HOMENAJE A MARIANO GARCÍA BENITO.
El 18 de mayo se cumplen 5 años de su fallecimiento. Adquirió en 1974 el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias dedicando parte de su vida y su dinero a intentar parar el expolio y abandono al que estaba sometido desde que fue desamortizado en 1835. En 2003 lo donó gratuitamente al Ayuntamiento.
En el año 1956, coincidiendo con su titulación como arquitecto, obtiene el premio William L. Pereira, de la E.T.S. de Arquitectura de Madrid. Desde esa fecha, hasta 1974, cuando compra el Monasterio, ya había generado una importante labor profesional. Formó parte de los equipos que proyectaron viviendas sociales en los barrios de Manoteras, La Elipa y Entrevías (1957-73). Colaboró en programas de arquitectura escolar (Ministerio de Educación y Ciencia. 1960-62) y viajó a Estados Unidos, para estudiar e implantar en España nuevos modelos de arquitectura en ese sector. La actividad en el ámbito público, no le impidió trabajar para clientes privados, existiendo numerosos edificios en Madrid que llevan su firma. Desde edificios de viviendas hasta oficinas de grandes empresas, intervino en casi todo. Colaboró con Luis Gutiérrez Soto, uno de los grandes arquitectos de Madrid, diseñando juntos en 1966 el edificio de viviendas donde se situó uno de los primeros grandes supermercados, el famoso Pryca, en C/ Velázquez, esquina a C/ López de Hoyos, actual VIPS.
Este edificio, junto con las oficinas Cuzco IV (1979) y Philips (1968), más los ya citados barrios, la Escuela Infantil Hiedra (1962) y el Colegio Diocesano de S. Francisco (1960) están incluidos en la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid. Pero no son los únicos de interés. Los edificios Zurich, ENTEL y SEPSA (años 70-80), la antigua Estación de Autobuses de Palos de Moguer (1968) y el edificio de viviendas de la C/ General Oráa (1963), que incluye la novedad de situar los ascensores en fachada, muestran su manera de estar a la vanguardia. Resulta difícil elegir los más destacables, pero, sugiero cuatro de ellos:
La Escuela Infantil Hiedra, por su innovación programática y el equilibrio formal entre los volúmenes ortogonales de las aulas y el pabellón hexagonal colectivo.
El Centro de Parapléjicos de Rafaela Ybarra, por el uso del hormigón armado visto, la sugerente articulación de espacios interiores y la complejidad de resolver las necesidades de movilidad de unos usuarios muy especiales, en una época (1977) en la que todo era incipiente.
El edificio de talleres y oficinas para Philips (1968), al inicio de la N-II, por la armonía de sus diferentes volúmenes prismáticos, que incorporan la arquitectura industrial a la composición general del conjunto, sin perder por ello calidad estética.
El edificio Cuzco IV, por la elegante manera de incorporar un hito arquitectónico a la Avda. de la Castellana de Madrid, con una composición de sucesivos planos de fachada, resueltos con elementos prefabricados de hormigón, de tonalidad ocre y acristalamiento integrado, que aligeran su volumetría, sin perder por ello contundencia formal.
En todos ellos manifiesta su forma de entender el diseño arquitectónico, en el que predomina la composición ortogonal, el equilibrio de líneas y las formas cuadrangulares. Por su capacidad de trabajo y por su estilo, creo que se puede decir de él que era: un arquitecto al cuadrado.
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EL POZO PERAL Y SU FUENTE
A Luis Ayuso, pues sin su foto
este soneto nunca se habría escrito.
Recreaos pues ya es figura ausente
al contemplar esta fotografía
que antañona formó la orografía
de los llamados Prados de la Fuente.
Os recuerdo a coruchos del presente
de Cenicientos su geografía,
que en estos lares era el día a día
de la trilla dentada con su diente.
Miríadas aquí eran las hacinas
e innúmeras las filas de botijos
que calmaban la sed de la caterva,
de vencejos y alegres golondrinas
y en galopines eran escondrijos
cuando el cénit del sol la parva enerva.
Saturnino Craballo Díaz
El Poeta Corucho