Jordi Piñol Aguilá, Valdemorillo
Hola amigos, un año más. Aprovecho para pedir disculpas, nunca perdón, a todos con cuantos no haya cubierto sus expectativas, no atenderles lo suficiente y todos los malentendidos que las personas por ser de esta especie cometemos solo por error, nunca con intención, este año quiero compartir con vosotros otra más de mis obsesiones: la bonhomía, el ser bueno, la bondad, sin cuyo valor no se puede vivir, no se puede ser feliz.
Hasta el último momento de nuestra existencia se puede conseguir. La bondad asoma discretamente como la virtud más sólida, que no nos confundan quienes hablan de buenismo, nada tiene que ver, no es bobo la buena persona, aunque así nos lo quieran hacer creer, la bondad es desinteresada, nunca ha generado problemas, nace del amor, quiero a la buena gente. El compromiso de ser buenos es mi deseo para este año.
Quiero acompañar algunas notas para la reflexión y el debate. Dice una buena persona en relación al papel del Papa con los pobres “yo me carteo con el Papa, pero no me contesta”. La tradición judía dice que la memoria de las personas buenas perdura en quienes les amaron. Decía un escritor, o quizás me lo invento yo, no sé que “no hay mal si no existe la persona que se dedica a hacerlo. El mal no existe en abstracto”.
No podemos hablar de la bondad sin hacerlo sobre el mal, a las personas siempre nos ha cautivado el mal. Por qué tantos nos advierten de cuidado con la bondad. Comentan, piensan, digo, decimos, sobre los nonagenarios Hessel, Sampedro, de su ¡Indignaos!, que es porque no tienen nada que perder, ni que ganar, qué papel juega la bondad, sin ella no prospera ningún movimiento.
Desde el lenguaje no verbal empieza a aparecer la bondad, con la relación y la confianza se forja la amistad como elección, pero la confianza, como la bondad, son obligatorias. Para ser buen empresario, antes hay que ser buena persona. “Solo hay un bien: el conocimiento. Solo hay un mal: la ignorancia”. Sócrates 470-399 a.c. Felices fiestas amigos y el mejor 2012.