Llegan los días navideños y sin embargo estas navidades se presentan muy diferentes a otros años. Los fríos datos confirman la percepción que muchos tienen. Este año el 21,1 % de la población española vive por debajo del umbral de pobreza, el 40,0% de los hogares no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos y el 7,6% de hogares tienen a todos sus miembros en paro, casi 300.000 de estas familias viven con la pensión de un jubilado, España se confirma como el tercer país con mayor desigualdad social de la Unión Europea. Existe una cifra especialmente preocupante y es que la pobreza infantil se ha disparado un 45% entre los años 2007 y 2009, afectando a más de dos millones y medio de niños en nuestro país, datos que si se actualizaran al año 2012 aumentarían mucho más, para vergüenza de este país.
Cada vez deberíamos tener más claro que papá o mamá Administración no vendrá a resolver estos dramas, la actualidad diaria demuestra que más bien al contrario, las diferentes Administraciones suben los impuestos y cada día prestan menos servicios y con peor calidad. Parapetados tras el estribillo de “no tenemos presupuesto”, recortan salarios, anulan programas y proyectos sociales que hasta hoy eran pilares grandilocuentes de campañas electorales hoy ya olvidadas, todos tienen el sillón bien agarrado y sus sueldos asegurados. Nuestros gobernantes gobiernan, pero sin embargo “no son responsables”, da igual que se hable de la administración nacional, autonómica o local, la culpa siempre es de otros y si se puede responsabilizar a los propios desfavorecidos de su situación, pues mejor que mejor, al fin y al cabo es lo que se lleva en estos tiempos infames, los pobres son pobres, “porque han vivido por encima de sus posibilidades”, siempre se puede hacer una hipócrita campañita de recogida de alimentos, que lave las actuaciones del resto del año.
Mientras los servicios públicos más esenciales están siendo esquilmados para venderlos a empresas afines, hay que asegurase el puesto de trabajo futuro, las consecuencias de los recortes de hoy, tardaremos algún tiempo en asumirlas en toda su crueldad, desgraciadamente muchos millones de españoles serán “victimas colaterales” de una democracia pervertida que regala miles de millones a bancos, consiente despilfarros faraónicos inútiles y arropa a una clase política instalada en la mediocridad y el caciquismo, incapaz de renunciar a sus múltiples privilegios y solamente preocupada de proteger a los suyos. Un corrompido sistema político y económico que condena y ahoga a las capas de población más frágiles bajo la infame frase de “no hay otro remedio, no se puede hacer otra cosa”, una mentira que por mil veces que sea repetida no se convertirá en cierta, por mal que les siente a los asesores y periodistas que cobran miles de euros por engañarnos. Quizás por eso, porque sentimos que tenemos una clase política que en todos los escalafones nos miente sin vergüenza, ni consecuencia alguna, que nos abandona a nuestra suerte, tal vez por ese desengaño del papel de las instituciones, estamos regresando al origen.
El ser humano es una especie intrínsecamente gregaria y el dolor y sufrimiento de nuestros familiares, vecinos o de nosotros mismos, nos está haciendo reaccionar, desconfiar abiertamente de políticos y medios de comunicación, llevándonos a observar con una nueva mirada a nuestro entorno, volviendo a compartir, de forma honesta, lo poco o mucho que tenemos.
Este lento, pero constante despertar de una parte de la sociedad, es el tema central del ejemplar que tiene entre sus manos: la solidaridad, los apoyos e iniciativas que desde la propia sociedad proliferan en nuestra comarca. Esa colaboración y entrega a los demás que tanto nos enriquece y que tanto habíamos olvidado. Tal vez la crisis nos traiga algo tan positivo, como buscar la felicidad lejos de modelos hedonistas, engañosos e imposibles de mantener en el tiempo; tal vez se pueda dar la paradoja de ser más pobres materialmente, pero esa falta de medios nos conduzca a reencontremos con palabras como familia, amistad, solidaridad, cooperación, sencillez. Miles de españoles están encontrando diariamente pequeñas parcelas de felicidad y crecimiento personal en esas sencillas palabras, mensajes que alimentan lo mejor y más valioso de nosotros mismos, de la naturaleza humana.
En cualquier caso queremos desear Felices Fiestas a todos nuestros lectores, colaboradores y vecinos de la Sierra oeste. Ojalá contemos todos, en el año 2013, con la sabiduría e inteligencia de buscar y hacer nuestros, los valores realmente esenciales que nos hagan ser mejores personas, y entre muchos construir una sociedad más humanizada que la actual.
Acabo de descubrir que sí soy humano y que sigo vivo. El gordo de Navidad ya ha salido. Es decir, la vida sigue. Espero que a mejor. Los medios de comunicación tienen mucho que decir en este asunto. Porque han sido, son y deben seguir siendo cauce de información veraz y de opiniones libres y respetuosamente expresadas en la forma y en el fondo. Su desaparición, por cualesquiera causas, sería una pérdida considerable para la ciudadanía, porque supondría menos libertad; de la misma manera que las concentraciones y fusiones, también suponen menos opiniones contradictorias, lo que tampoco es bueno. Sin embargo, tengo esperanza en que sean dificultades pasajeras y superables en el marco del futuro mejor que espero y deseo para cuantas personas habitamos en esta comarca, sobre todo a los que nos gusta vivir aquí.