Tarde de emociones, tarde de inspiraciones. Así podríamos describir lo vivido en la tarde del sábado 17 de marzo en La Pasada para homenajear a sus 80 años a quien ha portado sobre sus hombros la responsabilidad durante décadas de encabezar la promoción y difusión de nuestro folklore.
Tras un breve pasacalles y después de que La Alegría del Soto rondase a Francisco San Martín Martín a la manera tradicional, en el balcón de su casa se descubrió una placa conmemorativa de este día, que quedará para la posteridad como homenaje de todos los sotillanos a su figura.
A continuación y ya en un Centro Cultural de La Pasada repleto de espectadores, tuvo lugar un acto plagado de emoción, con discurso del Alcalde, entrega de regalos, proyección de vídeos que repasaron su trayectoria vital y una serie de actuaciones musicales en las que los componentes del Grupo Folklórico La Alegría del Soto rememoraron algunas de las canciones que han marcado la trayectoria de Paco: Romance sotillano, la Ronda a la Virgen de los Remedios y el Pasodoble Sotillo.
Estelar también fue la actuación de Flores de Burgohondo, otra figura del folklore abulense que marcó una época gloriosa de la música tradicional en el Valle del Alberche y que a sus 78 años quiso acompañar a Paco en este día tan especial.
Para finalizar este homenaje, el grupo folklórico ofreció un aperitivo a todos los asistentes en la sala de exposiciones del propio Centro Cultural.
Desde el Ayuntamiento de Sotillo queremos agradecer a todas las personas que han contribuído a hacer posible este día: a Paco, a su familia, a la Alegría del Soto, a los músicos que quisieron acompañar y dar brillo a este homenaje, a Flores y en general, a todos los sotillanos y visitantes que con su presencia han dado testimonio de su admiración a este hombre.
A LA FERIA DE SOTILLO
A la feria de Sotillo,
de Sotillo de la Adrada,
jinete y mula albardada
hacen alto en un cerrillo.
La mula que coces daba
al sentir los aparejos
y del arado trebejos,
por los belfos resollaba.
De sudor un mar de espuma
le corría por las ancas,
como el agua de barrancas
que por Sotillo rezuma.
El camino hizo al galope
yendo desde Cenicientos
cual Eolo, dios de vientos
vertiginosos a tope.
Descabalgando el jinete,
entre susurros la calma,
quita lomillos y enjalma,
y ella dócil se somete.
La seca lomos e ijares,
tripa y remos de las patas,
orillado entre unas matas
de olorosos tomillares.
Después la introduce al paso
y en la feria la introduce,
y su caminar seduce
por su tranco y acompaso.
Se interesan compradores
y la miran y examinan,
y palpándola conminan
a que muestre sus errores.
Extraños no hace la mula,
más mansedumbre no cabe
en falso animal que sabe
que en la feria se simula.
Y en la feria de Sotillo,
de Sotillo de la Adrada,
de feriantes muy colmada
se vendió este animalillo.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
LA ANTIGUA FERIA DEL GANADO DE CENICIENTOS
Un gentío abigarrado,
mulas, vacas y borricos,
hombres grandes, niños chicos,
y un calor anticipado.
Gran concurrencia en los prados,
gentes venidas de fuera
vigilando la Ladera
a multitud de feriados.
Copresidiendo las Peñas,
los acuerdos y los tratos
y los ropajes baratos
con antiguas estameñas.
Los chalanes con blusones
y gitanos con patillas
y gitanas amarillas
pronostican bendiciones.
Con puestos chamarileros
y olor de moñigo y bosta
y una voz que adrede imposta
uno que vende sombreros.
Con las alforjas mendigos,
husmeando que se pierde,
entre lo reseco verde
eran de todo testigos.
Los charlatanes vendiendo
hojas de afeitar y peines,
y calcetines de empeines
a un ritmo loco ofreciendo.
Y al comediar la mañana
comenzaba el regateo,
“¡este borrico es muy feo!”,
comentaba una gitana.
Aparece el patriarca,
los dedos en el chaleco,
patilludo y negro, enteco,
rodeado de su jarca.
Y atusándose el bigote
con el nudo del bastón
le pega un buen coscorrón
y la gitana huye al trote.
Con borricos matalones
las mulas de gran alzada
con la gente harto animada
y abundancia de mirones.
Saber palpar a las mulas
entre las patas las mamas,
infértiles cual las gramas
donde a los surcos ondulas.
Y mirarles la bocaza
observando bien los dientes,
estudiando sus mordientes
y los años que atenaza.
En borricos mataduras
y estudiarles el pelaje
y ver bien el andamiaje
igual en las comisuras.
Y las rumiadoras vacas
se encontraban más lejanas,
con sus cencerros campanas,
badajo de unas estacas.
Después los tratos cerraban
con apretones de manos,
preludios de los veranos
vacaciones que empezaban.
Se intercambiaban cigarros
y sendas botas de vino,
y emprendían el camino
a pie o en mulas o en carros.
Y los muchachos coruchos
con ojos maravillados
veíamos asombrados
fajos de dinero muchos.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho