
- Cocina española en restaurante de carretera.
- Por Pierre Garní.
Un restaurante que se precie y que ambicione el aprecio de una potencial clientela ha de ser una miscelánea de varios actores y sus protagonistas con un objetivo común: alcanzar la mayor excelencia posible en función de sus medios, conocimientos y posibilidades.
Tenemos nuestra reserva en el restaurante El Origen, un espacio con varios ambientes, terraza al aire libre, terraza cubierta, zona de bar con barra y comedor, todos ellos de amplitud sobrada y decoración poco convencional pero agradable a la vista y desde el que se divisa, en días claros y perfectamente, una espectacular vista de la ciudad de Madrid.
Nuestra mesa en terraza cubierta, bien vestida y bien montada. Comenzamos con cuatro cervezas bien tiradas con un hummus y un gazpacho a modo de aperitivos de cortesía, correctos y agradables. Elegimos sobre una carta de temporada bien construida y de amplitud razonable. Nos llega una ensalada de burrata con rúcula y salmorejo correcta, una perdiz en escabeche, que, según nos dicen, está cocinada en casa, aunque no lo parece en absoluto: está demasiado cocinada y reseca, acompañada de una ensalada de hojas verdes y zanahorias, unas croquetas de boletos agradables, de textura cremosa, una pata de pulpo a la parrilla con patatas revolconas correcta aunque plato demasiado recurrente, unos tacos de merluza a la romana más bien anodinos acompañados de una patata morada asada que no conecta demasiado, un rodaballo a la plancha de punto muy correcto y emplatado vistoso y finalizamos con un “arrollado” de cordero de sabor estándar, aunque no conseguimos saber a qué elaboración se correspondía tal denominación. El servicio, por cierto, diligente, de amabilidad demasiado estándar pero de formación escasa. Mojamos estos platos salados con una botella de Atlantis godello del 2024 que “ni fu ni fa”.
Rematamos la parte dulce con un flan de huevo muy correcto, una tarta de queso hiper replicada y un arroz con leche tan solo pasable. El pan muy aceptable y el café excelente.
La sensación es la de una cocina que recurre en numerosos platos a productos de quinta gama, una quinta gama por lo general de buena calidad, casi nada que objetar al respecto y, por el contrario, cuando los platos salen de origen directamente de la propia cocina la calidad y la elaboración están bastante contrastadas por lo que no se entiende bien esta dependencia en un proyecto como este. Resumiendo, y como diría un amigo mío, “para este viaje no habían hecho falta estas alforjas”.