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“En un incendio todo el mundo tiene una parte de responsabilidad”

  • Análisis del fuego que arrasó hace un mes Cadalso de los Vidrios, Rozas de Puerto Real y Cenicientos.

Al margen del dolor por la pérdida de nuestros montes y el desastre ecológico que conlleva, debemos todos hacer un ejercicio de serenidad y tranquilidad; no ver solo la meta que pretende oír lo que únicamente queremos escuchar según el punto de vista de cada uno, contaminado, a su vez, por la fuerza de la emoción personal y la experiencia de cómo lo vivimos todos individualmente. Claro que nos encontramos con un problema sin solución: resulta matemáticamente imposible atender a todas las verdades individuales puesto que cada uno vivió el fuego desde una óptica diferente, un lugar diferente, una experiencia distinta, un sentimiento propio etc., llenas de conclusiones tan opuestas como variadas.
Aconsejo la lectura de una entrevista al bombero catalán Josep Pallàs, superviviente hace ya 10 años del incendio de Horta en el que murieron 5 compañeros suyos salvándose milagrosamente gracias al factor suerte según sus palabras. Y lo aconsejo porque se constata la evolución necesaria que ofrece el paso del tiempo, el análisis tranquilo y sobre todo el “escuchar”. (https://www.eldiario.es/catalunya/politica/Josep-Pallas-incendio-Horta-Sant_0_922158549.html)
Afirma que la sociedad y los políticos deben entender que a veces el fuego gana; que se lucha contra algo que a veces no se puede defender; entiende que las comisiones políticas de investigación como la del citado incendio son ridículas y vergonzosas; que se debe reorganizar el territorio (tarea de generaciones); que desde el súper podemos contribuir comprando productos de la zona que sirven de cortafuegos, y nos quedamos con un frase muy importante a raíz de un documental que se publicó 5 años después del incendio:
“Queríamos explicarnos para que, sin señalar a nadie, todo el mundo entendiese que tenía una parte de responsabilidad.”
No se pretende con ello eximir a nadie de sus responsabilidades en la actuación del incendio, ni mucho menos. Pero se hace prioritario un análisis tranquilo con aportaciones de todos los actores del mismo que va más allá, incluso de los cuerpos de intervención, ya que la propia sociedad, por obra u omisión está implicada. Todos somos responsables. A raíz de esta catástrofe surgen debates necesarios como: el estado de nuestros montes; el tipo de fuego al que nos enfrentamos; la oportunidad o no de permitir la ayuda de los paisanos; la polémica entre bomberos y retenes forestales; los sistemas de actuación ante el fuego (solo agua o herramienta manual); los protocolos entre administraciones autonómicas diferentes; y por último, acciones a realizar después del incendio.

