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La lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo, cada vez más presente en España

La vecina de San Martín de Valdeiglesias Martha Bello, psicoanalista argentina que desde su creación en 2004 trabaja en la Red Argentino Europea por el Derecho a la Identidad, habla de los desaparecidos durante las dictaduras argentina y española. “La sede española de la Red se creó en Madrid en 2004 para extender la búsqueda de las Abuelas de la Plaza de Mayo fuera de Argentina. Ellas ya han encontrado a 105 de los 400 nietos desaparecidos. Llevan 35 años trabajando y se pensó que era una buena idea tener una sede en España porque se sabe que muchas de las familias apropiadoras viajaron a este país con los bebés robados”.

Martha Bello es una psicoanalista argentina de 62 años que abandonó su país en 1990 junto a su marido español. Bello reside en San Martín de Valdeiglesias y desde 2004 trabaja para la Red Argentino Europea por el Derecho a la Identidad. “La sede española de la Red se creó en Madrid en 2004 para extender la búsqueda de las Abuelas de la Plaza de Mayo fuera de Argentina. Ellas ya han encontrado a 105 de los 400 nietos desaparecidos durante la dictadura. Llevan 35 años trabajando y se pensó que era una buena idea tener una sede en España porque se sabe que muchas de las familias apropiadoras viajaron a este país con los bebés  robados. Además, desde el  “corralito” de 2001 muchos argentinos han venido a vivir a España y entre esos emigrantes puede haber muchos de aquellos niños robados”.

Sobre su trabajo de búsqueda, Bello añade: “Sabemos que al menos entre 10 y 14 de esos chicos podrían estar en España desde hace tiempo. Las Abuelas  tienen una lista con los nombres de los posibles nietos a recuperar, que fue facilitada al juez Garzón. Para dar a conocer nuestro trabajo utilizamos vías, como por ejemplo Teatro por la Identidad, una efectiva herramienta  cultural  de difusión. Se realizan representaciones en  teatros, con entrada libre. La primera representación fuera de Madrid  fue en 2004 en San Martín de Valdeiglesias, donde nos sentimos muy arropados por la gente, el ayuntamiento y la asociación de mujeres Culmanarre”.

Bello coordina junto a Lila Parrondo la Red, acompañando a las personas que dudan de su identidad. “Cuando una persona se pone en contacto con nosotros por email o por teléfono le informamos sobre cómo iniciar la búsqueda, trámite que nosotras posteriormente presentamos como caso a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que es donde se decide que se realice la prueba de ADN. Ésta se lleva a cabo  en el Consulado de Argentina en España, ya que se tiene que hacer en territorio argentino para que tenga validez, y se registra en el Banco Nacional de Datos Genéticos”.

Desde 2004 no ha dado positivo  en las pruebas de ADN ninguno de los casos que han completado todo el proceso en España. En estos ocho años la Red Argentino Europea por el Derecho a la Identidad ha recibido consultas de cerca de 100 personas que creen que fueron robadas durante la dictadura argentina. Para posibilitar el procedimiento, se tienen en cuenta  una serie de factores tales como “haber nacido entre 1975 y 1982, tener una partida de nacimiento dudosa o falsificada, pertenecer a una familia de militares o que tengan contacto y relación con ellos, nacimientos cuya inscripción refiera que se han producido en centros privados o domicilios particulares.

Constatadas estas variables, se inicia un protocolo para solicitar documentación, información y autorización a la persona afectada. En cualquier momento el proceso se puede detener, cuando ellos quieran, porque es cierto que tienen derecho a saber cuáles son sus orígenes, su identidad, pero también tienen derecho a encontrar el momento oportuno, estar preparado psíquicamente para afrontar una situación existencial de tamaña magnitud. Si todo sigue adelante, el siguiente paso es una entrevista personal o telefónica. Llevada a cabo la extracción de sangre, todo el material se hace llegar por la vía consular a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que pertenece al Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos”.

Bello no ayuda únicamente a la recuperación de identidad de algunos de los hijos  de los 30.000 desaparecidos durante la dictadura argentina. “En 2008 supe de la existencia de la novela ‘Mala gente que camina’, de Benjamín Prado, un libro que ficciona los casos de niños robados durante el franquismo. A partir de ahí empezamos a oír cada vez más sobre el tema. Si son ciertos todos los casos de los que se habla y se sospecha, media España tiene la identidad cambiada, no solo desde la dictadura, sino también después del franquismo. También nos hemos implicado con la Memoria Histórica, porque los casos de Argentina y de España están muy conectados y nos sentimos cada vez más cerca”.

