
El ayuntamiento de Aldea del Fresno, a través de la concejalía de Mayores, ha organizado un interesante taller dirigido a todos los abuelos del municipio. Esta iniciativa tenía el objetivo de reforzar la figura del abuelo educador y “canguro”, y potenciar así el cambio de su imagen en la sociedad. Asimismo la Escuela de Abuelos ha tratado temas muy interesantes como el papel del abuelo tanto en la sociedad como en el núcleo familiar, la comunicación con niños y adolescentes, el desarrollo de los valores o cómo apoyar a los nietos para mejorar el rendimiento escolar. “En la actualidad muchas veces es complicado conciliar vida laboral y familiar por lo que el papel de los abuelos es fundamental para muchas familias. Este curso ha servido para que los profesionales ayuden a los abuelos a realizar su labor como cuidadores de los nietos de la mejor manera posible, orientándoles y sobre todo apoyándoles en esta difícil tarea”, comentaba Verónica Moreno Mosqueda, concejal de Mayores del ayuntamiento de Aldea del Fresno.
LA ABUELA Y EL NIETO
De vuelta a casa regresan
un niño junto a su abuela;
es ya tarde, el tiempo vuela
y las nubes les apresan.
Vienen de “Navalaviga”,
de trabajar en la viña,
se ennegrece la campiña
y la abuela se fatiga.
“Abuela,¡que nos mojamos!”,
el nieto dice afligido,
muy cansado y aturdido
ocultándose entre ramos.
Ramos grandes de un olivo
que se encuentra junto al puente,
que brama por la corriente
no viéndose ni un ser vivo.
“Aquí estamos a cubierto
y nos cubrirá mi chal,
y aquí hubo un hecho infernal
y lo que te cuento es cierto”.
“Aquí vivieron pastores
y de esto hace muchos años,
aquí pastaban rebaños
y hubo pelea de amores”.
“A un tiempo dos pastorcillos
fueron tras de una zagala,
y dentro de la corrala
se enfrentaron por zarcillos”.
“Los dos pagaron a escote
pendientes con sus corales,
y eran dos bellos rosales
que entregaban como dote”.
“Pero surgió la sorpresa
que ella rechazó a los dos,
y que armaron la de Dios
zaragata en sobremesa!”.
“Viéndose los dos burlados
clamaban por los pendientes,
y se saltaban los diente
como dos endemoniados”.
“Los dos querían lo mismo,
con los pendientes quedarse
y luego descalabrarse,
y sumirse en el abismo”.
“Y así fue como ocurrió
que se atacaron con horcas,
y por aquellas ajorcas
uno de los dos, murió”.
En tanto ya no llovía,
y la abuela con su nieto
compartían el secreto
que aquel niño escribiría.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho