
Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste.
¿Sabías que uno de los símbolos más conocidos, asociado a la navidad y a otras celebraciones, es un parásito? Te lo contamos.
El muérdago es una planta que ha estado ligada a las celebraciones navideñas durante siglos, simbolizando amor, paz y prosperidad. Esta tradición tiene sus raíces en antiguas costumbres celtas y nórdicas, donde el muérdago era considerado una planta sagrada para los druidas. Estos consideraban que la planta era mágica porque se mantenía verde durante todo el año, además de contener propiedades místicas y curativas.
Tradiciones aparte y desde el punto de vista de la botánica, lo cierto es que el muérdago, cuyo nombre científico es Viscum album, es una especie de características inusuales. Es considerada una planta hemiparásita, es decir, necesita otra planta para poder sobrevivir. Se adhiere sobre alguna rama o sobre la propia corteza del tronco de la especie huésped, aprovechando las propiedades pegajosas de una sustancia llamada viscina. Cuando la semilla de muérdago germina, va a conseguir el sustento necesario para sobrevivir, es decir, agua, sales minerales e incluso, otras sustancias carbonatadas, aprovechando los recursos de la propia especie parasitada, a través de unos órganos especializados llamados haustorios. El muérdago estimula la transpiración de la planta, lo que provoca debilitamiento generalizado (e incluso de masas enteras), crecimiento retardado, ramas hinchadas y secas (atrofias) e incluso la muerte en condiciones severas como lo pueden ser grandes periodos de sequía.
La maduración de sus frutos en forma de bayas, se sucede en las primeras semanas del invierno dependiendo del biotopo en el que se encuentren. Son de forma globosa, verdes al principio y a medida que transcurre el tiempo, van adquiriendo el característico color blanco translucido y en cuyo interior, de textura mucilaginosa y pegajosa, encierra una única semilla.
¿Cómo sucede el proceso de germinación de esa semilla en otra especie vegetal?
A pesar de ser una especie tóxica para el ser humano, son muchos los animales que las consumen y colaboran, por tanto, en la dispersión de las semillas en un proceso denominado zoocoria. Por ejemplo, el zorzal charlo (Turdus viscivorus), cuyo significado literal de su nombre científico es “devorador de muérdago”, es un consumidor habitual de bayas y por lo tanto uno de sus principales dispersores. Otros tipos de zorzales, al igual que ciertos córvidos como urracas y arrendajos, o incluso, pequeños roedores como las ardillas (todos ellos especies fundamentalmente forestales), contribuyen también a la dispersión de semillas de muérdago.
En la Naturaleza, las relaciones interespecíficas se suceden continuamente y esta no es más que una de ellas. Una planta que parasita, una planta que es parasitada y una especie que actúa como dispersor y que resulta indispensable para que todo funcione, aunque ello implique que en ocasiones, la planta parasitada pueda morir.
En la actualidad, una de las costumbres más populares es colgar un ramo de muérdago en las puertas durante la época navideña. La tradición dice que si dos personas se encuentran bajo el ramo, deben besarse como símbolo de buena suerte y amor. Este gesto refuerza los lazos entre amigos y seres queridos, creando un ambiente de alegría y felicidad. Además del romanticismo que conlleva, el muérdago también representa la fertilidad y el renacimiento, reflejando la esperanza de nuevos comienzos en el año venidero.
A lo largo de los años, esta tradición ha perdurado, convirtiéndose en un elemento esencial de la decoración navideña y en una manera encantadora de celebrar las relaciones humanas.
Desde Verdemorillo, os deseamos unas ¡¡¡muy Felices Fiestas!!!
Textos y fotografías: Chema Iniesta Camarena. Ed. Ambiental y miembro de Verdemorillo.