- El rebaño de ovejas merinas y cabras retintas del Concejo de la Mesta ha llegado a finales de octubre a la Dehesa de Navalquejigo, en el Término Municipal de Fresnedillas de la Oliva, para pasar el invierno después de un largo viaje desde los Picos de Europa hasta la Sierra de Madrid.
Después de 38 días recorriendo cañadas, cordeles, veredas y coladas, como se hiciera en tiempos inmemoriales, el más famoso rebaño de la trashumancia castellana, bajo los auspicios de la Asociación Trashumancia y Naturaleza y el Concejo de la Mesta de Pastores, ha llegado a Fresnedillas para realizar la invernada y la paridera anual. Allí permanecerá hasta el mes de mayo, cuando emprenda su camino de vuelta hacia los Picos de Europa en las montañas de la Cordillera Cantábrica. El rebaño partió el día 19 de septiembre de 2019 desde Valverde de la Sierra, localidad perteneciente al municipio de Boca de Huérgamo, en la provincia de León. Siguiendo los pasos de la Cañada Real Leonesa Oriental y después de atravesar las provincias de Palencia, Valladolid y Segovia, el ganado llegó a Madrid. En la capital se celebró la XXVI Fiesta de la Trashumancia el día 20 de octubre mientras las ovejas ocupaban el centro de la ciudad desde la Casa de Campo, pasando por la Puerta del Sol, la Calle de Alcalá y las plazas de Cibeles y Neptuno. Como manda la tradición, se realizó la ceremonia de entrega de cincuenta maravedís de vellón por cada millar de ovejas y cabras que crucen la Villa. Desde Madrid, el rebaño se dirigió hacia la Dehesa de Navalquejigo, en el Término Municipal de Fresnedillas de la Oliva. Allí concluiría su recorrido desde el Cordel del Puente de San Juan por Valdovín al camino del Blanquear y por fin, a la dehesa.
Según la Asociación, presidida por Jesús Garzón Heydt, su objetivo principal es la conservación de las vías pecuarias como corredores ecológicos que unen de norte a sur toda la Península Ibérica. Esto se consigue a través del fomento de actividades tradicionales como la trashumancia y la puesta en marcha de usos alternativos que favorezcan la incorporación activa de la población rural mediante la ganadería extensiva a través de la Mesta.
La Mesta tiene su origen en la Edad Media, cuando la ganadería estaba organizada en asociaciones de pastores con autogobierno, llamadas mestas, que velaban por la defensa de sus intereses. La creciente importancia ganadera hizo que el rey Alfonso X el Sabio creara en 1237 el Honrado Concejo de la Mesta, reuniendo a todos los pastores de las mestas de León y de Castilla. Este rey y sus sucesores dotaron a la Mesta de importantes privilegios a lo largo de los siglos, como la conservación de las cañadas, la libertad de paso para los rebaños o la prohibición de roturar las zonas de pasto. El motivo por el cual esta institución gozó siempre de grandes privilegios era que los reyes la utilizaron para conseguir atraer en su favor a los nobles e instituciones eclesiásticas, que eran los grandes propietarios del ganado trashumante.
El número de rebaños y de cabezas de ganado que los componían aumentó debido al floreciente y rentable comercio con Europa de la lana merina castellana, por su excelente calidad. Por los puertos de norte de España, como Laredo, San Sebastián o Fuenterrabía, la lana era exportada hacia las fábricas de Flandes, donde la incipiente burguesía flamenca había desarrollado una importante industria textil. Y así se mantuvo, como un negocio muy lucrativo durante siglos, hasta que la situación cambió a mediados del siglo XVIII. Un continuo descenso de los beneficios de estas explotaciones ganaderas trashumantes, debido al desplome de los precios de la lana por la competencia exterior, provocó su declive. Además, el desarrollo de la agricultura propuesto por la España Ilustrada, ante el creciente aumento de la población, hizo retroceder la superficie destinada a pastos, con el consiguiente progresivo abandono de la actividad trashumante.
Este año, el rebaño de la Mesta, dirigido por el mayoral Juan Miguel Díaz Sánchez, pasará el invierno en La Dehesa de Navalquejigo, que se encuentra ubicada dentro del Término Municipal de Fresnedillas de la Oliva, a unos dos kilómetros al suroeste del núcleo urbano. La primera cita histórica en la que aparece mencionado el nombre de la dehesa la encontramos en el Libro de la Montería de Alfonso XI, redactado a mediados del siglo XIV, hacia 1340-1350. El monarca recogió en un texto todos los montes de su reino de Castilla y León, donde podían cazarse osos. En el Capítulo X del Libro Tercero, en Fresnedillas, hallamos el topónimo Navalquejigo en el monte número 7: “Peña Osera (Alto del Pinar) es buen monte de oso, y es de invierno. Y es la vocería desde la Casa de La Povedilla por la senda que va a Navalquejigo”. La citada “senda” es la que actualmente divide la dehesa en dos mitades, llamadas Dehesa de Arriba y Dehesa de Abajo.
El apeo o deslinde de la finca se realizó en el siglo XVI, siendo rey Felipe II. Así, en 1574, se redactó el documento jurídico que acreditaba la demarcación de la dehesa: “Se levantó el perímetro del monte siguiendo una pared de piedra en seco que cerca todo el monte, el cual se encuentra atravesado por un camino que va al Pinar, con cerca de piedra a ambos lados”.
A finales del siglo XVIII, en 1783, el párroco de Fresnedillas en esos años, José Antonio Machón, habla de la Dehesa de Navalquejigo en la época de Carlos III: “Hay … en esta villa (de Fresnedillas) … algunas dehesas muy apreciables: como a dos tiros de fusil, hacia el Poniente, hay dos llamadas las dehesas de Nabaelquejigo, en donde nuestro católico rey tiene algunas batidas regularmente todos los años por el tiempo que está en el Sitio del Escorial; están estas dehesas muy pobladas de jaras, sauces, retamas, enebros, pinos, encinas, quegigos y alguna madroñera”.
En la actualidad, esta Dehesa se encuentra registrada como el “monte número de 36 del Catálogo de Utilidad Pública”, según la relación de montes protegidos estatales y de la Comunidad de Madrid, con una “cabida total y pública” de 466 Hectáreas y una “servidumbre de paso que la cruza de Este a Oeste”.
La Dehesa de Navalquejigo conserva todavía ese aire de finca antigua, atestiguado por el paso del tiempo. No en vano, aquí se rodó, a mediados de los años 70 del siglo pasado, la singular película de temática medieval titulada Leonor, dirigida por Juan Luis Buñuel, el hijo de Luis Buñuel, con música de Ennio Morricone.
Este invierno, Fresnedillas enlaza con la tradición medieval. En pleno siglo XXI, un rebaño de la Mesta pastará en la dehesa tendiendo un puente entre el pasado y el futuro, recordándonos a todos la importancia de proteger nuestro entorno y mantener vivas las tradiciones.
Pablo Alonso Hernández.
Profesor de Historia