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La reforma del paro

Julio Díaz-Terán

Economista

Cuando nos llegue la nómina de febrero, los que tenemos la suerte de trabajar todavía, descubriremos que Hacienda se queda con algo más de nuestro dinero como consecuencia de la última subida impositiva del Gobierno. ¿Pero no iban a reducir los impuestos? Hoy no, mañaaaaaaaaana…que diría José Mota. De momento te los subo y vete preparándote para la subida del IVA de primavera, después de las elecciones de Andalucía, que todavía hay que guardar las apariencias.

Lo que no han dejado para mañana (en actitud genuflexa con Alemania) es la reforma del mercado laboral, sin duda el cambio más importante en materia de trabajo de los últimos treinta años. Es profunda, “de calado”, a la medida de las demandas de los empresarios. Para todos los trabajadores tendrá consecuencias muy perniciosas, que pronto muchos sufrirán en sus carnes. 

No es fácil seleccionar aquellas modificaciones de mayor incidencia en los derechos de los trabajadores, dado que la norma, en mayor medida que sus antecesoras, otorga a los empresarios la facultad de disposición casi absoluta de la prestación laboral. Las modificaciones se producen desde el acceso al empleo, la contratación, la modificación, suspensión y extinción contractual, tanto individual como colectiva. 

En fin, si es usted trabajador, no descarte algunas de las siguientes consecuencias de esta ley: 

-A pesar de llevar muchos años en su empresa y tener un contrato indefinido anterior a la norma (que regulaba el despido con una indemnización de 45 días de salario por año con un máximo de 42 mensualidades), le pongan en la calle con 20 días con un máximo de 12 mensualidades, siempre que su empresa alegue una disminución durante tres trimestres consecutivos de sus ingresos o ventas (hoy en día casi todas). 

Veamos un ejemplo: para un trabajador que gana 1.000 euros y tiene una antigüedad de 28 años, con la legislación anterior, si le despedían por despido improcedente (la forma más habitual de aligerar plantilla), hubiera percibido 42.000 euros, con la actual, de 20 días, 12.000. Una reducción de casi un 30%. Además este tipo de despido se aplicará también a los despidos colectivos (ERE) sin control administrativo previo.

-Si no le despiden, prepárese para una reducción de su salario o un cambio en lo que corresponde a jornadas, turnos y funciones, que su empresa podrá justificar alegando vagas razones de competitividad, productividad u organización técnica o de trabajo. Se lo comunicarán con 15 días de antelación y si no está de acuerdo, ahí tiene el despido de 20 días o métase usted en juicios con la empresa.

-Siempre me quedará el convenio colectivo, pensarán algunos. Pues no, se facilita el descuelgue de los convenios colectivos con dos trimestres seguidos de disminución de ingresos o ventas de la empresa, de tal forma que dejará de tener efecto sus estipulaciones sobre salarios, jornadas, horarios, turnos… Puede usted, eso sí, negociar directamente sus condiciones con la empresa, que con la situación de paro e inseguridad existente le auguro mucho éxito.

-Y lo mejor llega para los parados, “los beneficiarios” teóricos de la reforma. Cuando encuentren trabajo, si llega el caso, tendrán los contratos temporales precarios de siempre, que no desaparecen, u otros aún más precarios como el nuevo tipo para empresas de menos de 50 trabajadores (para menores de 30 o mayores de 45 años) con un periodo de prueba de un año en el que no tendrán indemnización por despido; o la modalidad de formación y aprendizaje, que se podrán encadenar, con jornadas del 85% del tiempo completo (¿y cuándo se estudia?). Todo ello con alto coste para la Seguridad Social (es decir nuestras pensiones), ya que estas nuevas modalidades contractuales establecen generosas bonificaciones al empleador que merman sus ingresos, transfiriendo recursos de lo público a lo privado. Sin duda pagarnos menos pensiones será el paso siguiente.  

La reforma no creará empleo. Tampoco mejorará la segmentación fijos/temporales que seguirá igual o peor. Facilitar el despido así en tiempos de crisis tiene todos los visos para generar más parados. Además, la sensación de inseguridad que genera en los trabajadores tendrá consecuencias nefastas sobre el consumo (¿con este panorama piensa cambiar de coche, lavadora, etc.?), que perjudicará a los empresarios y a la postre se pagará con más gente en la calle. Si no hay marcha atrás (y no tiene pinta de que vaya a haberla) vienen tiempos muy malos, como no los habíamos conocido nunca anteriormente.

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