Estado de nuestros montes
El momento actual de los montes de la Sierra Oeste de Madrid es la consecuencia directa de su climatología general y más concretamente de su meteorología actual; de su orografía; de su exposición y, por supuesto, de la actividad humana que se ejerce sobre los mismos.
El refugio de la cercana Sierra de Gredos que proporciona una influencia en el régimen pluviométrico cuando de borrascas atlánticas se trata, proporciona unas precipitaciones que de media oscilan entre los 600 y 1.000 mm anuales según nos encontremos en los límites sur de Cenicientos y Cadalso de los Vidrios, (donde menos llueve), y las zonas más al norte incluyendo Rozas de Puerto Real donde por cuestiones orográficas y de altura es el lugar en el cual se alcanzan a los 1.000 mm anuales de media. Para hacernos una idea tenemos zonas de la Comunidad de Madrid con apenas 350 mm anuales de media en la zona sureste de la misma o los 450 mm del área metropolitana. Además existe una cierta protección de los fuertes fríos del norte por parte del muro de Gredos. Esto conlleva que la vegetación tenga un comportamiento vegetativo asombroso en cuanto a crecimientos anuales y en cuanto a regeneración natural. Con el abandono del campo y de la actividad agrícola basta con darse un paseo por los términos de Cadalso de los Vidrios y Cenicientos para darse cuenta de lo que hablo. Según abandonamos las viñas y otros cultivos el monte aumenta en extensión a pasos agigantados, con la encina como dueña y señora en todas las partes bajas de los términos quemados. Los que ya tenemos una cierta edad y hemos visto la evolución comentamos con cierta frecuencia que estos términos municipales tan solo tienen una cerilla por la continuidad vegetal en la que se han convertido.
No olvidemos que según el último Inventario Forestal Nacional y el de la Comunidad de Madrid la masa boscosa crece en miles de hectáreas. Esta zona es un claro ejemplo de ello.
A nadie se le escapa que este incendio no hubiera tenido estas terribles consecuencias hace 40 años puesto que las viñas lo hubieran evitado. Igualmente en un paseo por las que estaban limpias se verá que han quedado dañadas solo por los bordes.
Somos muchos los responsables, pues son lugares de pequeños propietarios que según se va abandonando el campo luego nos olvidamos de mantenerlo limpio. Factor fundamental.
Así mismo, esta zona, ha sido azotada otros años por incendios igualmente extremos en potencia y extensión, caso del incendio provocado por una desbrozadora de cuneta el día 16 de julio de 2013 y avistado con precisión por el mismo operario del actual incendio desde Peña de Cenicientos; o el incendio de 2002 que partiendo del vertedero de Cadalso de los Vidrios arrasó 2000 hectáreas en dirección Almorox y Paredes de Escalona.
Esto demuestra que la zona tiene una regeneración natural muy importante, afortunadamente, pero otro gran problema lo forman las casas construidas de una forma aislada, sin planificación, sin accesos viables para emergencias, muchas de ellas ilegales, otras que sirvieron antaño como casas de aperos hoy reformadas para fiestas camperas familiares y que en cierto modo todas cuentan con una cierta pasividad de las administraciones municipales y autonómicas. Todos somos responsables, decía el bombero catalán.
El problema es que el protocolo de incendios tiene prioridades absolutas de actuación: primero las vidas humanas y a continuación los bienes, esto es en nuestro contexto las casas aisladas, a cientos de ellas, que deben ser protegidas por encima de todo aunque el incendio se extienda y se propague y, además están las prácticas de bricolaje que se realizan en esas mismas como soldar, usar radiales, barbacoas etc. Esto hace destinar dotaciones protegiéndolas en un claro daño a la masa forestal. Resumiendo, no hemos aprendido nada.
Resulta muy curioso escuchar lamentos porque los bosques públicos no están limpios cuando han sido los cientos de minifundios los que han llevado el incendio a la parte de más valor ecológico como es el rincón que forman el monte de Cenicientos Alberca y Alberquillas, parte de la Sierra de Cadalso y Rozas de Puerto Real que significan en un espacio relativamente pequeño el ecosistema más completo y variado de la CAM con sus bosques mixtos de castaños, cerezos silvestres, helechos, genistas atlánticas solo encontradas en este rincón como la Genista falcata, anfibios, aves, vivérridos, mustélidos y un largo etcétera. Se sorprenderían de la extensión pública quemada (mínima en relación a las 3.000 hectáreas) y la extensión privada afectada (la gran mayoría).

