Vivimos en un entorno privilegiado, miremos donde miremos, solo hay que dar unos pocos pasos para encontrar paisajes, rincones y lugares en los que disfrutar de todo cuanto nos rodea, puede que eso sea un abono perfecto para la poesía y puede que este entorno contribuya a que haya en nuestras localidades tanto poema y tanto poeta, a que proliferen las publicaciones, los recitales, los encuentros y los amantes de la poesía.
Hace solo unos días se vivía en Villa del Prado un hermanamiento entre tres asociaciones culturales y poéticas que realizan actividades en nuestros pueblos de manera habitual. También en el municipio pradeño se ha vivido recientemente el recital internacional Grito de Mujer y va a ser la localidad que acoja el recital La cabellera de la Shoá, el grito poético que Félix Grande escribió tras visitar Auschwitz.
El pasado 21 de marzo se celebraba el Día de la Poesía, un buen momento para reflexionar sobre la voz poética, para mirar más allá de los versos y saber hacia dónde nos puede llevar un poema, qué nos puede ayudar a contar, a gritar, a decir. ¿Quién puede escribir poesía? ¿Es una herramienta o un lenguaje solo al alcance de unos pocos elegidos? ¿O es en realidad un idioma que conocemos todos nosotros?
Si escribes poesía, si sientes la poesía, si notas ese picor habitual que te hace escribir unos versos, ya tienes la respuesta. Pero si no, deja que te cuente lo que puede provocar un momento poético en buena compañía: el martes 28 de marzo, la Biblioteca Municipal de Aldea del Fresno vivió un momento repleto de versos, sentimientos, ideas y poemas. Varias niñas (y un niño) se reunieron para contarse de qué estaban hartas, qué las molestaba, qué provocaba que quisieran gritar, protestar, llorar incluso… y al sacar todo eso, al llevarlo al papel, todas ellas fueron capaces de realizar un poema realmente intenso y repleto de emoción. Para rematar ese momento, la poesía llegó a la calle, bajó hasta la plaza y se dejó recitar en voz alta.
No es un lenguaje difícil ni ajeno, poesía somos todos y cualquiera de nosotros puede transitarla y escribirla. Los niños y las niñas la sienten como propia, la intuyen, la viven, la disfrutan en cuanto se atreven a hacerlo y, finalmente, si se les deja, la hacen suya por completo.
Celebremos la poesía, vivamos la poesía, hagamos que nos acompañe cada día y que se convierta en parte de nuestro día a día. Muchas veces nos preguntamos por qué leemos menos, por qué sentimos menos, por qué miramos menos lo que nos rodea… puede que leer un único poema al día nos pueda servir para ser aún mucho más de lo que somos.
Felicidades poetas y enhorabuena, disfrutadores de la poesía.

Javier Fernánez Jiménez.