
- Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste.
- Con más de 200 especies entre ungulados domésticos y salvajes a nivel mundial, es prácticamente imposible pasear por el campo en nuestra comarca sin ver uno de ellos.
Si alguna vez te has encontrado con una vaca o una oveja pastando en una de nuestras dehesas, ya puedes tachar a los ungulados de tu lista de animales pendientes de ver… Y es que los ungulados no son más que un grupo de mamíferos que se apoyan y caminan con el extremo de los dedos, normalmente posándose en una uña muy desarrollada que se llama pezuña, por lo que en este superorden se incluyen todas las especies de “ganado” que podamos observar en nuestros paseos.
En este artículo vamos a dejar de lado los ungulados domésticos, ya que no son el objeto de estudio y protección de nuestra asociación. Nos centrarnos en las especies salvajes que habitan nuestro entorno, mucho más difíciles de ver por sus hábitos crepusculares y actitud esquiva ya que son en su totalidad especies cinegéticas.
Estas especies salvajes tienen en común que su pezuña se divide en dos partes, por lo que se engloban en el orden de los artiodáctilos. En este orden, podemos encontrar ungulados tan diferentes entre si como un gamo y un jabalí, repartidos en tres familias principalmente: los suidos (jabalí), los cérvidos (ciervo, gamo y corzo) y los bóvidos (cabra montés, y muflón, presentes en algunas zonas de Navalagamella, Robledo de Chavela, Valdemaqueda, Quijorna y Colmenar del Arroyo).
Cuernos y cuernas ¿es lo mismo?
Otro rasgo que tienen en común los ungulados (salvo los suidos) es la existencia de unas estructuras en la parte superior de sus cráneos que utilizan normalmente como defensa contra sus predadores o como reclamo en los cortejos. Estas estructuras en los cérvidos son caducas e inexistentes en las hembras. Caen en una época determinada del año y vuelven a crecer, siendo las nuevas un poco más grandes y gruesas que las anteriores.
Por lo tanto, ciervos, gamos y corzos tienen “cuernas”. En el caso de los bóvidos, como la cabra montés y el muflón, estas estructuras óseas están unidas al cráneo, no caen y reciben el nombre de cuernos o astas.
Para recordarlo, querido lector, ten siempre presente que las cuernas caducan y los cuernos… los cuernos se llevan para siempre.
Ciervos, gamos y corzos… ¿Cómo los distingo?
Son especies muy diferentes, pero como nuestros encuentros con ellos van a ser fugaces y no vamos a poder verlos juntos (suelen repartirse el territorio), no vamos a tener ocasión de compararlos.
Una clave podría ser el tipo de cuerna, pero en este caso estaríamos hablando de ejemplares masculinos y con una cierta edad para poder apreciar las diferencias. Las cuernas de los gamos se ensanchan formando una especie de “palas”, las de los ciervos ramifican y pueden llegar a alcanzar un gran tamaño, y las de los corzos no alcanzan más de 20 cm de longitud.
Por su trasero los conoceréis… Puede que la clave para distinguirlos sea su parte de atrás ya que casi siempre les encontraremos huyendo de nosotros y será la parte del animal que nos quede más a la vista, además nos sirve para machos y hembras. Los ciervos tienen la cola blanca en la parte inferior y la suelen levantar a modo de alerta cuando huyen. El escudo anal del corzo es completamente blanco mientras que en el gamo se ve interrumpido por su negra cola y está ribeteado por dos franjas también negras.
Todas las especies de ungulados son especies cinegéticas. Su único predador natural, el lobo, ha estado hasta hace poco ausente de nuestros territorios, por lo que el hombre se ha auto impuesto el rol de “controlador de ungulados”. Pero este modo de control, sin perspectiva científica, tiene inconvenientes como la falta de selección natural, ya que el hombre elige al “trofeo” más imponente en lugar de los animales más débiles y enfermos que es lo que hacen los predadores naturales. Es decir, se acaba con el portador de la mejor genética.
El gamo (Dama dama)
Y ahora que conoces algunas de las características comunes a los ungulados, vamos a entrar en detalle en la descripción de los que conviven en nuestro entorno.
Comenzamos con los cérvidos, y en concreto con el gamo. Un ungulado de extrema belleza muy apreciada históricamente, tanto es así que llegó a convertirse en elemento “decorativo” de los parques palaciegos y bosques urbanos más elegantes.
Se trata de un animal introducido, pero ya completamente naturalizado en nuestro entorno. Su introducción está muy ligada a la historia del hombre. Se han encontrado restos de gamo en yacimientos europeos pero parece ser que la última glaciación le impulsó hacia Oriente Medio, de donde fue traído de vuelta por griegos y romanos.
Su cuerna acaba en forma aplanada (pala) y se pierde anualmente.
Forma grupos de jerarquía matriarcal, por eso es común ver grupos grandes de hembras de varias generaciones. Los machos se van separando del grupo y se juntan con otros machos y no vuelven a tener relación con las hembras hasta la época de reproducción.
Su cuerpo presenta una serie de manchas que le sirven para descomponer su silueta en el claroscuro del bosque y también para camuflarse.
Como predador natural tiene principalmente al lobo, aunque se han dado casos de gametos (así se llama a la cría) depredados por zorros.
Su celo es en octubre. Durante este mes, si tenemos la suerte de ver un macho, podremos apreciar algunos cambios hormonales como un abultamiento en el cuello y un oscurecimiento de sus palas. Entonces podremos escuchar “la ronca” que es cómo se conoce al sonido grave similar a un ronquido que los machos dominantes dirigen tanto a machos retadores como a las hembras, reclamando la propiedad de las mismas, e imponiendo su deseo reproductor frente al de otros machos. Los combates entre machos no suelen desembocar en grandes daños. Sus anchas palas sirven más para empujar y hacer demostraciones de fuerza que para herir a sus oponentes.
En cuanto a su convivencia con otros cérvidos, parece que no comparte espacio con el corzo, entre ellos se desplazan o se reparten las latitudes, quedando el gamo en los bosques y dehesas de latitudes más bajas.
… Y hasta aquí la primera parte de nuestro artículo sobre los ungulados. Como ves, es un superorden muy común en nuestra comarca así que tendremos que abordar su estudio en varias entregas. No te pierdas el próximo Notas de Campo con los otros dos cérvidos de nuestro entorno: el corzo y el ciervo.