
- El monte de utilidad pública Alberca y Alberquillas.
- Es muy difícil encontrar un lugar con tanta concentración de flora y fauna.
Allá donde se juntan los caminos de tres provincias (Ávila, Toledo y Madrid); allá donde se cruzan los Valles del Alberche y del Tiétar y donde comienzan las primeras estribaciones del Gredos Oriental, en el extremo más suroccidental de la Comunidad de Madrid, hallamos un lugar que bien podríamos definir como el paradigma del gran ecosistema de las laderas sur de Gredos.
Nos hallamos en Cenicientos, en su monte Alberca y Alberquillas, la antesala del Tiétar.
¿Qué tiene este lugar de singular y especial para constituir, posiblemente, el ecosistema más variado y completo de la Comunidad de Madrid? En primer lugar su hábitat, es decir, el lugar, la casa o la habitación donde se desarrollarán los seres vivos y que vendrá condicionado por su clima, orografía y exposición.
Una pequeña alineación montañosa, a continuación de la gran cuerda de Gredos, hace que llegue hasta la zona la influencia del Atlántico a través de los conocidos vientos ábregos procedentes del suroeste. Estos chocan con el muro de Gredos reteniendo las nubes, exprimiéndolas produciendo un régimen de precipitaciones superior al de las llanuras. Pero además protegen de las embestidas potentes de los vientos gélidos del norte y noreste. Consecuentemente, el hábitat o habitación donde se desarrollará el ecosistema es óptimo para generar una comunidad de flora y fauna abundante y, sobre todo, variada.
Con una clara diferencia entre la exposición sur y la norte, disponemos de dos ecosistemas diferenciados con la fortuna de poder disfrutarlos en un espacio muy reducido, asequible en un paseo de apenas una decena de kilómetros. Es muy difícil encontrar un lugar con tanta concentración de flora y fauna. Realmente es una especie de maqueta de todo lo que hallaremos en todo el sur de Gredos, sobrepasando incluso los límites de la Vera cacereña.
Alberca y Alberquillas de Cenicientos, una joya de ecosistema que en su cara norte cuenta con una media de precipitaciones de 1.000 litros anuales, lo que supone un 30% más que en la cara sur debido a la barranca orográfica que configura la zona y en la que los más viejos del lugar, y no tan viejos, se abastecían de sus fértiles huertas rodeadas de guindos de los cuales recogían el fruto para con sus borriquillos venderlos en los pueblos del vecino Toledo. Porque es zona de guindos, de la guinda más natural y sin manipular como es la procedente de la planta madre silvestre (Prunus avium), protegida en la Comunidad de Madrid. En las guías institucionales se omite que este rincón posee una regeneración natural apabullante de guindos que antes de la avalancha de los injertos de laboratorio, servían como plantas madre para los cerezos del jerte y limítrofes. Es un espectáculo observar tanta regeneración natural, en la que el castañar va ganando terreno una vez quedó en desuso la explotación de la resina, en los años setenta, en la que el árbol preferente era el pino resinero (Pinus pinaster). La Administración forestal planifica cortas progresivas de estos pinos para favorecer lo que la tierra reproduce de forma natural. Y así tenemos que el castañar se funde con las zonas de guindos. Ambas especies en progresión en todo el camino que llega hasta la zona conocida como el seminario o Prado de las Aguas. En las pequeñas pozas, o charcos naturales de este Prado, y desde tiempos inmemoriales, encontramos el tritón ibérico, salamandras y diferentes anfibios. Un hecho que se repite en toda la zona de las Albercas y Alberquillas ladera norte.
