• Entrevista al dibujante e ilustrador del libro Deportado 443.

Vamos a empezar esta entrevista por el final. Uno de tus últimos cómics, Deportado 4443, estuvo a punto de retirarte del mundo del cómic, cuéntanos.
Sí, es un cómic que me ha dado muchas satisfacciones pero también me ha destruido bastante como persona y como creador. Y estuve unos tres años sin ser capaz de volver a coger el lápiz y los rotuladores o las plumillas para volver a dibujar. Porque la historia, basada en la realidad, es terrible.

Un cómic que nace de una manera también muy peculiar.
Sí, porque es una historia que nace en Twitter (ahora X, risas…). Por casualidad encontré una cuenta de un tal Antonio Hernández. En ella contaba su historia como si estuviera tuiteando al segundo, al momento, día a día, desde el campo de concentración de Mauthausen. Contaba su vida allí desde 1942 hasta el 45 y buena parte de esos comentarios venían ilustrados con una fotografía, muchas pertenecientes a Francesc Boix (el famoso fotógrafo de Mauthausen).
El tema es que no todos los tuits tenían una imagen. Yo soy dibujante y necesitaba que todos tuvieran una imagen. Me puse en contacto con el creador de la cuenta, que es el coautor de este cómic, Carlos Hernández. Él es el sobrino de este personaje en Twitter, pero persona real. Su idea era poner a su tío como si tuviera un teléfono inteligente y una batería infinita o un sitio donde cargarlo y contar las movidas que su tío le había contado. Estuvimos hablando y a él le pareció una idea súper interesante. El proceso de documentación fue muy largo. Me ayudaron unos amigos de la universidad expertos en este periodo: Roger y David. El caso es que al ser todo imágenes reales o basadas en imágenes reales, porque lógicamente no está documentado todo, se alargó bastante el proceso. Fueron meses de investigación, de buscar todo eso de lo que quería hablar y los documentos gráficos son terroríficos. Inconcebibles para mí. Y me marcaron mucho, creo que lo he contado alguna vez. Tuve pesadillas, me despertaba por las noches… bueno, espantoso. Y cuando terminé, pues eso, estuve incapacitado para dibujar durante dos años y pico, casi tres.

Juan Espadas, en su estudio de Cadalso de los Vidrios.

Quizás nos vendría bien que nos contaras cómo es el oficio de dibujante o de ilustrador para ti.
Yo creo que hacer cómics realmente… en lo que se basa es en contar historias y al final tú quieres que tu público, en este caso lectores, pero si estamos hablando de teatro, espectadores o lo que sea, quieres que tus personajes lleguen a la persona que está recibiendo el mensaje de lo que tú estás contando y el tema es que al final, quieras o no, tienes que empatizar con los personajes para contar lo que sienten y lo que viven. Y aquí la empatía realmente era una cosa difícil porque las experiencias… Bueno, a lo que iba, que me pongo a divagar. Tú quieres contar una historia. Y yo pienso que el oficio de autor de cómics es realmente contar historias, no hacer dibujos bonitos o lo que sea. Si los dibujos son bonitos, pues mejor. Pero lo importante es que tú estés contando una historia. Y lo más importante, bueno, son muchas cosas importantes, pero también que la persona que está leyendo eso reciba lo que tú quieres transmitir y le cause alguna emoción. Entonces, el trabajo de hacer cómics es un trabajo de emociones, tanto en lo interior como en lo exterior.