Aun así, Bello tiene muy claro cuál es la diferencia entre la dictadura española y la argentina. “La argentina fue muy corta en el tiempo comparada con el franquismo. Allí no hubo el machaque tan largo, duro y permanente que hubo aquí y eso permitió tener más capacidad de reacción. Las Abuelas de la Plaza de Mayo tenían y tienen un objetivo y un enemigo claro, en cambio aquí tras la dictadura llegó una democracia que cerró los ojos, que dejó que siguiese habiendo tráfico de niños”.

Sobre la gente afectada por el tráfico de niños en nuestro país, Bello señala: “Se está investigando mucho, es espeluznante la cantidad de niños que hay, pero hay muchas asociaciones de afectados, un movimiento demasiado fragmentado y la falta de unidad no ayuda. El Estado no ha querido ni quiere implicarse, las familias se tienen que pagar las pruebas de ADN, no hay un Banco Nacional de Datos que garantice la idoneidad de las pruebas, se les ha ofrecido uno privado de la hermana de María Dolores de Cospedal”.

Respecto a la situación en la que se encuentran las madres que buscan a sus hijos robados, Bello recuerda: “Mucha gente las ha tratado de locas, están muy débiles y desestabilizadas. La primera vez que tuve un encuentro con una madre afectada por el robo de su bebé me sorprendió la falta de energía para protestar y enfrentarse a los médicos, las enfermeras y las monjas cuando desapareció su hijo, porque los veía como una autoridad, como si fuesen Dios. Por eso ahora se entiende que alguien como Sor María esté implicada en muchos de los casos mientras los afectados continúan absolutamente desamparados por la connivencia de la Iglesia, el Estado y los médicos intervinientes. Sin embargo las madres tienen que seguir luchando y por eso el 26 de mayo se celebró una manifestación para pedir que no se archiven las causas, que los delitos no prescriban y que sean considerados delitos de lesa humanidad”.

Y añade: “Hay muchos abusos sobre esta gente, no pueden cerrar las heridas, les mienten, les marean y no les ayudan ni les dan ninguna solución. Están fuera de toda justicia. Argentina está muy implicada  porque los argentinos siempre hemos recibido en nuestra búsqueda mucha ayuda de España y de gente como el juez Garzón, aunque le pese a otra mucha gente. En España legalmente no se puede hacer nada para recuperar a los nietos o los hijos robados, porque la justicia está ofreciendo migajas a los afectados a la vez que archivan las causas. Pero no se debe dejar de luchar, las Abuelas de la Plaza de Mayo llevan 35 años luchando y aquí en España esto recién comienza a tener la fuerza necesaria 40 años después. El paso del tiempo es una desventaja, pero no podemos olvidar que el reencuentro es muy positivo, emotivo y necesario”.

Bello recalca: “En el caso de Argentina las personas que están buscando sus orígenes, su familia biológica, su identidad, en su mayoría  no tienen padres porque han sido asesinados. Esos jóvenes, nietos que han recuperado su verdadera identidad, los apellidos de sus verdaderos padres, deben a su vez modificar el de la propia descendencia pues el robo de identidad es un delito contra la transmisión de filiación. Me tocó tratar aquí con una persona de nacionalidad española a quien el negativo en la prueba de ADN resultó muy doloroso y decepcionante, dice que con quien ha crecido y se ha criado no es su verdadera familia, tal es su convencimiento, además ha sufrido malos tratos por parte de su familia supuestamente biológica y se quedó muy mal al no encontrar una salida a su situación. Lo único que puedo hacer es animar y ayudar en la frustración, aunque los resultados (ya ha habido casos en Argentina) son provisorios, ya que el banco es dinámico y permanentemente se están agregando nuevas familias”.

Sobre su experiencia personal,  confiesa: “Yo viví la dictadura argentina, tengo 62 años y tenía 26 y estaba embaraza cuando comenzó. Mi familia siempre ha sido de izquierdas. Mi padre entonces tenía 52 años y fue represaliado, se quedó sin trabajo por su actividad sindical. A eso se sumó que me casé con un español que había emigrado a Argentina después de que mi suegro muriese en la Guerra Civil, como Comisario Político del Batallón Rosa Luxemburgo en el País Vasco. Lamentablemente contamos con un “desaparecido” en nuestro entorno más cercano, el hermano de mi primer marido, a la sazón mi cuñado y tío de mi hija, fue secuestrado y continúa desaparecido desde 1978. Tenía 25 años y un hijo de 4”.

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