Con todo el respeto me voy a permitir dar un consejo a todos los aficionados, es mi obligación compartir las sensaciones que me está produciendo ver ejecutar sobre el albero el toreo más ortodoxo, puro, generoso, sentido, vibrante que está realizando un torero charro, nacido en tierras leonesas: Javier Castaño. Para lo que se lleva en la actualidad es Javier un torero raro, su concepto del arte de Cuchares es ante todo generoso y lo es con el toro, con su cuadrilla y con su entrega sin límites. He visto en la feria de la Magdalena a un miura ir cinco veces al caballo por la voluntad de Javier, que ha permitido lucir, en toda su dimensión, la grandeza de ese encaste para gozo del público, sacrificando su éxito en la faena de muleta; ha permitido a sus peones una lidia profunda y el lucimiento majestuoso de unos pares de banderillas en la más profunda pureza rehiletera. En un mundo de egoístas idolatrados, animar a sus subalternos a ejecutar el toreo que sienten es generosidad.