Tipo de fuego al que nos enfrentamos
No se ha hablado mucho a nivel popular y oficial de la meteorología que nos acompañó durante el incendio. Tomando como referencia la estación municipal de Cenicientos (modelo Davis Pro homologada por la NOAA americana que es quien lleva los fenómenos meteorológicos extremos de USA) las condiciones meteorológicas en los inicios del incendio eran muy extremas. Temperaturas que registraron su punto máximo a las 18:30 horas con 38,5ºC, rachas máximas de viento de 40km/h del ESE y una humedad relativa del 11%. Con estas condiciones meteorológicas ya podemos traer el Atlántico entero que el fuego se apagará cuando la meteorología ceda y nos dé un respiro. A esto le sumamos el enorme potencial de combustible debido a la gran continuidad vegetal de la zona. Tanto paisanos como los retenes y agentes forestales conocedores de la zona, saben que las temperaturas en la zona de inicio y sur de los términos de Cenicientos y Cadalso son aún más extremas. En temperatura de 2 a 3ºC mínimo en las máximas. Hablamos pues, de temperaturas a la hora del inicio del fuego que superaban los míticos 40ºC, pero no como un dicho, sino como una realidad. Zonas de 500 a 600msnm frente a los 775msnm de la estación municipal de Cenicientos.
No hace falta ser un experto para afirmar que la suerte del incendio estaba echada con esas condiciones pues era un incendio total imposible de controlar por más que se diga que entró en la Comunidad de Madrid por un arroyo o que se hubiese apagado con la vista. No, lo que el incendio hacía era explotar por un sinfín de focos secundarios con tan solo dirigir la vista al mismo. Rachas en esos momentos de hasta 40km/h y una humedad relativa del 11% son condiciones absolutamente extremas. El viento se unió a la bacanal del desastre pues jugó como un gato juega con un ratón. Hasta las 12 de la noche del día 28 de julio predominó la componente E/SE; con el cambio de día, y aún con más de 30ºC (no se bajaría de esa temperatura hasta las tres de la madrugada) y una humedad relativa del 14% se produjo un cambio de viento a NE, como corresponde a la dinámica atmosférica del verano en esta zona, llevando el incendio a zonas no quemadas. Así hasta las 6 de la mañana del día 29 que cambió a SW hasta las 19,40 horas que pasó a W. A partir de la noche y entrando en el día 30 nuevamente el NE hasta las 6 horas volviendo, por enésima vez a mandar el fuego a zonas no quemadas. Las temperaturas y humedades similares al día 28.
Con el precedente, además de que en lo que llevamos de año natural, desde enero y en la serie que tengo elaborada desde 1996, jamás se había tenido un registro tan bajo de precipitación. (140mm cuando debería ir 350/400mm) La peligrosa orografía de la zona se encargó del resto.
Se han vertido un sinfín de opiniones y hasta incluso se ha llegado a usar el dolor de todo un pueblo, en beneficio político en un acto que no merece comentario alguno.

Permitir o no la ayuda de los paisanos en la extinción
Este es un debate muy complejo que tiene sus pros y sus contras. De hecho en la Comunidad de Madrid no se permite y en los vecinos pueblos de Sotillo de la Adrada, Casillas y La Adrada se permitió en el incendio pasado causado por un rayo. Un tema que ha producido mucha tensión que comprendo y entiendo sobre todo de ciertas personas que han estado, desde que tengo uso de razón, colaborando en las tareas de extinción. Esto depende del jefe de extinción y es quien decide. Ni siquiera en Castilla y León es uniforme, puesto que en el incendio de Gavilanes no se permitió que actuaran los paisanos y en Sotillo de la Adrada sí. Es complejo, como digo. Lo que sí es cierto es que existe un cambio generacional al respecto puesto que nuestros padres y abuelos tenían un compromiso con el monte a la vez que una disposición y conocimiento del mismo que poco a poco han sido desapareciendo en las nuevas generaciones. Aun así, repito, comprendo la tensión de personas que siempre han estado ahí. Pero claro, imaginen si ocurre algo a un vecino. No cabe duda de que la exigencia de responsabilidades hacia el director de extinción sería inequívocamente impecable por la vía penal. De hecho, finalmente un retén forestal salió por fortuna del infierno y se salvó, y aun así está denunciado por parte de los sindicatos. No seré yo quien diga a nadie lo que tiene que hacer, pero volviendo a la exposición del bombero catalán, si denunciamos nunca llegaremos a aprender qué es lo que realmente pasó puesto que una horda de abogados se encargarán de desviar la atención sobre la actuación real de los mandos al dedicarse a la defensa penal y no a la raíz de la actuación y las posibles negligencias. Cuando la política y la vía penal se interponen en un incendio no aprenderemos nada. He asistido a juicios de incendios y pueden servir penalmente, pero no para aprender. En este incendio se llegó incluso a prohibir el acceso a un agente forestal que quiso ayudar en su tiempo libre.
Polémica entre bomberos y retenes forestales
Capítulo especial de cómo no se deben hacer las cosas. Debemos aclarar, sin menosprecio de auténticos profesionales del cuerpo de bomberos y concretamente del parque 35 de San Martín de Valdeiglesias, que son los retenes y los agentes forestales los que realmente conocen el terreno, el monte y el fuego. Hubo un tiempo, en el que ante el más mínimo aviso de incendio, y por pequeño que pudiera aparentar, se activaba automáticamente a los retenes forestales cada uno de ellos con un agente forestal. Era una fórmula, fresca, real, automática de pronta respuesta ante el más mínimo aviso. Bomberos tomó las riendas y comenzó a apartar a los agentes forestales de la extinción propiamente dicha y los retenes pasaron a manos de los Bomberos (no, evidentemente, en derechos laborales). Y desde un despacho alguien se pone a colocar las piezas del ajedrez dejando pasar un tiempo vital para la pronta actuación. El problema es que desde un despacho se desconoce en qué tipo de tablero se juega y eso sí lo saben tanto los agentes forestales como los retenes. Ni reconocidos en su potencial humano como herramienta para atajar los fuegos ni reconocidos en sus derechos. Hemos dicho líneas arriba que el incendio era total e intratable por sus características. Pero esto no es obstáculo para afirmar que se actuó tarde, muy tarde. Es sabido que el operario de Peña de Cenicientos es un auténtico profesional capaz, como bromeamos, de localizar una colilla humeante en una cala de Valencia y conocedor del terreno y de la evolución de los incendios. No se le hizo caso y debemos extraer conclusiones para aprender y evitar actuaciones así. Respecto a la gestión y el supuesto caos en la gestión del incendio, debemos enfriarnos desde iniciativas y posturas constructivas. Escuchar, analizar y evitar, por ahora, la contaminación de las comisiones de investigación que no sirven para nada y menos aún la vía penal. Todo ello nos desviará. Pedir dimisiones sin que se haya analizado todo no sirve de gran cosa. Ya habrá tiempo si fuera necesario.
Los sistemas de actuación ante el fuego
Parece que la tónica general en la extinción del fuego es usar casi exclusivamente solo agua. Con los retenes se trabajaba la herramienta manual que resulta del todo beneficiosa a la hora de ir rematando los bordes del incendio, y más en un fuego que como este era intratable en su ataque directo. No es descabellado pensar que ir rematando por los bordes para evitar nuevos conatos hubiese sido una práctica más deseable por lo eficaz. Ahora mismo la gestión se basa en el agua. Igualmente la extinción en la Comunidad de Madrid ha sufrido una transformación con Bomberos pues esencialmente se trata de esperar al fuego en caminos o carreteras sin entrar al ataque directo. Como se ha demostrado, el fuego saltaba sin problema ya fueran carreteras, o pistas dando al traste con esto que se denomina fuego perimetrado.
En determinados fuegos como el actual no sirve de gran cosa. Recuerdo un incendio en Villaviciosa de Odón provocado por unos estudiantes al quemar los apuntes una vez terminado el curso, que saltó la M-501 en una zona de al menos 5 carriles. Tal vez sea mejor ir a los bordes y olvidarnos de perimetrar esperando.

