Mario López Rubio, vecino de Cadalso de los Vidrios desde hace once años, se interesó por la historia del pueblo y los vestigios arquitectónicos. En varios libros leyó que existe un extenso patrimonio cultural, que diferentes culturas han vivido en su territorio desde tiempos inmemoriales. En lo alto de la Peña de Cadalso los musulmanes tenían un poblado y desde allí vigilaban los movimientos de los cristianos; la leyenda cuenta que existían unas cuevas que iban desde lo alto de las peñas hasta el valle.
Como aficionado a la espeleología sabía que la composición del terreno, principalmente de granito, hace imposible que existan cuevas de tan largas dimensiones. Buscó en lo alto de la montaña pero, tras rastrear el terreno concienzudamente, no encontró nada. En cambio, en el valle sí localizó lo que era conocido por los lugareños como las Cuevas del Pilar. Decidió pedir ayuda al Cuerpo de Rescate de Bomberos de la Comunidad de Madrid y, tras comunicárselo al Ayuntamiento y a Protección Civil, decidieron destapar las entradas e investigar lo que había dentro. Se supone que son nueve, pero ellos han encontrado de momento cinco.
Mario las cataloga como “preciosas”; son prácticamente todas iguales, tienen un pasillo central largo y a los lados van saliendo los huecos de las tinajas, todas con arcos de medio punto en ladrillo. Por ello se sabe que no son del tiempo de los musulmanes, sino mucho más modernas; se han datado en el siglo XVIII.
Coincidió su búsqueda de las cuevas en el tiempo en el que estaban haciendo estudios arqueológicos en las ruinas conocidas como La Mezquita. Mario recurrió entonces a los arqueólogos para que hicieran un estudio de ellas. Estos especialistas las han medido, fotografiado y catalogado en un proyecto que se ha presentado en el Ayuntamiento y en la Universidad.
Se han reunido en varias ocasiones con la Alcaldesa, que ha mostrado interés por el proyecto. Puestos en contacto con ella nos ha ratificado las palabras de Mario. La regidora quiere dejar claro que no son visitables de momento: “Todo apunta a que va a poder llevarse a cabo el proyecto de investigación, vamos a intentar recuperarlas pero el camino todavía es largo”, nos comenta. Están situadas en fincas privadas, pero el propietario no ha puesto inconveniente en que se realicen estos estudios.
Los vecinos del pueblo le han contado que los muchachos entraban a coger murciélagos, que encendían teas con zapatillas viejas e “investigaban” por su cuenta. Lo que sí se sabe es que eran utilizadas como bodegas debido a los huecos de las tinajas. Se notan las marcas del pico que fue horadando en la piedra granítica, no usaron encofrado, pues cada arco tiene unas dimensiones diferentes; estaba cubierto por unas bóvedas de ladrillo y estos eran enfoscados por adobes y después pintados. La estructura es fuerte pero el estado no es bueno.
Mario confía en que se siga adelante con la investigación y se pueda llegar a abrir al público y opina que se podrían añadir al rico patrimonio cultural local y comarcal, de cara a mostrarlo al visitante fomentando el turismo.