
El protagonista de las fiestas patronales de Cenicientos ha sido, sin lugar a dudas, Fernando Ayuso, el Químico, como se le conoce popularmente. El miércoles 13 ofreció uno de los pregones más emotivos que se recuerdan, enjugando sus lágrimas con la alegre euforia propia de fechas tan señaladas. Fundador de la Peña Atalajacalarreja, Fernando es uno de los personajes más polifacéticos del pueblo y ha participado en casi todos los ámbitos del día a día de Cenicientos: la cultura, el deporte, la agricultura, la ganadería, la política, la vida social… Aquejado en la actualidad de una enfermedad degenerativa que limita su movilidad, es un hombre cercano, querido por todo el mundo y quizá el único que ha conseguido que el ensordecedor bullicio que hacía inaudible el discurso de los pregoneros de otros años, tornara en solemne silencio y atención máxima a sus palabras. El Químico se dirigió a su paisanos recordando primero con cariño a la madre del alcalde: “Soy corucho, me siento corucho y ejerzo de corucho, toda mi vida. Como buen hijo de este pueblo no he perdido las ganas de vivir y todavía me sigue emocionando el sonido de los cobetes cuando explotan, y digo cobetes, y lo digo bien, y recuerdo con mucha nostalgia el olor intenso de la pólvora los días que sacábamos los toros de fuego. Coruchos, mantened viva la emoción por nuestra tierra, esa bendita tierra donde siempre he buscado y encontrado mis señas de identidad. Mantened vivas las tradiciones, las costumbres, estas fiestas que son el patrimonio mejor que hemos podido legar: su alegría. Que suenen los cobetes, la música, las charangas; en la torre de la iglesia que toquen las campanas y en la plaza de toros que suenen los olés. ¡Viva Cenicientos, viva la Fuerte Movida, viva la peña Atalajacalarreja! Y, como decía mi amigo Carlos el Choco, ¡Viva la Virgen del Roble! ¡Disfrutad!”.