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El traje de torear

El origen del traje de luces es el traje que usaban los majos a finales del siglo XVII y que terminó convirtiéndose en una ropa exclusiva para ejercer el ritual taurino. Originariamente se confeccionaban en ante, pero en la actualidad se hacen de seda y se adornan con oro y plata. El oro solo lo utilizan los matadores, novilleros y picadores, mientras que la plata y la seda la usan los banderilleros. Se cree que fue Costillares (Sevilla 1743-Madrid 1800) el primero que diseñó vestidos específicos para torear.

Isidoro Rábanos

Aunque hay apuntes anteriores del torero madrileño Cayetano Sanz, que ya empezó a reformar los trajes de mozos adaptándolos al peligro que entrañaba lidiar toros con taleguillas anchas, chaquetillas amplias, casacas a medio muslo, etc.

Vestirse para torear constituye un auténtico rito, especialmente en el caso del matador. El diestro se encierra, con su mozo de espadas, en la habitación del hotel y con parsimonia, susurrando y sin prisas se procede al mágico ritual de vestirse.

El traje del torero se compone de las siguientes piezas:

Montera. Es una especie de sombrero que cubre la cabeza del espada y los banderilleros. Hasta el siglo XIX se utilizaban unas veces el sombrero de tres picos y otras unas redecillas que empleaban los mozos para recogerse el cabello. Fue Paquiro (Cádiz 1805- Cádiz 1851) el que empezó a usar la montera. Los picadores usan el castoreño, es redondo, de color claro y debe su nombre a que originariamente se confeccionaban con piel de castor.

Corbatín. Cinta muy fina que se anuda como la corbata, generalmente del color del fajín que va ceñido a la taleguilla.

Chaquetilla. Es una chaqueta corta que llega hasta la cintura. En la parte pectoral se encuentran los alamares y bordados en oro y plata. De sus hombreras, ricamente bordadas, cuelgan los machos.

Taleguilla. Es un calzón muy ceñido, para evitar enganchones,  desde la cintura hasta debajo de las rodillas, que se ajusta mediante cordones rematados con machos o borlas. Se sujeta a los hombros mediante tirantes. Se le añade un fajín a modo de adorno.

Medias. De seda y generalmente de color rosa, aunque ocasionalmente sean de color blanco.

Camisa. Es de color blanco y viene adornada en su solapa con boleros o chorreras.

Coleta. En el siglo XIX los toreros se dejaban crecer una coleta que trenzaban en un moño, también moña. Hoy persiste con el objeto de sujetar y situar la montera y actualmente son postizas. Al retirase, el torero se cortaba la coleta, expresión que ha pasado al lenguaje popular como sinónimo de abandonar una profesión. Juan Belmonte, por su escasa cabellera, fue el primero que prescindió en activo de la coleta natural y desde entonces empezaron a usarse los postizos.

Capote de paseo. Es una capa corta de seda, ampliamente bordada, que el diestro se anuda ritualmente a su cuerpo para efectuar el paseillo.  Es un elemento muy lujoso y solo lo utilizan los espadas y los banderilleros. Suele ir adornado de figuras religiosas, el patrón o la patrona del pueblo del torero o la imagen por la que el diestro tiene una especial devoción. Su función es únicamente ornamental.

Zapatillas. Son de color negro y están adornadas con un lazo y no llevan tacón. Tienen también el sobrenombre de manoletinas.

Sobre la confección del traje de luces, el famoso sastre Justo Algaba dice: “Lo primero que hay que hacer es respetar el estilo del torero. Pero hay que trabajar en función de su anatomía, de su psicología y de su fisonomía. Todos los toreros no tienen la misma constitución física, es lo que se llama la hechura. A un torero recio hay que vestirle de oscuro. Y a un torero alto hay que ponerle bordados verticales. Tienes que comprender los gustos del torero, asimilarlos. Cada bordado tiene que responder a una exigencia concreta. En resumen, todo es cuestión de conjugar, como ya he dicho antes, anatomía, psicología y fisonomía”.

¿Y los colores?  Los colores son diversos a gusto del torero, los más comunes son el grana (rojo), nazareno (morado), purísima (azul claro), rosa palo, blanco, o tabaco (marrón). La elección unas veces obedece a motivos estéticos, otras a la superstición o a la practicidad; en cualquier caso es tan amplio el matiz de colores, nombres, tradiciones y costumbres que creo yo que merecen un capítulo aparte.

Terminamos este artículo a la altura que merece el traje que dota al torero de misterio y grandeza con unos versos del poeta  Gerardo Diego dedicados al traje de luces:

Zapatilla escotada
para el estribo.
Media rosa estirada
y alamar vivo.
Tabaco y oro. Faja
salmón. Montera.
Tirilla verde baja
por la chorrera.

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