El helecho (Pteridium aquilinum), es igualmente una planta abundante, que se acompaña de una genista pinchuda, de carácter atlántico como es la Genista falcata. Dicha planta llega desde el Atlántico y en la zona centro tiene su límite en esta zona, por más que, nuevamente, guías como la famosa Incafo de plantas y arbustos de la Península Ibérica lo omita. El desconocimiento de la riqueza de este ecosistema es evidente. Majuelos, ciruelos silvestres, quejigos, algún que otro alcornoque camuflado, musgos, líquenes así como una larga lista de micromamíferos, mustélidos, vivérridos, aparte de las típicas especies cinegéticas de caza mayor. Todo esto en el hábitat de la umbría y zonas más altas del monte de las Albercas y Alberquillas, porque en el hábitat de la exposición sur se desarrolla un ecosistema diferenciado. Dejamos a un lado castaños, guindos, helechos, genistas falcatas y aparecen los pinos piñoneros (Pinus pinea), las encinas, las plantas labiadas, aromáticas, cornicabras o cornetas (Pistacea terebhintus); especies que en general aguantan más los rigores de las zonas soleadas, especialmente en verano. El crecimiento vegetativo anual de las plantas en este completo monte, es espectacular. A principios de siglo, y como consecuencia del envenenamiento de una hembra de Águila Imperial y sus tres crías en la zona de El Encinar de Cenicientos, tomó el relevo una pareja de Imperiales que hasta la fecha han venido criando año tras año. Una joya a cuidar. Un sinfín de aves de diferentes tamaños y familias hacen la delicia de los amantes de la ornitología: Águilas calzadas, culebreras, ratoneros, milanos, oropéndolas, abejarucos, halcón peregrino, azor etc. etc. pueden ser avistados con facilidad.
¿Cuáles son los peligros de este increíble ecosistema? Las rutas ilegales inventadas y publicitadas en internet y que no respetan absolutamente nada; la masificación; el acceso abusivo con vehículos más allá de los usos necesarios de los vecinos para leñas y otros productos y actividades del monte; la construcción de viviendas ilegales en zonas protegidas y en general las actividades relacionadas con la actuación humana.
Debemos conocer mejor las posibilidades naturales de la zona para de esta forma protegerla, cuidarla y disfrutarla. Una nueva forma de entender la riqueza de los ecosistemas es posible.
Emilio Pacios.
FLORA Y FAUNA DE CENICIENTOS
Destacándose el majuelo
y la higuera con sus higos,
la encina les brinda abrigos
y les protege este cielo.
Va con su olor el romero
y su flor la blanca jara,
que en el monte se enmascara
entre el pino resinero.
Se yergue en risco el enebro
con el aliso debajo,
no dándole más trabajo
que el que imprime a su cerebro.
Surge la jara pringosa
junto a la flor del cantueso,
y entre los dos te di un beso
que me pediste jocosa.
El almendro ya explosiona
con su floresta nupcial,
almendras del almendral
prolíficas en la zona.
Castañas del castañar
y los frutos del madroño,
emergentes en otoño
cuando emerge el olivar.
Vainas de las cornicabras
donde el espárrago medra,
entre el zarzal y la piedra
por donde triscan las cabras.
La fauna vive y los anda
y desenvuelve a su sombra,
les dan cobijo y alfombra
y alimento les demanda.
Viven liebres y conejos
y el ocelado lagarto,
que las rocas les dan cuartos
y las aguas los espejos.
Vuela el águila imperial
y huye de ella el estornino,
y aparta de su camino
la perdiz del Cornetal.
Repta culebra bastarda
y corren las lagartijas,
que se infiltran por rendijas
y el sapo común escarda.
El pájaro picapinos
duerme con su picoteo,
el airoso parloteo
del herrerillo en los pinos.
El zorro va con sigilo
al igual que el jabalí,
y la garduña va así
elegante y con estilo.
La urraca tan vocinglera
a la tórtola disgusta,
pues a su pollada asusta
en la Umbría conejera.
Los murciélagos se cuelgan
en la casa del Minero
y los observa un jilguero
mientras grillos se descuelgan.
Los cuervos y demás córvidos
libres vuelan por los campos
cuando el fuego de los lampos
anuncio es de truenos hórridos.
Y así entre brisas y vientos
viven la Fauna y la Flora,
día y noche y por la aurora
Flora y Fauna en Cenicientos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
CON LAS GUINDAS DE AQUEL GUINDO
Con las guindas de aquel guindo
maduradas y en sazón
yo te hacía un corazón
con una flecha muy lindo.
Y delimito y deslindo
que con el tiempo pasado
con mis manos he labrado
de rubíes los pendientes
con besos evanescentes
que en tus labios se han posado.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
Soy peppa pig y tengo 15 años este parque se parece al de mi jardin