
Formada en esta ocasión por cerca de una veintena de jugadores, la delegación integrada por el habitual combinado de representantes locales y de la vecina Villa de El Escorial viajó ahora al zamorano municipio de Coreses para una nueva demostración del buen toque de quienes ya son asiduos a la práctica del Ground Golf en suelo valdemorillense. Y así, participando en un torneo más con el que dar a conocer e impulsar este deporte que es también “una estupenda actividad para mantenerse entretenido y en condiciones especialmente saludables”, el citado equipo hizo nueva exhibición de su buen hacer para tratar de puntuar entre los mejores a la hora de completar el peculiar recorrido entre banderines.
Pero, además, y como a cada nueva oportunidad de desplazarse más allá de esta población para hacerla visible a través de la singular práctica promovida a nivel local con el objetivo de seguir despertando seguidores entre la población, este viaje contó también con momentos para descubrir este nuevo destino en la andadura de estos jugadores. Un paréntesis bien aprovechado al que pone ahora el punto y seguido la acostumbrada cita que cada semana permite entrenar y mejorar puntería. Y ello gracias a una actividad que sigue contando con el pleno respaldo municipal a través de la Concejalía del Mayor, aplaudiendo así esta buena fórmula para lograr que los más veteranos de Valdemorillo,junto a aquellos que no lo son tanto, se mantengan “tan competitivos y, sobre todo, en plena forma”.
EL JUEGO DE LA ROMA GENUINO DE CENICIENTOS
Desgastada ya una lima
desprovista de su mango,
en tierra blanda sin fango
materia hallábamos prima.
Por el extremo afilada
la empuñábamos por lo ancho
y hacíamos cancha y cancho
en la Plazuela añorada.
Unos círculos concéntricos
en la tierra se trazaban,
y sobre ellos se clavaban
limas con saltos excéntricos.
Saltando a la pata coja
se lanzaban desde el aire
con estilo y con donaire
ni muy fuerte ni muy floja.
Si la lima se caía
o en el círculo no entraba,
jugador se eliminaba
y era el resto quien seguía.
Por ser eliminatorio
era muy competitivo,
habiendo que estar muy vivo,
siendo muy resolutorio.
De temporada era juego
del invierno y del otoño,
y era renuevo y retoño
al que hacíamos entrego.
Jugaron nuestros ancestros,
jugaron nuestros abuelos
bajo este sol y estos cielos
del que salieron maestros.
Y de chico me contaron
ser una perpetuación
de corucha tradición
y que a ellos les legaron.
Pues al trasponer la loma
la jugaban los romanos,
y así nuestros comarcanos
dieron el nombre de “Roma”.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho