La Comunidad de Madrid ha incluido en su base de datos de Bienes del Patrimonio Histórico de la región los mojones de Valdeiglesias, pertenecientes al monasterio y situados entre los términos de San Martín y Cadalso de los Vidrios. Estos mojones, o hitos, podrían ser los descritos en el Tumbo de Valdeiglesias y que se refieren a los instalados por los monjes en 1612. Por tanto, son unos paralepípedos de piedra (granito), con cruces grabadas y que fueron encontrados, de manera fortuita, por el autor de este artículo hace alrededor de cinco años.
Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid lo acaba de incluir como Bien de Interés Cultural (BIC), a partir de un informe técnico que Enrique Jurado, autor de este artículo, envió en octubre de 2023 a dicha dirección general. Tras casi dos años, la Comunidad de Madrid los ha incluido como BIC, máximo nivel de protección. En el informe se señala que, tras ser analizado el enclave por agentes medioambientales y la participación de la arqueóloga Rosa María Domínguez, estos elementos de cultura material de la región se incorporan a su base de datos, pendiente ahora de inscripción en el catálogo, una tarea que deben realizar los ayuntamientos afectados de la zona. Por la información recabada, correspondería al Ayuntamiento de San Martín de Valdeiglesias completar la catalogación.
¿Pero qué son esos mojones? Los apeos que mencionamos en esta información corresponden a dos hitos o mojones que se encuentran en la frontera oriental de Gredos en la Comunidad de Madrid. Uno de ellos se halla al lado de un pino y, en la actualidad, parcialmente caído. El otro, más al oeste que el anterior (pero apenas a 50 metros de distancia del primero) es más alto y está en mejor estado. Ambos marcan el margen de un pequeño camino de tierra que se adentra en el pinar. Tras un pequeño terraplén, circula un cordel de la Cañada Leonesa Oriental, que cruza el extremo este de Gredos, por territorio abulense. Estos hitos se sitúan alrededor de 6 km (una legua, más o menos) del monasterio cisterciense de Valdeiglesias (Pelayos de la Presa).
Significativa es la descripción del Tumbo de Valdeyglesias (1644) que muestra los apeos o mojones que circundaban el perímetro monacal con mojones grabados con “cruz al cielo”. El Tumbo de Valdeyglesias habla de la delimitación geográfica y jurisdicción del monasterio, sus fases constructivas, el aprovechamiento de sus tierras y las etapas en la repoblación desde 1148, con los monjes benedictinos primero, y posteriormente, desde 1177 bajo la Orden del Císter.
Entre San Martín y Cadalso
Desde el río Tórtolas, afluente del Alberche, surge un camino carretero en paralelo al arroyo del Boquerón, justo en la franja que une las últimas estribaciones orientales de Gredos ya en tierras del Oeste madrileño. También sirve, desde la época de la trashumancia, como cordel que parte de la Cañada Leonesa Oriental hacia la serranía de San Vicente, para la comunicación del ganado lanar y ovino. Muy cerca de este punto transcurre también el camino entre dos capitales de gran importancia medieval: Ávila y Toledo.
El primer mojón es un paralelepípedo rectangular, de algo más de dos metros de altura. Estrecha en las otras caras. Se encuentra en el borde de una pequeña meseta que pertenece a una finca cercana (probablemente la finca La Granjilla). Se puede observar desde el cordel que sube hasta la loma. Es de granito. Cuenta con una cruz griega en el lado sur del rectángulo. En la parte superior (cara horizontal), dispone también de una cruz griega tallada en bajo relieve, como la anterior. En la base del paralelepípedo, hay una pequeña cuña de piedra, también de granito.
El segundo es un paralelepípedo, también rectangular pero con una altura menor que el anterior (alrededor de 1,5 m). Cuenta con una cruz, labrada en bajo relieve, en la cara sur de la pieza. En la parte horizontal del paralelepípedo existe grabada una cruz griega. Arrimada a este rectángulo, se encuentra otro pequeño paralelepípedo labrado (quizá pertenecía a otro hito o que se colocó posteriormente).
La pieza está parcialmente tumbada, una circunstancia que no existía antes de las lluvias torrenciales de “Filomena” (2021) que afectaron particularmente al centro peninsular. Entre ambos mojones hay menos de cincuenta metros de distancia.
Lo verdaderamente relevante de estos dos elementos de cultura material que aún se conservan, desde el punto de vista historiográfico, es que sendos apeos son mencionados en el Tumbo de Valdeyglesias, fechado en 1644.
Los hitos o mojones señalados parecen ser los descritos con detalle en el Tumbo de Valdeyglesias. Se encuentran en la antigua dehesa de Fuente Sauze. En esta dehesa se realizaron ya amojonamientos en 1557 y 1574. Al referirse al apeo de Fuente del Sauze, el Tumbo menciona diferentes hitos correspondientes a distintas edades de construcción (1557, 1575, 1612; y apuntes posteriores de 1741, 1750). Muy probablemente, los mojones ahora reconocidos por la Comunidad de Madrid podrían ser los de 1612, lo que significa que cuentan con más de cuatrocientos años de historia.
Lo más relevante, sin embargo, para este artículo es la descripción que El Tumbo realiza de los mojones numerados como 11 y 12. El primero lo describe así:
“Con cruz. Yendo monte adelante [desde el camino de San Martín de Valdeiglesias hasta Villa del Prado] en una lancha parda llana está una cruz que mira al cielo”.
El mojón decimosegundo es descrito de la siguiente manera:
“Con cruz. El doceno mojón prosiguiendo adelante se atraviesa el camino que va de Pelayos a Almorox, que va al cerro que está encima de la fuente del Sauz donde hay una lancha llana en la que está una cruz honda que mira al cielo y junto a ella están unas piedras allegadizas. A un tiro de un herrón esta un guijo alto y blanco hacia dicho camino”.
El decimocuarto hace mención de un pino albar.
En efecto, a un tiro de herrón se encuentran los mojones estudiados, apenas cincuenta metros de distancia. Estos dos elementos de cultura material cuentan, además, no solo con cruces grabadas en la parte vertical del mojón, sino que tienen además “cruces que miran al cielo”. Es decir, cruces griegas, grabadas en bajo relieve, en la parte plana u horizontal del paralelepípedo.
Por tanto, nos encontramos con un elemento más de interés histórico-artístico, con clara dependencia del monasterio de Pelayos, y que se añade a bienes patrimoniales de la comarca como el propio convento cisterciense, las pinturas rupestres de la Enfermería (ambos catalogados por la Comunidad), o el mismo castillo de San Martín.
Enrique Jurado Salván.