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Reyes Calderón presentó su última novela, titulada ‘La venganza del asesino par’

El Museo de la Ciudad de Madrid acogió ayer jueves 19 de abril entre las 19.30 y las 20.30 horas la presentación de la última novela de Reyes Calderón, titulada La venganza del asesino par, editada por Planeta. Se trata de la quinta entrega protagonizada por la jueza Lola MacHor después de las cuatro novelas anteriores: Las lágrimas de Hemingway, Los crímenes del número primo, El Expediente Canaima y El último paciente del Doctor Wilson.   Esta es la sinopsis de la novela: El helicóptero del hombre más rico de Argentina se estrella durante una tormenta. Aunque todo apunta hacia un accidente, la policía recibe pruebas de que es un asesinato. Lo extraño es que las pruebas las envía el recluso Ernest Wilson desde una prisión federal aislada por la nieve. Asegura que alguien va a cometer un crimen perfecto para robarle la gloria, y ofrece su colaboración. Sólo una condición: entrevistarse con la juez que lo detuvo, Lola MacHor. Pero ella rehúsa. Pronto descubrirá que el asesino par la está retando. Pero ¿qué es un asesino par?

Durante la presentación, la autora, nacida en Valladolid y navarra de adopción desde hace 25 años, ya que allí han nacido siete de sus nueve hijos y Calderón es decana de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Universidad de Navarra, estuvo acompañada por el ex presidente de la Comunidad Foral, Miguel Sanz, y por el también escritor de novela negra Lorenzo Silva.

Silva destacó: “Creo que este es un libro muy importante en general y para Reyes en particular. A ella la conocí en 2008, cuando el festival de novela negra Getafe Negro estaba naciendo y cuando todos tratábamos de darle una mirada distinta a un género literario que en nuestro país en los últimos años ha experimentado un auge casi explosivo”.

Sobre los inicios de Calderón en el mundo de la literatura, Silva señaló: “El primer libro es una apuesta muy difícil, cuesta mucho hacerse un hueco tanto en este género como en el mercado editorial en general. Hay que convencer a los editores, a los lectores y a los medios de comunicación de que se tiene algo que decir que es original e interesante. Con su novela Los crímenes del número primo Reyes demostraba una gran capacidad para manejar una historia compleja, una trama difícil y enrevesada en la que el lector podía navegar de forma fluida con unos personajes no muy vistos, como un inspector de policía como Juan Iturri, muy diferenciado y con una protagonista como Lola MacHor, una jueza. Hace unos diez años me tocó dar una charla en el Consejo General del Poder Judicial sobre la relación entre el Derecho y la literatura y me di cuenta de que la presencia de los jueces en la literatura española es muy somera. Y creo que es porque en España los jueces no siempre se han esforzado en ser conocidos y empatizar con los ciudadanos”.

Sobre la autora, Lorenzo Silva recordó: “Ella no es jueza, pero escribe sobre su protagonista, una jueza, contando todo muy desde dentro, como persona y como autoridad. Nos muestra entresijos muy profundos porque se asesora, tiene sus fuentes y logra un grado muy alto de entendimiento en aspectos muy sutiles, con confianza, pero también con distancia hacia los demás, respeta la protección de los jueces y sabe que no es fácil que se confíen. Pero Lola MacHor es completamente distinta, tiene una gran vocación de justicia y de dar servicio al ciudadano. En sus historias su vida personal y profesional se entrelazan, se perturban, se complican. Y además ha logrado una carrera fulgurante como jueza, empezó siendo jueza en Navarra, de ahí pasó al Audiencia Nacional y ahora ha llegado al Tribunal Supremo, es una brillante profesional”.

Silva habló también del argumento de la nueva novela de Reyes Calderón: “Es muy arriesgado atreverse con un asesino múltiple, un depredador, un asesino en serie, un psicópata. El de la criminalidad es un mundo muy oscuro en el que es muy difícil navegar literariamente. Y por si fuera poco hay muy pocos autores que se atreven a incluir un juez entre sus personajes, también lo hace José María Guelbenzu, pero Reyes Calderón logra una mayor aproximación a la psicología, el trabajo y las tensiones que implican impartir justicia en la sociedad española”.

El escritor añadió: “No podemos olvidar que los jueces no investigan los crímenes, ellos no están a pie de calle, Lola MacHor es una jueza muy sui géneris que está vinculada con el inspector Juan Iturri. Creo que la novela de Reyes tiene bastante que ver con la novela contemporánea de Estados Unidos, hecha por mujeres y con protagonistas femeninas como, por ejemplo, las obras de Patricia Cornwell”.

