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Juan Gálvez, cooperante internacional

Este joven cooperante ha trabajado en multitud de países subdesarrollados, asistiendo también en emergencias  como  terremotos o inundaciones. Actualmente vive en Malasia desde donde se traslada con diversas ONGs internacionales por todo el mundo. En esta entrevista nos habla de los retos a los que se enfrenta la cooperación con una Europa en crisis y el modo de trabajar de las ONG en la actualidad.

Fernando Lopez

Cuéntanos tu experiencia profesional en la cooperación.

Trabajo en lo que en España se llama cooperante. Este trabajo incluye trasladarse a otro país y trabajar con otra contraparte en esos países, trabajando en proyectos de desarrollo. El desarrollo supone cosas tan básicas como buscar formas de potabilizar mejor el agua para reducir las enfermedades relacionadas con la calidad del agua. También trabajamos en proyectos de desarrollo económico, creando pequeñas empresas para que ese dinero se vuelva a reinvertir en sus propias comunidades, en sus propios pueblos y poco a poco vayan mejorando sus condiciones de vida. Además, he colaborado en asistencias en diversas catástrofes naturales como los terremotos de Haití y Pakistán o inundaciones en Filipinas.

La cooperación se ha profesionalizado mucho en los últimos años.

Sí y mucho más que se tendrá que profesionalizar. En muchos foros  se está preguntando qué tipo de profesión es esta y qué tipo de formación previa requiere. La tendencia es que las cosas se hagan de forma más eficiente y que la gente esté mucho más preparada, lo que puede cerrar la puerta a mucha gente que no pueda pagarse esos estudios. Yo tuve la suerte de tener una titulación universitaria, pero hay muchos compañeros que no la tienen, lo que no quita para que puedan realizar muchas labores igual que otras personas. En mi caso entré en una ONG y me gustó lo que encontré; al mismo tiempo comencé a formarme con estudios especializados sobre todo en cooperación internacional, que te forman para crear y gestionar proyectos internacionales.

¿En cuántos proyectos has participado?

En los últimos cinco años he participado en unos veinte proyectos por todo el mundo. Las personas que quieren participar en este tipo de proyectos tienen que cambiar el chip y no pensar en cosas como ponerte a cavar un pozo, para eso ya está la gente del propio país, que además seguramente lo haga mucho mejor. Cuando trabajas en cooperación a lo que vas es a gestionar un proyecto con las capacidades y recursos que tenga la propia población, y eso requiere formación. Otro tema es la asistencia a emergencias por catástrofes, en esas situaciones los equipos que llegan tienen jornadas de 20 horas de trabajo, por lo que la rotación de equipos es de tres o cuatro semanas ya que terminan agotados. En esos casos es fundamental el trabajo de equipo y el propio sentido de comunidad de la población. Recuerdo unas inundaciones en Filipinas en las que al mes, la vida había vuelto a la normalidad gracias a la implicación de toda la gente de la comunidad.

Hay gente que piensa que parte de las aportaciones a ONGs se pierde en gastos de gestión.

Los gastos de gestión son gastos fundamentales, cualquier organización tiene gastos de personal, de manutención, de luz, etc.,  gastos imprescindibles si se pretende tener una estructura eficiente, al final es necesario que los proyectos  se realicen con personas cualificadas y eficaces para llevarlos a cabo de la mejor manera posible. Lo que hay que tratar es de minimizar estos gastos y que el máximo dinero posible llegue a los proyectos en sí. Creo que esa es la norma en buena parte de las ONGs internacionales.

¿Cómo está afectando la crisis a la cooperación?

En Europa lo que está ocurriendo es que se están reduciendo considerablemente los presupuestos para la ayuda al desarrollo. Otra consecuencia de esta crisis es cómo los países con menores recursos van a afrontar la creciente especialización que se está promoviendo, los países se están centrando solamente en producir grandes monocultivos y al final dependen del exterior para intercambiar, esto está afectando mucho a la alimentación.  Antes los países producían multitud de variedades alimenticias para abastecer a su población, eso ha cambiado radicalmente y las poblaciones se ven mucho más afectadas por las fluctuaciones de los precios. Por poner el ejemplo de África, muchísimos campos que se dedicaban a distintos productos para la alimentación local se han transformado en inmensos arrozales cuyo arroz se exporta directamente a China, causando grandes problemas a la población local, que tiene muy pocos productos para alimentarse. Ahora mismo se está especulando en los mercados no solo con el petróleo y otras materias primas, se está especulando con la comida.

¿Qué destacarías de la labor del cooperante?

Es una parte fundamental de la ayuda entre los pueblos. Antes la cooperación estaba más enfocada a lo que era caridad, se daba un poco de comida hoy y mañana no se sabía qué iba a pasar. Se puede comprobar cómo en los últimos 30 o 40 años África es el lugar donde más se ha invertido y, hoy en día, tiene más problemas que nunca. Ahora se intenta analizar qué tipo de economías tienen los países y si la inversión puede ser sostenible o no, pero nos enfrentamos a problemas muy complejos que necesitan de soluciones complejas, no hay una solución única y mágica.

¿Siempre tiene que haber alguien que pierda?

Al final esto es como una tarta que hay que compartirla, cuanto más le toque a uno menos le tiene que tocar a otro. En una economía mundial cada uno depende del resto de economías. Lo que está claro es que cuanto más ganen los países desarrollados más pierden los subdesarrollados, cuanto mejor se viva en Europa peor se vivirá en otros sitios.

¿Qué les sugerirías a los lectores de nuestro periódico que quieran colaborar de alguna manera?

Yo le daría más importancia no al hecho de dar dinero porque sí, sino al hecho de conocer un proyecto como tal, intentando acercarse a una ONG, observar qué tipos de proyectos tiene y tratar de colaborar con un proyecto en concreto. Después, no es solamente dar un dinero, sino pedir una rendición de cuentas y ver los resultados que se han obtenido con ese dinero. Si se hiciera eso, se darían cuenta de que la mayoría de proyectos salen adelante. Un problema complejo no se resuelve con una pequeña aportación económica, necesita de una aportación sostenida. El conocer este trabajo de cerca permitiría evaluar objetivamente la labor que se realiza y seguramente haría que mucha más gente se involucrase mucho más personalmente en cualquier ONG.

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