Hay que ponerse en ese lugar y pensar un poco en lo que tuvo que vivir toda esta gente. Un montón de españoles y españolas que no teníamos casi noticia, ¿no?
Claro. Eso también es una cosa que me impactó mucho porque yo he estudiado Historia. Siempre digo que soy estudiante de Historia porque me quedaron unas asignaturas sueltas por ahí y no tengo título ninguno. Pero vamos, yo he estado seis años metido en la universidad estudiando historia y no tenía ni idea de esto. No tenía ni idea de esto. No sé cómo están los planes educativos en la universidad al día de hoy, pero en mi época, que soy un hijo de la Transición, como quien dice, ¿no? Soy del 71, con Franco todavía… claro todo esto no nos contaron absolutamente nada. Sí nos contaron algo de la Resistencia francesa, pero no nos contaron que la Resistencia francesa estaba integrada por muchísimos españoles. Es una historia que, hasta cierto punto, se nos ha hurtado. Carlos, el guionista, es periodista y ha trabajado como corresponsal de guerra y sus dos últimos libros hablan de campos de concentración, en la II Guerra Mundial y en la España de Franco. Ahora nos quieren vender la moto de que se están reabriendo heridas… pero no se pueden reabrir heridas que nunca han estado cerradas.

¿En qué otros cómics te podemos encontrar?
Hay de todo. Empecé, digamos, de manera semiprofesional con los fanzines, como casi todo el mundo de mi época. Luego pasé por una etapa de cómic para adultos de corte pornográfico, que era una salida más o menos digna a la hora de ganarte la vida. He publicado en Francia, también para adultos y me he dedicado a otras muchas cosas antes de volver, casi directamente, con Deportado.

¿En qué estás metido ahora?
Ahora estoy trabajando en algo muy complicado, me estoy basando en un manuscrito iluminado del siglo XIII, que es una maravilla visual y, lo mires por donde lo mires, todo un cómic en su origen. Es la Biblia de Maciejowski o Biblia de los Cruzados. También se la puede llamar Biblia Morgan, porque está en el Morgan Institute de Estados Unidos. Está digitalizado por completo y es una preciosidad de manuscrito. He cogido ese aspecto visual para contar la historia de dos personajes, uno es Kilij Arslan, el Sultán de Rüm y el otro es su esposa, Hauseatum. Son la gente que estaba en Turquía, al otro lado del Bósforo, cuando llegó la primera Cruzada. En la universidad me enseñaron las cruzadas, y me dieron un montón de bibliografía, pero había gente viviendo ahí… que tampoco conocemos. Claro, y de repente le llega todo esto, y tú qué haces, estás ahí con tus cabras en el campo, o estás cultivando tu granja, y de repente te viene una horda de gente que no sabes a qué vienen, que no los entiendes. Personas que no eran ni ricas, ni poderosas, ni…

¿Y cómo está siendo dibujar bajo esta premisa?
Me está costando mucho, por varios motivos. Uno es que soy miope, pero no tan miope como los creadores de esa maravilla. Es alucinante el nivel de detalle y todo lo que son capaces de dibujar en dos centímetros. Es flipante a nivel técnico. Pero también en ese libro hay entre cinco y siete personas dibujando, todos con unos manierismos que son errores en la actualidad. A mis alumnos, cuando he sido profesor de dibujo y de cómic, les explicaba que no tenían que hacer lo que esta gente hace. Para ellos no era un error, pero a mí me cuesta muchísimo hacer cosas que he estado enseñando que están mal. Y la perspectiva es diferente. Es un manuscrito que se elaboró en más de 10 años de trabajo.

¿Y cómo llevas tú tu nuevo trabajo?
Fatal. Espero tardar menos de 10 años, pero llevo mucho tiempo con ello ya. Estoy trabajando en lápiz en tamaño DIN-A3, después con mesa de luz calco a tinta e intento no usar la goma. Escaneo, pongo el color de manera digital… llevo cinco años con este trabajo y aún me queda mucho por hacer.

¿Se puede vivir de dibujar cómic en España?
Es muy difícil vivir de dibujar cómic en España. Hay algún caso, como Paco Roca, pero su mercado principal de ventas no es España, sino Francia. Y también vive de las traducciones a otros países. La mayoría de los dibujantes españoles viven de trabajar para mercados extranjeros, aunque tampoco están ahora mismo muy boyantes. Tenemos que compaginar con otras cosas, como dar clases, hacer imágenes promocionales…

Javier Fernández Jiménez.