Protocolo entre administraciones autonómicas limítrofes
El protocolo no deja lugar a dudas con el despacho automático en 2kms tierras adentro de la comunidad limítrofe y sin límite con autorización de los mandos correspondientes. No existe pues, conflicto al respecto, salvo que no se movilice a los medios inmediatamente como parece ser ocurrió con determinados retenes.

Acciones a realizar después del incendio
Debemos distinguir entre las zonas llanas de las partes bajas y los montes públicos ubicados en las partes más altas.
En cuanto a las primeras, demostrado queda, que después de dos grandes incendios como los de los años 2002 y 2013 la regeneración de la encina es rápida y contundente. No hacen falta más experimentos que invertir en la limpieza permanente de los innumerables caminos y fomentar políticas en la que los propietarios privados (mayoría absoluta) puedan tener las cosas más fáciles a la hora de limpiar sus fincas o cultivarlas.
En cuanto a los terrenos forestales públicos, en la zona de Cenicientos y partes privadas de la Sierra de Cadalso y Rozas de Puerto Real igualmente limpiar y no tocar. Ahora mismo existen ya, un mes después, brotes de castaños de hasta 50cms de altura. Es tiempo de observar y de aprender lo que la propia naturaleza nos enseña. Cualquier propuesta de repoblación, salvo determinadas zonas piñoneras, sería un fracaso y un gasto que vendría muy bien destinar a reforzar la regeneración natural como el castaño que en un año puede tener crecimientos de hasta dos y tres metros de altura. El monte volverá. No lo duden.

Emilio Pacios.

2 Respuestas para ““En un incendio todo el mundo tiene una parte de responsabilidad””

  1. Jose Calvo dice:

    Magnifico análisis! Enhorabuena

  2. Jesús T. dice:

    Genial Emilio!, como siempre. Un abrazo amigo.

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