Nuestra Comarca no existiría sin el Monasterio Santa María la Real de Valdeiglesias y, de existir, sería muy diferente. La construcción en el Siglo XII de un monasterio en un lugar de frontera fijó una población que, poco a poco, conformó lo que hoy conocemos como Sierra Oeste de Madrid. A día de hoy sigue siendo difícil comprender los siglos de historia y la grandeza de uno de los enclaves históricos más importantes de la Comunidad de Madrid, además de uno de los más desconocidos y abandonados durante muchos años.
El Ayuntamiento de Pelayos de la Presa y la Fundación Monasterio Santa María la Real de Valdeiglesias llevan años en un empeño que parecía prácticamente imposible de continuar el trabajo puesto en marcha durante buena parte de su vida por Mariano García Benito, cuyo esfuerzo y voluntad era recuperar el prestigio y el esplendor de lo que durante muchos siglos fue el verdadero motor de nuestros municipios. La idea es recuperar y fijar, respetando los materiales originales, no reconstruir, que sería, quizás, más sencillo, pero rompería la magia verdadera que rodea un edificio imposible de evaluar desde fuera y que poco a poco sigue demostrando todo lo que puede ofrecer a Pelayos de la Presa y al resto de la Sierra Oeste, porque tenemos entre las manos una verdadera joya arquitectónica que, por fin, aunque está costando mucho trabajo, mucho sudor y mucho esfuerzo por parte de muchas personas e instituciones, se está convirtiendo en un enclave cada día más visitable y turísticamente viable.
Los últimos trabajos permiten acceder al claustro del monasterio a través de la puerta de la hospedería, así como a los restos de la iglesia —el lugar por el que se empezó a construir el lugar— y estar junto a los retazos del altar, recorrer las ruinas de este origen de nuestra historia es toparse con robusto granito, con la grandiosidad de lo que tuvo que ser en tiempos, con restos de arte mozárabe y mudéjar, con una pequeña capilla de un estilo semejante a la iglesia mozárabe de Santo Tomás de las Ollas, en Ponferrada o incluso un aljibe que permitía hacer circular el agua recogida por la lluvia a diversas dependencias del edificio. Estamos ante un enclave realmente mágico, complicado de entender en toda su grandiosidad.
Las reformas y fijados van poco a poco, intentando, en primer lugar, evitar que lo que queda en pie se desmorone o resulte un peligro para todos los posibles visitantes y, después, convertir en lugar en un rincón más vistoso y visitable. Uno de los detalles que más llaman la atención de estos últimos trabajos arquitectónicos y arqueológicos es la implantación de una escalera metálica de caracol que permitirá en el futuro el acceso a uno de los puntos visitables de la segunda planta, así como los esfuerzos que se están poniendo en recuperar la visibilidad de todos los estilos utilizados en el monasterio sin añadir, siempre que es posible, nada que no sea material original.
En su afán por recuperar la grandeza de este paraje tan singular, la Fundación y el Ayuntamiento, responsables del Monasterio, han puesto en marcha una serie de visitas guiadas que se convierten en apuntes de historia, sociedad, actualidad y arqueología. La última de estas visitas se llevó a cabo el pasado domingo 28 de enero, dentro de los eventos organizados con motivo de las fiestas de San Blas de Pelayos de la Presa. Rafael Rodríguez fue el responsable de mostrar a todos los visitantes toda la riqueza que les rodeaba. Y la visita fue un éxito rotundo.
Más de 200 personas se dieron cita en el Monasterio y recorrieron con Rafael toda la zona visitable actualmente, conociendo los últimos trabajos de restauración y conociendo toda su historia, desde el inicio de su edificación hasta nuestros días, sin olvidar el momento en el que un arquitecto se llevó la sorpresa de su vida al leer en un periódico un anuncio que rezaba: “Se venden ruinas de un monasterio”.
Si tienes interés en recorrer el Monasterio de forma guiada, la Fundación permite concertar visitas para grupos de un mínimo de 20 personas escribiendo al correo electrónico visitas@monasteriopelayos.es. También hay programadas algunas visitas para los meses venideros, las próximas visitas organizadas se realizarán el 10 de febrero, 10 de marzo, 7 de abril, 12 de mayo y 9 de junio.
Si estás interesado en encontrar más información, visita:
http://monasteriopelayos.es
Javier Fernández Jiménez.
DON ÁLVARO DE LUNA A SU PASO POR CENICIENTOS
Riquezas tuvo, honores, poderío;
del rey valido, amigo y consejero,
favorito y constante compañero
y a su lado grandeza y señorío.
De cuerpo enjuto, mas su fuerza y brío
fue cantada, elevada al romancero,
y él fue juglar, poeta pasajero
y en justas paladín cruzando el río.
Gran señor, Condestable de Castilla,
con gran pompa pasó por Cenicientos
anhelando el cetro y ceñir corona.
Magnífico jinete va en su silla,
semblante alegre y, oro en los jumentos
que lleva a su castillo de Escalona.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL PUENTE DE LA CHORRERA
El puente de la Chorrera
a coruchos vio pasar,
con su ganado lanar,
sus mulas y vertedera.
Por la estrecha carretera
camino iban de Escalona,
cuando el blasón que blasona
a la ciudad imperial
era nuestra capital
y de España la corona.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
ES TU CALLE SIN SALIDA
Es tu calle sin salida
donde me suelo perder,
y después no se volver
al llegar la despedida.
A tu cintura ceñida
con ambas manos la tengo,
y presiento que sostengo
de tu respirar el hálito
que se ha convertido en hábito
con el que yo me mantengo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
El Poeta Corucho y Bardo de Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
Se ofrece conocedor de la historia
y literatura de Cenicientos
a través de los siglos, para
acompañar en excursiones,
tanto sea a personas individuales
o en grupo, sin límite de asistentes.
DESTACO A CENICIENTOS SOBRE EL MAPA
Destaco a Cenicientos sobre el mapa
que de Madrid conforma monte y suelo,
siendo parte importante de su cielo
buque insignia que prende en su solapa.
En grata sensación que pronto atrapa,
sus vinos suavidad de terciopelo
y brisas marejadas del consuelo
que adhieren al viajero como lapa.
Un sortilegio tiene su montaña
con su Peña entrañable que se baña
en el pinar tendido ante sus pies.
Y al trasponer el sol sobre la cumbre
es tamaña su belleza y deslumbre
que la villa corucha adorable es.
CENICIENTOS EN EL CORAZÓN
Es mañana grisácea en el pueblo,
de una lluvia que cae mansamente,
y un tañer de la campana doliente
sume a la calle en silencio y despueblo.
Es preciso y urge hacer un repueblo
que atraiga en cascadas a nueva gente
y vea un alba de nuevo creciente
al igual que yo lo canto y amueblo.
¡Qué versificaré por alabarte
y en versos épicos alto ascenderte
y sobre el mapa de España situarte
e imperecedero así siempre verte,
pueblo corucho sin cesar de amarte
hasta cubrirme el velo de la muerte?