
La especie que sobrevive a las balas. La paradoja del animal que cuanto más se abate más crece su población.
Retomamos nuestro estudio sobre los ungulados que podemos encontrar en nuestra comarca. En esta tercera parte vamos a hablar de una subfamilia de ungulados, los suidos, representada en nuestro país por dos especies; una doméstica (el cerdo común) y otra salvaje, el jabalí (Sus scrofa).
Es raro el amante de los paseos por la naturaleza que no ha tenido un encuentro, aunque sea fugaz y lejano con un jabalí, o el vecino/a de zonas próximas al entorno natural que no ha presenciado una incursión veraniega en una zona ajardinada de su zona residencial. Y es que cuando pensamos en el jabalí es fácil que nos vengan a la cabeza conceptos como “plaga”, o sintamos un cierto miedo o rechazo a toparnos con algún grupo de ellos o un ejemplar solitario por su actitud supuestamente violenta. En este artículo vamos a intentar develar aspectos de su vida y costumbres con la intención de discernir si estas ideas preconcebidas tienen algún sentido.
El jabalí, presente en toda nuestra comarca, es un auténtico ejemplo de adaptación al medio. Su cuerpo, con forma de proyectil (si nos fijamos un poco podemos observar que cuerpo y cabeza son dos conos unidos por la base), presenta una forma ideal para internarse en lo más espeso del bosque, pudiendo atravesar con facilidad los más espesos matorrales. Su hocico es capaz de realizar profundos surcos y mover grandes piedras en busca de los alimentos más ocultos.
La raza española es algo más pequeña que la centroeuropea. Como mucho, pueden llegar a alcanzar los 120 kg de peso frente a los 350 kg de los ejemplares más al norte de Europa.
A diferencia de su pariente doméstico, el jabalí es un animal que cuida hasta el extremo su aseo personal. Realiza baños de barro para librarse de sus parásitos y mantener su piel en óptimas condiciones ya que estos lodos le aportan sales minerales y sustancia orgánica. El baño es muy importante en su vida. Selecciona las mejores “bañas” y es capaz de recorrer enormes distancias para acudir a ellas (como nosotros cuando acudimos a los más famosos balnearios).
Su alimentación es una de las claves de su éxito poblacional, ya que es capaz de comer todo lo que el entorno le ofrece: bellotas, pequeños roedores, carroña, animales venenosos como víboras y escorpiones, raíces, tubérculos, trufas, pasto, etc. La disponibilidad de alimento condiciona su expansión y está muy relacionado con su respuesta a la caza. Después de grandes batidas la población es drásticamente reducida. Durante el siguiente periodo, la población sobreviviente puede disponer de mayor cantidad de alimento lo que genera una multiplicación de ejemplares muy superior a las condiciones normales.
La razón principal por la que el jabalí es temido es porque va literalmente “armado hasta los dientes”. Porta en su boca dos verdaderos cuchillos. Unos caninos inferiores que mantiene constantemente afilados por rozamiento con otros dientes. Este arma letal es utilizada para la defensa, en la que sus contrincantes y depredadores (el lobo o los perros en las monterías) suelen quedar mal parados. Pero nuestro amigo prefiere huir y solo atacará si se encuentra realmente acorralado. No así las hembras, que defenderán a su progenie de cualquiera que se les acerque con gran ímpetu, utilizando su potencia física para lanzar patadas y dentelladas.
Su principal y ancestral enemigo en el bosque es el lobo. Es el único depredador que puede hacerle frente (en manada y atacando a los ejemplares más débiles, viejos o crías). Se han encontrado ejemplares de lobo con grandes cicatrices producidas por colmillos de jabalí. Como con otros ungulados el lobo es el único que puede realizar un control efectivo de la especie. Es una verdadera lástima que no se le reconozca en nuestro país este papel regulador esencial y se haya autorizado de nuevo su caza… pero esto es otra historia que sin duda trataremos en otros artículos.
El celo del jabalí tiene lugar en diciembre. Las hembras mayores son capaces de parir de 6 a 8 crías para las que construye un nido con ramas, piedras, etc., en el que permanecen la primera semana de vida. Como hemos comentado, las hembras son muy celosas de sus crías y es la única razón por la que atacarán en caso de detectar un peligro para ellas.
Normalmente el jabalí va en grupo. Se forman principalmente dos tipos de grupos. La hembra con sus crías por un lado y por otro un macho viejo acompañado de varios machos jóvenes. En este segundo grupo se ha observado que el macho viejo tiene el papel de “profesor” y los jóvenes el de “guardaespaldas”.
El jabalí ofrece grandes servicios ecosistémicos en su entorno. Lo que a nuestros ojos pueden parecer “destrozos” en el suelo es una auténtica labor de labranza. Estos surcos oxigenan el suelo y facilitan la germinación de nuevos arbustos y árboles. Se ha observado que en pinares escarban en busca de crisálida de procesionaria, para ellos un manjar y para nosotros un medio de control natural de la oruga.
¿Podemos llegar a considerar al jabalí como una plaga? Nosotros pensamos que el hecho de que un número de ejemplares se concentren en un territorio no es razón para considerarlo plaga. Efectivamente, la concentración de estos animales tiene efectos en el terreno, sobre todo si se trata de una zona de cultivo. Estos efectos suelen despertar “emergencias cinegéticas” que normalmente no están basadas en estudios o censos científicos, sino en los destrozos que pueden llegar a ocasionar. No podemos hablar de superpoblación de una especie sin un estudio científico previo. Y como siempre apostamos por el control natural, dejando actuar a nuestros carnívoros que son los que realizan un trabajo selectivo, atacando a los ejemplares más débiles, mejorando la genética de la especie.

Verdemorillo es una asociación ecologista vecinal que actúa para preservar la biodiversidad de la comarca de Valdemorillo desde tres frentes: la divulgación, la denuncia y la realización de proyectos de conservación. Si deseas saber más sobre este u otros temas entra en www.verdemorillo.org
Textos: José Ángel de la Banda. Educador Ambiental y Presidente de Verdemorillo.
Fotografías: José Ángel de la Banda y Banco de imágenes Pixabay.