Sobre la trayectoria de Calderón, Lorenzo Silva resaltó: “En pocos libros y en apenas cinco años ha logrado pulverizar la afirmación de que era una intrusa, una amateur que llegaba de la economía y de la docencia universitaria a la literatura. Y lo ha hecho porque trabaja muy bien los personajes, porque sabe que una novela, una historia, es convincente y buena si lo son sus personajes. Tiene un estilo muy fino y sutil y sabe que la novela negra también es novela, literatura, con la única arma y herramienta de la palabra y de la escritura, algo que no se puede usar de cualquier forma, ni desaliñar, ni amontonar. Reyes tiene seriedad y abnegación, se toma en serio su trabajo en todos los aspectos, con esfuerzo, porque se toma en serio al lector, que siempre lo agradece”.

Por su parte, el ex presidente de Navarra, Miguel Sanz, señaló: “La protagonista de las historias de Reyes es una jueza pelirroja, y en este caso, como casi siempre, el color del pelo es una característica que ayuda a formar el carácter y la personalidad de una persona. Esta es una novela maravillosa. Contar historias es frecuente y ordinario, cualquiera puede hacerlo, pero hacerlo bien, con interés y de forma creíble es patrimonio de unos pocos. Reyes puede hacerlo porque es humanista, inteligente, rigurosa y creativa”.

Y añadió: “Con sus historias detectivescas enriquece nuestras vidas cotidianas, nos ayuda a acabar con nuestras angustias, problemas y rutinas, a olvidarnos de la crisis, del paro, de las hipotecas y los desahucios refugiándonos en la hipocresía, la imaginación y la venganza de sus historias. Su última novela tiene una gran sutileza en el fondo y brillantez en la expresión gracias a la intensidad, la emotividad, la audacia verbal y la profundidad narrativa de su autora”.

Por último tomó la palabra Reyes Calderón. “¿Os habéis enamorado alguna vez? Experimentando ese momento en el que estás rodeado de gente por todas partes y tú mirada se queda clavada en alguien, el universo y el tiempo se detienen, ese es el principio de muchas historias de amor. Y eso es lo que me ocurre a mí a las noches, cuando después de acabar las obligaciones familiares y laborales me encierro en mi despacho y entro en otra vida, en otro mundo, sin tiempo, sin espacio, sin límites, y vivo con Javier Chocarro, Juan Iturri o Lola MacHor”.

Y prosiguió: “Entonces construyo, edificio un mundo paralelo, veo a todos los personajes, también al Doctor Wilson y mientras escribía esta novela he dormido con un cuchillo y agua bendita en la mesilla por si servía para algo. Mi madre siempre me dice que en mis novelas no se nota que he ido a colegio de monjas, pero no puedo evitar sentir cierto morbo al juntar a una jueza navarra con un investigador de Bilbao”.

Sobre sus personajes, la autora confesó: “Se les acaba cogiendo mucho cariño, y ellos a ti, te tomas licencias con ellos y ellos contigo, las historias que tienes en la cabeza te van llevando y hay que hacer un esfuerzo para frenarlas, para pararse, mirar a los ojos, mirar alrededor y aprender mientras escribo cosas que antes no sabía”.

Sobre la labor de documentación que ha realizado para escribir esta novela, Calderón recordó: “He recorrido los restaurantes, bares y cafés que frecuentan los magistrados del Tribunal Supremo acompañada por uno de ellos. Os recomiendo el bar Supremo, muy cerquita de la sede del Partido Popular en la calle Génova, en esos sitios te enteras de todo. Las fuentes son fundamentales. El lector se merece que ningún detalle le despiste o le resulte chocante o raro. El lector merece todo el respeto de un escritor y que le demos información fidedigna de primera mano. Por eso visitó el Tribunal Supremo, estuve varias horas en un despacho e incluso pedí ir al baño de mujeres”.

Sobre su relación con sus fuentes, confesó: “Mis fuentes de la policía y los forenses me dicen que cada vez voy matando mejor, que antes los asesinatos eran muy suaves, y yo me lo tomo como un cumplido”.

Respecto a la situación que vive Lola MacHor en esta novela, la autora señaló: “El mundo también se detiene cuando se pierde el amor sin explicación, es duro, el amor y el desamor son como el anverso y el reverso de la misma moneda. Esta novela trata de los crímenes perfectos, de si es posible concebirlos y llevarlos a cabo. Pero también habla del amor perfecto, eterno. Y a la jueza le toca vivir los dos asuntos simultáneamente, forma parte de un crimen perfecto aunque no quiera, se ve involucrada justo al mismo tiempo que su marido se va. Me dicen que unir el amor y el crimen es una licencia femenina, no literaria, pero a mí me da igual lo que me digan. Creo que es muy humano mezclar emociones fuertes, como cuando lloramos cuando estamos muy contentos. Estas mezclas tan estrambóticas dan viveza a los personajes, nos ayudan a conocer su vida, su pensamiento, por muy caótico que sea, a mirarlos a los ojos”.

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