
El periódico mensual independiente y gratuito de la Sierra Oeste de Madrid y alrededores, en su número 211, de agosto de 2025, dedica su portada a que la Sierra Oeste sigue de fiesta. Se va agosto y se acerca el final del verano, momento propicio para realizar actividades al aire libre y, cuando se puede, contar con mayor afluencia de público aprovechando las vacaciones estivales. Pero la fiesta continúa y nuestra comarca se dispone a vivir, también durante septiembre, muchas celebraciones patronales. Varios ayuntamientos de la Sierra Oeste han confeccionado sus programas para traernos una oferta atractiva. Como siempre, se mezclarán los elementos culturales y religiosos con espacios lúdicos para la convivencia y la diversión. Desde A21, como todos los años, ofrecemos a nuestros lectores un abanico de propuestas para que elijan destino. Todos nuestros pueblos en fiestas se llenarán de alegría, al igual que Robledo de Chavela (en la imagen) donde acaban de terminarlas.
Entender el fuego y convivir con él
Diversos estudios sitúan hace más de un millón y medio de años el momento en que Homo erectus tuvo control sobre el fuego. Lo que comenzó de forma accidental terminó convirtiéndose en un pilar de nuestra forma de vida, transformando la materia y permitiendo el salto tecnológico de la agricultura y la metalurgia, así como un claro progreso en la organización humana y su desarrollo social y cultural.
Pero, aunque lo hayamos dominado por momentos, no hemos podido someterlo y, a día de hoy, sigue siendo sinónimo también de catástrofe y devastación. Prueba de ello son el millón largo de hectáreas que han ardido en 2025 (hasta finales de agosto) en la Unión, según datos del Sistema Europeo de Información Sobre Incendios Forestales (EFFIS). España y Portugal sumaban el 80 % de esa cifra. Mientras, Galicia, Castilla y León y Extremadura encabezaban el ranking autonómico. En Madrid hemos tenido varios, con la desgracia de sufrir la muerte de un hombre de 50 años tras un incendio en Tres Cantos el pasado día 11.
Como era de esperar, la corrala de vecinos cotillos en que se ha convertido la mayoría de las redes sociales ha empezado a extrapolar datos y sacar conclusiones sesgadas —cuando no erróneas— y teorías conspiranoicas de todo tipo sobre los incendios forestales. Se han hecho comparaciones disyuntivas, por ejemplo, entre la partida presupuestaria destinada a prevención del fuego y las de igualdad de género o la fiesta de los toros. Para la clase política (sea cual sea su signo) ha sido la mejor arma arrojadiza de este verano.
La realidad es que los fuegos son un fenómeno común y parte de la dinámica natural de los ecosistemas con clima y orografía como el nuestro, según Francisco M. Azcárate, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, quien señala también que el abandono rural, la pérdida de la ganadería extensiva y de otros usos humanos han acabado con un paisaje más abierto y menos combustible que el actual de bosques cerrados, fruto de políticas erróneas que buscaban el “clímax forestal” primando masas arbóreas en continuo, sin evaluar sus riesgos.
Falsos expertos e iluminados de distinto pelaje lanzan sus remedios infalibles por platós televisivos y canales de internet, cuando lo cierto es que no hay una panacea para el problema de los incendios forestales en nuestro actual contexto de cambio climático.
Azcárate, que sabe de esto, da algunas pistas: “más gestión del paisaje, más pastoreo adaptativo, prevención activa en la interfaz urbano-forestal, educación para la convivencia con el fuego…”
Es un fenómeno natural, frecuentemente negativo y trágico para personas, bienes y modos de vida, pero a menudo positivo para el rejuvenecimiento y la dinámica de los ecosistemas. Entender el fuego es clave para aprender a convivir con él. Adaptarse ahora, así fue siempre.