectiva, de la profundidad. Este tema nada tiene que ver con la vida de Jesús y María como relato principal del retablo, pero es muy frecuente verlo representado a finales de la Edad Media, por la devoción de los fieles a ofrecer misas por los difuntos, ya que el papa San Gregorio Magno (pontífice de 590-604) concedió indulgencias a esta práctica. La escena narra el momento de la consagración eucarística por parte del papa San Gregorio un día de Navidad, en la basílica romana de la Santa Cruz de Jerusalén, produciéndose el hecho milagroso de la aparición de Cristo Varón de Dolores saliendo del sepulcro, de medio cuerpo, de cuyos estigmas brota la sangre que se recoge en el cáliz, y rodeándole los instrumentos de la Pasión o Arma Christi, por dudar el mismo papa de la Transubstanciación (conversión del vino y pan en sangre y cuerpo de Cristo).
Iconográficamente, este tema tuvo un origen italiano, pero se difundió por toda Europa rápidamente, siendo muy repetido a lo largo de los siglos XV y XVI, coincidiendo con el sentido trágico y dramático que caracterizó a la sociedad de finales de la Edad Media, cuya obsesión por la muerte impulsó la celebración de las misas de difuntos para librar las almas del Purgatorio, impulsándose con indulgencias la celebración de treinta misas, las llamadas Misas Gregorianas.
Tras el Concilio de Trento, se dejó de representar por las disputas entre católicos y protestantes sobre las indulgencias. Aunque en Trento no se negase la existencia del Purgatorio ni de los beneficios de las misas por las almas, motivó que se prohibieran “las cosas que tienen resabios de interés o sórdida ganancia” y entre las que estaban, por los costes, las treinta Misas Gregorianas. Por tanto, nos está datando la tabla, anterior a 1563.
Otra tabla a destacar, en el banco/predela, es la de los apóstoles San Matías, Santiago el Mayor y San Juan Evangelista. San Juan sostiene un cáliz de oro con su mano izquierda y con la derecha lo bendice para que salga el veneno en forma de dragón, según nos relata La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine ( 1228-1298), donde recoge y recrea las leyendas medievales de los martirios de santos.
Tomando en este caso el texto apócrifo del siglo II conocido como Hechos de Juan, en que se narra cuando San Juan predicaba por la zona de Asia Menor. Aristodemo, el sumo sacerdote de Éfeso, quiso obligarle a que ofreciese sacrificios en honor de los dioses paganos; tras negarse, le ordenó que bebiera vino envenenado para así comprobar si su dios era todopoderoso. San Juan invocó el nombre de Dios, hizo la señal de la cruz y bebió de la copa que con la bendición había perdido su mortalidad y cuyo veneno sale de la copa en forma de dragón (es la cuarta tipología de dragones que tiene la iglesia de Robledo). Nada le sucedió a San Juan y Aristodemo terminó convirtiéndose al cristianismo. Esta iconografía es anterior al Concilio de Trento, ya que se elimina el dragón, por ser una historia apócrifa, pero se mantiene el cáliz como elemento iconográfico.
El fondo de la tabla nos refleja la influencia de la pintura flamenca, que busca reflejar la belleza y su gusto por la naturaleza, y los minuciosos detalles: edificios, jardines, caballeros. La pintura al óleo permitió al pintor crear zonas de luces y sombras, además de lograr colores intensos y brillantes.
Aprovechad para venir a Robledo de Chavela, con nuestras visitas guiadas, disfrutarás del retablo hispano-flamenco, pero también de los diferentes estilos constructivos de la iglesia (románico, gótico y renacentista), de las pinturas góticas –76 dragones en su bóveda–, de la pila bautismal románica y de la cabeza barroca de San Juan Bautista, de la escuela castellana, ¿de Berruguete…?
Ateneo Antoniorrobles.