- El que acaba de terminar ha sido uno de los más secos que se recuerdan.
Aridez: un conjunto de factores como la escasez de precipitaciones, la evaporación intensa consecuencia de la falta de humedad (en complicidad con las elevadas temperaturas) y las propias temperaturas altas en sí. Lo mezclamos y obtenemos una combinación explosiva que se evidencia ante nuestros ojos con el preocupante aspecto de nuestros encinares, pinares, capas freáticas hacia el núcleo de la tierra, manantiales desaparecidos, pozos en las últimas, arroyos resecos, ríos agonizantes y reservas de agua claramente deficitarias. Preocupación en ganaderos, agricultores, vecinos en general ante la seria amenaza que pudiera ocasionar a nuestra salud la posibilidad de cortes de agua.
Al margen de apreciaciones personales de cada uno, existen los datos que se muestran con un año hidrológico en la comarca, de los más secos desde que registro datos, y el año natural más seco desde 1996 (cuando inicié mi base de datos regular)
En primer lugar, entendemos por año hidrológico aquel que comienza el 1 de octubre de cada año, y finaliza el 30 de septiembre del siguiente, y, al respecto, en el finalizado el 30 de septiembre pasado los datos de precipitación suponen un déficit de algo más del 50% sobre la media. Los acumulados de estaciones municipales de la zona son los siguientes:
Robledo de Chavela 330 l/m2; El Tiemblo 350 l/m2; Navahondilla 370 l/m2 y Cenicientos 388 l/m2, para una media que ronda los 750 l/m2 en el último caso y cantidades similares en el resto en una horquilla entre 650/800 l/m2.
Claramente unos acumulados muy deficitarios. Con todo, son aún más llamativos los acumulados en el año natural hasta el 31 de septiembre que estos sí son los más bajos, con diferencia, desde 1996. Registros que se acercan a valores de climas desérticos, no pasando ninguna de las estaciones citadas de los 185 l/m2 en los nueve primeros meses del año, cuando en 2018 en el mismo periodo se superaban los 500 l/m2, más acordes con los valores normales.
En cuanto a las temperaturas, cogiendo los valores medios de los meses de junio a septiembre, ambos incluidos, en la estación municipal de Cenicientos, obtenemos una media de 23,8ºC, que aún resultando inferior a las medias de los cuatro últimos y muy cálidos años en los mismos meses, no deja de ser un valor igualmente cálido.
Sumamos las bajas humedades relativas de la época estival y el resultado en nuestros ecosistemas, manantiales, pozos, arroyos, ríos y capas freáticas tiene sus consecuencias.
¿Cómo y de qué forma ha afectado semejante escasez de precipitación?
En cuanto a la vegetación son los fresnos (Fraxinus angustifolia) los que todos los años dan los primeros síntomas del estrés hídrico y estival, si bien este año adelantaron sus síntomas a la segunda quincena de junio (recordemos que estos árboles son los primeros en mostrar la floración, por delante de los almendros en el mes de enero, pero pasa desapercibida por no ser vistosa). Todo hacía presagiar que sería una catástrofe, si bien, finalmente tuvieron un comportamiento extraño, o un mecanismo de defensa por el que mientras algunos perdieron completamente la hoja, otros aguantaron mejor de lo previsto y con las escasas lluvias de agosto parecieron volver a la vida.
Algo semejante ocurrió con los robles melojos o rebollos (Quercus pyrenaica) y quejigos varios, algunos de los cuales perdieron totalmente la hoja a primeros de julio y otros adquirieron parcialmente el color marrón marcescente. Nos encontrábamos ante un panorama desolador y poco alentador que presagiaba lo peor. Pero la naturaleza nos va enseñando y mostrando hasta donde pueden llegar sus mecanismos de defensa, y finalmente esta especie paró su aparente y visible deterioro. Lo más sorprendente es que aquellos que perdieron la hoja en su totalidad no estaban muertos y con las escasas lluvias de finales agosto en septiembre volvieron a foliar demostrando sus artes para supervivencia.
La especie más afectada ha resultado la encina (Quercus ilex rotundifolia) tan abundante en nuestra comarca. No se producía algo tan llamativo, extenso y rotundo desde el año 2009.
Efectivamente este fenómeno de miles y miles de encinas con sus hojas marrones y aparentemente secas, en principio es muy semejante al año 2009 por la coincidencia de zonas afectadas y extensión de las mismas. Dedicaremos un artículo exclusivo para ello con una comparativa minuciosa del comportamiento meteorológico de ambos años. Podemos adelantar que en 2009 la precipitación acumulada en el año hidrológico fue de más del doble de la del presente año, si bien las humedades relativas muy bajas fueron la causa de aquél fenómeno. Este año es evidente que la escasez de precipitación ha sido el detonante más influyente. Decir que en 2009 pudimos comprobar cómo se recuperaron encinas dos años incluso después de haber sufrido los daños.
En general, existe una coincidencia con suelos poco profundos y pobres, encinas medianas y pequeñas con una altísima densidad y un común denominador desde Hoyo de Manzanares hasta Cenicientos (todo el oeste y suroeste de la Comunidad de Madrid) en cuestión de un localismo meteorológico que tiene efectos devastadores cuando sopla viento del NE por la ausencia de humedad que conlleva. Observamos que el daño apenas se percibe en lugares de la Comarca con suelos profundos y encinas de gran tamaño, si bien, como es lógico, muestran un determinado estrés. Es evidente que un suelo profundo conserva más humedad y una encina de gran tamaño posee un sistema radical más extendido y profundo.
Tal vez achacar a las altas temperaturas parte de esta situación sea un tanto inexacto si tenemos en cuenta que la media de temperaturas de junio a septiembre, ambos incluidos, de este año ha resultado inferior a la de los últimos 4 años. O lo que es lo mismo, con temperaturas más altas de 2015 a 2018 no se dio este fenómeno.
Con todo, y a diferencia del año 2009, sí es muy preocupante que hayan aparecido rodales de pinos piñoneros (Pinus pinea). Esto sí constituye una desagradable novedad puesto que los pinos han muerto sin posibilidad de recuperación. Dándonos una vuelta los daños son muy visibles a simple vista.
Y con estos registros de precipitación del año hidrológico, lógicamente las reservas de agua de los pantanos se encuentran por debajo del 15%, lo que significa muy por debajo de la media de los últimos 10 años, e igualmente muy inferiores a los niveles del año pasado por estas fechas.
Agricultores y ganaderos pasándolo bastante mal. Ya en julio se podían ver en la zona cisternas llevando agua al ganado. Un desastre del cual saldremos siempre y cuando los meses venideros vengan con precipitaciones por encima de la media. A día de hoy no observamos un anticiclón afincando en la península, pero sí una situación de frentes del noroeste que no son la mejor de las situaciones para que tengamos riegos abundantes de lluvia. Confiemos en que esto cambie.
Emilio Pacios.