• Cada año por estas fechas, cuando la época de más frío comienza a llegar a su fin, miles de grullas sobrevuelan, con su característica formación en “V” y emitiendo sus escandalosos trompeteos, la Sierra Oeste madrileña para regresar a sus zonas de reproducción en el norte europeo, obsequiándonos a los aficionados a la observación de aves con un espectáculo que nunca defrauda.

Los habitantes de las regiones nórdicas se refieren a ellas como los pájaros de la luz, pues para ellos su regreso evidencia el final de los meses más oscuros… Y así, comenzado el mes de febrero, las elegantes zancudas cenicientas emprenden – en nutridas y ruidosas escuadras-, su viaje migratorio prenupcial desde nuestro país rumbo al norte del continente, donde se reproducirán durante los meses más cálidos del año. Un periplo primaveral que pueden llegar a completar en tan solo 10 jornadas (en la migración de otoño suelen tardar entre 20 y 30 días), y en los que recorrerán una distancia aproximada de 4.500 kilómetros.
La Península Ibérica acoge aproximadamente el 60% de la población europea
Según el último Censo Ibérico de Grulla Común Invernante 2019-2020, la cifra total de ejemplares es de 223.954 (248.131 en 2019, 151.000 en 2007, 93.200 en 2004, 55.000 en 1988 y 14700 en 1980), lo que convierte a nuestro país en su área de invernada más importante. La distribución por comunidades autónomas sería la siguiente: Extremadura 121.733; Castilla la Mancha 38.294; Andalucía 13837; Aragón 29.061; Castilla y León 6.158; Navarra 14.734; Cataluña 24; C. Valenciana 48; Baleares 21; La Rioja 22; Madrid 16; Galicia 4.
Si analizamos las cifras con detalle, observaremos un ligero descenso en el número de ejemplares invernantes con respecto al 2019. Aun así, la población continúa en expansión debido a las fuertes medidas de protección impuestas por los países miembros de la UE, tanto en sus áreas de cría como en las de invernada. Hay también que señalar que los datos de este estudio son fruto del trabajo y el esfuerzo que, dos veces al año, viene siendo realizado por 350 voluntarios apasionados “grulleros” de la asociación Grus Extremadura en colaboración con SEO/Birdlife, repartidos por todo el territorio nacional. Dicho censo es una herramienta fundamental para realizar el seguimiento y estudio continuo de la especie, conocer su distribución, el tamaño de su población, así como para la recuperación y creación de humedales, y proteger mejor los espacios en los que habita. En esta ocasión el trabajo de campo se ha realizado los días 20 de diciembre de 2019 y 24 de enero del 2020, y la metodología ha consistido en contabilizar a los ejemplares al entrar en sus dormideros comunales, donde se reúnen por miles para pasar la noche.
Influidas por el cambio climático
Hasta hace poco eran puntuales a su cita y las primeras grullas (Grus grus) comenzaban a llegar a nuestras templadas tierras ibéricas en el mes octubre, siendo su tiempo de estancia aquí, en los cuarteles de invernada, de 120 días (noviembre, diciembre y enero). A principios de febrero iniciaban la migración de regreso las primeras hordas y para primeros de marzo apenas quedaban algunos ejemplares rezagados. Pero en los últimos años tanto científicos como aficionados a la ornitología vienen observando que, con el calentamiento global, cada año llegan más tarde y se marchan antes, disminuyendo su tiempo de estancia en la península. Esta temporada, en concreto, han entrado mucho más tarde, la mayoría a partir del 15 de noviembre, y su regreso en grandes bandadas ha comenzado una semana antes de lo habitual.

Pablo A. Montiel.

Sabías qué…

* Al nacer en los países del norte de Europa (Alemania, Polonia, Noruega, Finlandia, Suecia, los países bálticos y Bielorrusia), los ejemplares del año no saben lo que es una dehesa de encinas y nunca han visto una bellota. Resulta curioso observar cómo los padres enseñan a las grullas jóvenes a partirlas y a alimentarse de ellas en invierno.
* En invierno se reúnen en dormideros, lugares fijos para descansar y lo hacen en grupo. Durante el día van alimentarse a los distintos comederos elegidos en las dehesas y terrenos de cultivo.