- Jugadores de la Liga de Fútbol Profesional española van a grabar vídeos en los que leerán párrafos de libros.
- Muchos amantes de los libros han levantado la voz en contra de esta propuesta.
Es curioso este mundo, curioso y preocupante en muchos momentos. O, al menos, preocupante para mí, a veces incluso terrible. Fijaos, hace unos días saltaba la noticia, la Liga de Fútbol Profesional y el Ministerio de Cultura llegaban a un acuerdo, un acuerdo provechoso para el fomento de la lectura, para los libros y para todos los amantes de la Literatura, o eso pienso yo. La idea es sencilla y muy fácil de explicar: algunos jugadores de la Liga de Fútbol Profesional española van a grabar una serie de vídeos en los que van a leer, sí, van a leer. Y no van a estar leyendo un periódico deportivo o una revista del corazón, qué va, van a leer párrafos de libros. Puede que incluso recomienden algún título y alaben un libro.
Se me ocurre, igual que se les ha debido de ocurrir a las personas que han puesto esta idea en marcha, que la repercusión de los futbolistas puede ser muy útil para que más personas lean, porque estos jugadores son importantes, son iconos, modelos a seguir por muchos ciudadanos de cualquier ámbito social. Ha llegado la hora de que promocionen algo más que una vida disoluta, alguna marca que los patrocine o un coche impresionante con una cilindrada demasiado superior a la recomendable. Cobran mucho dinero de sus clubes deportivos, de los patrocinios y, a veces, incluso de nosotros cuando acuden a la Selección Española para representarnos por todo el mundo. Mucho. Y está muy bien que lo hagan, porque si lo cobran será porque lo generan. Porque nos convierten a todos en soñadores o en seleccionadores, porque hemos decidido montar una sociedad en la que ellos son unos privilegiados, gracias a todo lo que nos ofrecen partido tras partido, que no es poco. Por eso a mí no me molesta que cobren tanto, aunque cada uno de sus sueldos multiplique en mucho el que cobro yo en una década… o en varias. Los niños y los mayores, todo el mundo se fija mucho en lo que hacen, en cómo lo hacen, en qué dicen, en qué invierten su tiempo libre… ¡y hay muchos miles de personas que deciden imitar algunos de sus actos, maneras de ser o diversiones! Por eso me parece tan importante que hablen, además de hacerlo de muchas otras cosas, de libros, porque será muy fácil que alguien compre uno que ha leído o ha dicho leer su jugador favorito.
Pero eso no es lo que me preocupa, no… de hecho me parece muy bien que el Ministerio tire de cualquier recurso bien seleccionado para fomentar la lectura, porque estoy seguro de que se seleccionará muy bien qué jugador lleva un libro y qué libro lleva. Lo que me preocupa es la cantidad de rencor que me he encontrado con este asunto. De envidia o de rivalidad extrema o inventada.
Muchos amantes de los libros han levantado la voz en contra de esta propuesta, ofendidos, según he entendido, porque para ellos todos los futbolistas profesionales son una panda de egoístas analfabetos que no saben ni lo que es un libro. Creo, en primer lugar, que es injusta esa generalización. Es probable que haya futbolistas analfabetos, futbolistas egoístas o incluso futbolistas a quienes los libros les importen más bien poco… o nada, pero ¿son todos así? Y aunque lo fuesen, ¿no serían un recurso igualmente estupendo? ¿Es que para hablar de libros hay que ser un erudito o de una pasta especial? Porque entonces sí que estaríamos haciendo un flaco favor a la Literatura, estaríamos afirmando que solo unos pocos privilegiados pueden leer o pueden hablar de libros o pueden recomendar aquellos títulos que, por unos motivos o por otros, les han cautivado.
Y no estoy hablando de prescripción, para eso hay grandísimos profesionales que se dedican a ello, pero en una aventura como esta cualquier ayuda es buena, ¿no os parece?
Me ha fastidiado ese odio de clase que me he encontrado contra los futbolistas por el mero hecho de serlo. Me sienta muy mal ese odio poco disimulado por un mundo entero, el mundo del fútbol y yo, que suelo ser más de aliados que de enemigos, además de un amante (cada vez menos pasional, también es cierto) del balompié, siento que tenemos demasiado terreno perdido que no sabemos ganar. O, lo que sería más preocupante, que no nos interesa ganar. Parece que preferimos estar acampados en nuestro propio campo, en nuestra propia cueva y todo lo que venga de fuera o nos parezca ajeno tiene que ser dañino por definición. Un ataque contra el exquisito mundo del libro…
Y me jode que esa distinción de clase, ese odio o ese rencor descarado venga de un mundo que se dice culto o que se cree culto… es de risa, ¿no os parece? La literatura habla de libertad, de mundos extraños, de vacíos interiores, de encuentros con desconocidos y provoca que nos sintamos en la piel de personas que son muy diferentes a nosotros. Todos los escritores y los lectores soñamos con hallar esa galaxia irreal, totalmente nueva y en la que todo es posible, que moldeamos a nuestro gusto o que hollamos con la curiosidad como punto de partida… y sin embargo, cuando se presenta la oportunidad de acercarnos a un mundo que parece lejano y desconocido… de tener nuevos aliados en el fomento de esos que amamos tanto… bueno, hay quien solo ve maldades y enemigos.
El fútbol no es enemigo de la literatura, los futbolistas no lo son. De hecho pueden ser unos aliados increíbles de los escritores y de los libros, ¿por qué entonces querer tenerlos alejados? ¿Por puro rencor? ¿Por qué ese menosprecio e incluso ese odio visceral? Por favor, seamos más inteligentes y menos rencorosos, abramos las puertas y dejemos que los “otros”, los que son tan, aparentemente diferentes, se conviertan en nosotros y nosotros, disfrutemos de su amistad y compañía. Será un buen gol en favor de la lectura.
Javier Fernández Jiménez.