Categoría | Productos de la tierra

Vendimia de gran calidad, pero con menor producción de uva

  • Las bodegas cooperativas de los municipios de la Sierra Oeste hacen balance tras la recolección.

Poca cantidad, excelente calidad. Este es el escueto titular que nos deja el tiempo de vendimia en las bodegas cooperativas de los municipios de la Sierra Oeste. La sequía de 2019, que fue el año más seco de la historia en el último siglo en la comarca, algunas enfermedades producidas por hongos como el mildiu o el oídio, las heladas de primavera, una plaga de conejos y los bajos precios de la uva, que conllevan el abandono de una parte importante del viñedo, han provocado que, como ya ocurriera en la vendimia anterior, la cosecha haya vuelto a ser baja con respecto a la media habitual. Sin embargo, la calidad del vino ha sido muy buena según reconocen los presidentes de las diferentes bodegas cooperativas. Los viñedos han tenido poca carga, las uvas han madurado bastante y el resultado ha sido una cosecha de mucha calidad y un vino extraordinario.
Solo en Villa del Prado se aumentó la producción con respecto al año anterior. En concreto, en la bodega cooperativa Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Virgen de la Poveda se recogieron cerca de 900.000 kilos, un 10% más que en 2019. Por contra, en la SAT San Esteban Protomártir de Cenicientos la cosecha se redujo un 4%, de 500.000 kilos este año a 520.000 obtenidos en 2019, mientras que en la bodega cooperativa Cristo del Humilladero de Cadalso de los Vidrios el descenso fue de un 32%, de 250.000 kilos en 2019 se pasó a 170.000 en 2020. La cosecha también fue corta en la cooperativa Don Álvaro de Luna de San Martín de Valdeiglesias, aunque sin facilitar datos concretos. Estas cifras distan mucho de la media habitual de la última década en algunas de estas localidades, en las que se venía recogiendo en torno al millón de kilos en Cenicientos y los dos millones en Villa del Prado.

Vendimia en Cenicientos.

¿Cómo acogerá el mercado esta excelente producción de vino?
Esta es la pregunta que se hacen todos los productores de la comarca, como José Antonio Herrero, presidente de la cooperativa de Villa del Prado, que apuntó directamente al potencial del mercado madrileño, que “es el que tiene que ver que a menos de una hora de la capital tiene campo. Si cada madrileño se tomara dos botellas de vino al año, todo el vino producido en Madrid se vendería aquí”. Por su parte, Ricardo Moreno, enólogo y presidente de la bodega de Cadalso, considera que, pese al “problema que tenemos” por la pandemia, “la hostelería madrileña tiene a día de hoy capacidad de sobra para consumir todos los vinos que se producen en Madrid porque es un volumen relativamente pequeño para los que hay en otros sitios”. Menos optimista se mostró Pedro Puentes, presidente de la bodega de Cenicientos, para quien “no hay expectativas porque en estos momentos no hay mercado de vino” debido a la situación en la que nos encontramos.
Los vinos con Denominación de Origen de Madrid, en concreto los de la subzona de San Martín de Valdeiglesias, siguen ganando adeptos en nuestra región. Ricardo Moreno apunta a las exportaciones y al reconocimiento internacional como responsables del aumento de la demanda local. Se trata de “un fenómeno que va a la contra de lo que uno cabría esperar”, ya que “en vez de que te reconozcan en casa y luego te reconozcan fuera, aquí el proceso es inverso. Empiezas a exportar, empiezan a reconocerte y valorarte a nivel internacional y es entonces cuando a nivel interior comienzan a darse cuenta de que hay algo bueno aquí”, y la hostelería de Madrid “empieza a demandar esos vinos que fuera son tan buenos”, generando un mayor conocimiento. Los consumidores jóvenes “demandan vinos de Madrid porque van sabiendo lo que hay”, y “llegará un momento en que la hostelería madrileña tenga capacidad de quedarse todos los vinos”. La gente “tiende a los regionalismos, a consumir lo de su zona, y eso se está viendo”, señala el enólogo cadalseño.

Las exportaciones y el enoturismo como tabla de salvación
Ante el problema del parón en la hostelería por la pandemia, Moreno afirma que “estamos sobreviviendo con las exportaciones”. La venta en el despacho que tiene la bodega en Cadalso “funciona bien por proximidad a Madrid”, aunque los confinamientos de la capital y otras grandes poblaciones de la Comunidad han provocado un notable descenso de ventas. Los vinos de Cadalso se están exportando a muchos países, entre los que se encuentran Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Bélgica, Inglaterra, Suiza, Finlandia y Noruega. “Con la exportación estamos pasando y capeando el temporal”, ya que los vinos, “al ser de mucha calidad, los estamos defendiendo mejor que si fuera venta de graneles u otra cosa”, subraya el presidente de la bodega cadalseña.
Desde la cooperativa de Cenicientos, Pedro Puentes pone el foco también en el enoturismo como una ventana de oportunidad. La bodega que preside, además de anunciar la inminente exportación de sus caldos a Taiwán, se ha adherido recientemente a la asociación ‘Madrid Enoturismo’, y está preparando rutas turísticas por las zonas de viñedos, visitas a la bodega, catas y comidas en restaurantes del municipio. Por su parte, José Antonio Herrero pone en valor el trabajo de las cooperativas de vino, ya que, gracias a estas bodegas, “uno puede ir por la Sierra Oeste y seguir viendo viñas, lo que da vida al campo y es fundamental, primero por el empleo que genera y segundo para que siga habiendo viñedo en el campo”. En esta zona las viñas “están muy repartidas”, y “en el momento que una persona deja de producir su viñedo de una, dos o tres hectáreas, ese terreno se queda de pastizal, abandonado completamente”, por lo que es “fundamental que puedan subsistir las cooperativas para mantener el vino pero sobre todo el viñedo en el campo”.
Las lluvias de este año hacen esperar que en 2021 se pueda recuperar buena parte de la producción perdida en estas dos últimas vendimias, “los dos años más pequeños de la historia”, según Puentes. La oportunidad de que los vinos abanderen el despegue económico de la comarca es real, pero para Moreno hay que hacer antes “una reflexión”. El enólogo cadalseño señala a la necesidad de adaptarse a la demanda del mercado, que tiende a la calidad, a “una calidad excepcional” que la Sierra Oeste puede ofrecer por sus viñedos “de lujo”. Pero antes hay que “cambiar el chip” y ponerse “las pilas en elaborar vinos de mucha calidad”, primando el embotellado sobre el granel para obtener no buenos vinos, sino “vinos de bandera”.

 

Sergio Lizana Calvo.

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