- Un ‘¿sabías que…?’ sobre la flora y fauna de la Sierra Oeste
El lobo llama a las puertas de algunos territorios de la Sierra Oeste de Madrid, llegando para desempeñar su rol característico: controlar las poblaciones de ungulados y contribuir a mejorar nuestros ecosistemas.
Esto se desprende de un informe recientemente publicado, elaborado por Ángel J. España (biólogo, educador ambiental y colaborador habitual en “Octubre Salvaje”, donde en la primera edición realizó un monográfico sobre esta especie). Junto a otros autores e investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, concluyen que “los ungulados salvajes constituyen la base de la dieta del lobo ibérico (…). El jabalí y el corzo se revelan como especies clave para su conservación”.
Este grupo de científicos ha llevado a cabo y publicado un estudio que examina la dieta del lobo entre los años 2017 y 2021 en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, analizando más de 670 muestras de excrementos. Como resultado, se observa una preferencia por las piezas salvajes (82%), mayormente jabalí y corzo, en comparación con los ungulados domésticos, es decir, ganado (18%).
La vuelta del lobo a los territorios que abandonó hace décadas no debería ser vista como una amenaza, sino como “un desafío para mitigar los conflictos entre la actividad humana y la vida salvaje”. A tenor de los datos obtenidos en el estudio, la conservación de los hábitats donde proliferan tanto el jabalí como el corzo (o el gamo) puede ser la clave para preservar la especie y, al mismo tiempo, reducir los ataques al ganado. ¿Están nuestras administraciones a la altura de aceptar este desafío?
Un poco de historia:
En la península Ibérica tenemos muy pocos superpredadores, siendo el lobo (Canis lupus signatus) y el oso (Ursus arctos pyrenaicus) los más emblemáticos. Desde los primeros años del S. XX, la regresión de la población de lobo se produjo en progresión geométrica, llegando a desaparecer por completo de algunos territorios como la Comunidad de Madrid. No es hasta 1970, con la aprobación de la Ley de Caza, cuando se pone freno a esta regresión. Gracias al carisma y tesón de Félix Rodríguez de la Fuente, se consigue que el lobo no sea considerado como una alimaña, sino como una pieza de caza mayor, con sus cupos de captura, vedas, etc., quedando protegido de usos de exterminio como los venenos, lazos, etc. Pese a este avance, los conflictos con la actividad humana y las medidas de control contenían hasta hace poco a esta especie recluida en algunos territorios, sobre todo en el norte de la península, retrasando el regreso a territorios como el nuestro. Hoy, el lobo está protegido en todo el territorio nacional y su caza está prohibida desde septiembre de 2021.
Poco a poco se dan tímidos pasos hacia la conservación de la especie, que ha demostrado con creces que es capaz, si se le permite (lo hemos visto, por ejemplo, en el Parque Nacional de Yellowstone), de desarrollar su enorme potencial como regulador de ecosistemas. Pero aún nos queda mucho por trabajar en el camino de la conservación, para que esta no choque con la actividad humana, sobre todo con la ganadera y cinegética.
Las medidas preventivas efectivas y las compensaciones por ataques han sido hasta el momento clave para la convivencia con la actividad ganadera. En cuanto a la actividad cinegética, el lobo no debería ser un competidor directo, ya que no persigue las mismas piezas que el cazador humano. Al cazador cánido no le interesa el trofeo ni la presa más grande, sino la que es más fácil de cazar, es decir, los ejemplares enfermos o más débiles.
Para concluir esta reflexión y volviendo al informe realizado por Ángel J. España y otros autores, apoyamos totalmente sus recomendaciones encaminadas a implementar “actuaciones que beneficien a las poblaciones de corzo y jabalí, especialmente las relacionadas con la gestión forestal y cinegética”. Además, instamos a continuar estudiando para recopilar más datos que ayuden a explorar soluciones alternativas para los conflictos de conservación en pro de la coexistencia entre los grandes depredadores y humanos. Animamos a las administraciones públicas a que asuman este reto en favor de la conservación de nuestra biodiversidad.
Verdemorillo es una asociación ecologista vecinal que actúa para preservar la biodiversidad de la comarca de Valdemorillo desde tres frentes: la divulgación, la denuncia y la realización de proyectos de conservación. Si deseas saber más sobre éste u otros temas entra en www.verdemorillo.org
José Ángel de la Banda Velázquez, educador ambiental y presidente de Verdemorillo.