
Me dedicó una fotografía enmarcada que me hizo llegar por mediación de mi hermano José Luis: “Para Miguel Moreno, con todo mi cariño, por ser tan buen aficionado”. Jose me la entregó la Nochevieja de 2014 y presidió aquella cena familiar desde la chimenea de su chalet del Piquillo.
Al llegar a mi casa la colgué entre otros recuerdos taurinos queridos. Observé detenidamente que se la tiraron en Bilbao, su tierra, y le está dando un natural primoroso a un toro de Jandilla sobre la cenicienta arena bilbaína de Vista Alegre. Allí le vi por primera vez con un toro de gran trapío de El Ventorrillo. Me gustó cómo primero dominó y luego lidió aquel toro complicado.
Era un torero luchador, poderoso, de corte lidiador que se atrevía con cualquier ganadería. El domingo de Resurrección de 2015 se anunció en Madrid con seis toros de hierros prestigiosos (Palha, Pablo Romero, Victorino Martín, Cebada Gago, José Escolar y Adolfo Martín). Esa apuesta no le salió bien y le hizo “perder el sitio”. Poco a poco lo iba recuperando junto a su fiel apoderado Néstor García. Iván Fandiño no era ningún corrupto, ni ningún político “cantamañanas”, ni ninguna persona de esas que esperan que los demás les den de comer. Él se ganaba el pan con su sangre -¿existe mayor dignidad?-. Una tarde primaveral se quedó sin ella en un pueblo taurino francés que se llama Aire, el que ya no respira… Un toro que no sabía de poesía le arrebató la suya que llevaba cincelada con su propia sangre embelleciendo su corazón.
Desprecio a quien defiende la vida deseando la muerte, a quien pide apagar tu luz para que tu hija viva a obscuras. Yo quiero que sepas que a mi casa cadalseña siempre la alumbrará tu recuerdo. Acaso fuera por eso que aquella Nochevieja coloqué tu foto entre Belmonte, Joselito “El Gallo” y “Antoñete”. Quizá intuía ya entonces que todo mi paisaje taurino acabaría iluminado por el tuyo. ¡TORERO!
Miguel Moreno González.
LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES
Bajadas las persianas
resalta la montera
sin luz en las ventanas
y el toro ya a la espera.
Entra el mozo de espadas
y al diestro le despierta
tardes acaloradas
de afición a la puerta.
El diestro se levanta
despereza y afeita
y algún temor espanta
si en triunfo se deleita.
El mozo en mano tiene
la estrecha taleguilla
y una silla sostiene
flamante chaquetilla.
Liturgia de la gloria
al embutir el traje
que tal vez haga historia
oculta en su ropaje.
Las medias son de seda
y a tono va el fajín
y al conjunto le queda
al cuello el corbatín.
Camisa con chorreras
luz en los alamares
brillantes las hombreras
que alejan los pesares.
Negras las zapatillas
topacio los tirantes
huyen las pesadillas
de toreros triunfantes.
Colgantes van los machos
que dicen del valor
y son yelmo y penachos
en campos del honor.
La coletilla puesta
probada la montera
ya tiene la respuesta
y toda duda fuera.
Ante el altar se inclina
que tiene improvisado
la intervención divina
nunca la ha desechado.
Con capotillo en mano
con el que hará el paseo
el torero va ufano
al coso del deseo.
Los trajes de la terna
del arte y de la muerte
viven la pugna eterna
del Dios reparta suerte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TORO SALIENDO AL RUEDO EN LA PLAZA DE CENICIENTOS
En tarde sin viento hay lleno en el coso
en la nueva plaza recién construida,
y el timbal y el clarín dan la salida
a un toro cinqueño, astas de coloso.
Figura imponente emerge del foso
fiero resuella y la testuz erguida,
produce asombro la estampa surgida
belleza fiera del tótem fogoso.
Un rayo de sol nimba su cabeza
la impregna de luz riesgo y fortaleza
de una fiesta única ancestral y mítica.
La historia mágica armazón de España:
que sus campos viste, hermosea y baña
del toro ausente de torpe política.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho